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Perspectiva

El asesinato de Stephon Clark y la lucha contra la violencia policial

Durante la última semana, cientos de miles de personas participaron en manifestaciones en Sacramento, California, en protesta por el asesinato policial de Stephon Clark, un joven afroamericano de 22 años que estaba desarmado cuando le dispararon 20 veces en el patio trasero de la casa de sus abuelos. Se espera que muchos más se presenten a su funeral el jueves.

Las nuevas protestas contra la violencia policial son parte del resurgimiento de la oposición social en EUA, incluyendo una ola de huelgas y protestas de docentes y la Marcha por nuestras vidas que involucró a más de un millón de estudiantes y jóvenes la semana pasada.

El asesinato de Clark fue captado por las cámaras de video portátiles de los oficiales y por un helicóptero policial que sobrevolaba durante el incidente. Las grabaciones muestran que los oficiales descargaron una lluvia de balas apenas giraron alrededor de la esquina de la casa.

Tras dispararle, lo dejaron tendido sin siquiera prestarle atención de primeros auxilios hasta que llegó apoyo varios minutos después, cuando esposaron su cadáver e hicieron un intento flojo de RCP. Los videos policiales también muestran que los oficiales apagaron sus micrófonos, presumiblemente para asegurarse dar la misma versión de lo ocurrido.

La publicación de los videos y las alegaciones iniciales de la policía de que confundieron el celular de Clark con un arma desataron una semana de manifestaciones. La familia de Clark y los protestantes están exigiendo el arresto y el enjuiciamiento de los dos oficiales que asesinaron al joven desarmado.

El fiscal general de California, Xavier Becerra, anunció el martes que su oficina supervisaría la investigación del fiscal distrital sobre el asesinato y que emprendería su propia pesquisa sobre las políticas del Departamento de Policía de Sacramento, lo que fue recibido por la familia de Clark con un escepticismo justificable.

No debe haber ilusiones en las promesas de supervisión e intervención por parte de los demócratas y sus partidarios de Black Lives Matter. El antiguo funcionario demócrata, Al Sharpton, en representación de la élite política, estará haciendo el discurso fúnebre de Clark el jueves, como parte de un esfuerzo para desmovilizar las protestas y redirigir la ira popular detrás de la política electoral del Partido Demócrata. En el funeral de Michael Brown, quien fue asesinado a los 18 años de edad en el 2014, Sharpton regañó a los protestantes, ordenándoles “respetar a la policía” y dejar de hacerse “fiestas de gueto para autocompadecerse”.

Al mismo tiempo, los miembros de BLM y otros proponentes de la política de identidad en Sacramento se han dedicado a atenuar la ira hacia el primer jefe policial negro de la ciudad, defendiendo la idea de que las investigaciones del estado y el Gobierno federal rendirán cuentas con los asesinos de Clark.

Tales investigaciones oficiales, sean al nivel estatal o federal, lo que pretenden es apisonar el enojo popular mientras les proveen una coartada a los policías. Muy rara vez, si acaso del todo, terminan en sentencias en contra de los policías asesinos. Las convicciones criminales son todavía más inusuales, representando anomalías estadísticas.

Durante el Gobierno de Obama, docenas de investigaciones del Departamento de Justicia sobre actos en los departamentos policiales por todo el país sirvieron para cubrir los crímenes de innumerables oficiales.

Incluso cuando continuaban las protestas en Sacramento, el fiscal general del estado de Louisiana, Jeff Landry, anunció que no se iban a presentar cargos por homicidio contra los dos oficiales policiales que asesinaron a tiros a Alton Sterling en Baton Rouge cuando vendía CDs fuera de una tienda de conveniencia. El flagrante asesinato, en el que dos oficiales le dispararon a Sterling cuando estaba siendo sujetado contra el piso, también quedó grabado en video.

El asesinato de Clark se suma a la incesante serie de matanzas a manos de la policía en EUA que no ha dado tregua tras las protestas populares contra la violencia policial en Ferguson, Missouri, desencadenadas por el asesinato de Michael Brown. Desde comienzos del año, más de 300 personas han sido matadas por la policía en el país, una cifra que va encaminada a superar el promedio anual de 1.175 asesinatos policiales durante los últimos cuatro años.

El Gobierno de Trump ha denunciado varias veces las manifestaciones contra la violencia policial, incluyendo las protestas de jugadores de futbol americano de la NFL el año pasado, dándole efectivamente una luz verde a la policía para que asesine impune. No obstante, Trump solo está intensificando las políticas avanzadas por la Administración de Obama, que presidió la represión policial militarizada de manifestantes en Ferguson y Baltimore, y apoyó a la policía repetidamente en los casos que llegaron ante la Corte Suprema.

A diferencia de la narrativa promovida por Black Lives Matter y la élite política de que la violencia policial es una problemática de las “relaciones entre razas”, la mayoría de aquellos asesinados por la policía son blancos. Sea cual fuere el papel que ocupa el racismo en el número desproporcional de hombres afroamericanos que son asesinados cada año por la policía, trabajadores de todo color de piel, género y edad son víctimas de la brutalidad policial.

La violencia policial es solo la expresión más visible del carácter brutal de las relaciones de clases en EUA bajo el capitalismo. La policía, siendo uno de los “cuerpos de hombres armados” que conforman el Estado, está encargada de defender el orden social existente en un país en el que tres personas controlan la misma riqueza que la mitad más pobre de la sociedad.

El continuo régimen de terror policial es a su vez una manifestación de la represión cada vez más intensa de los derechos democráticos en EUA. El Gobierno de Trump ha dado rienda suelta a las autoridades del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) para que lleven a cabo allanamientos de lugares de trabajo, escuelas y hospitales por todo el país, aterrorizando a comunidades enteras y deportando a cientos de miles de inmigrantes indocumentados. Al mismo tiempo, las gigantescas empresas tecnológicas, a instancias de las agencias de inteligencia y el Partido Demócrata, se apresuran para censurar el Internet.

No es ninguna sorpresa que el resurgimiento de manifestaciones contra la violencia policial se ha producido en medio de un crecimiento de la oposición de la clase obrera en Estados Unidos, incluyendo una ola de huelgas y protestas de los docentes en West Virginia, Oklahoma, Arizona y otros estados, y las protestas nacionales contra los tiroteos escolares.

La aparición de estas campañas de lucha deja claro que están creciendo la oposición social dentro de la clase trabajadora. Sin embargo, a cada vuelta, los trabajadores se enfrentan a esfuerzos del Partido Demócrata y los sindicatos para sofocar y desmovilizar dicha oposición popular encauzándola de vuelta a los grupos de poder establecidos.

Toda problemática social, sea el desfinanciamiento de las escuelas, los salarios bajos, la interminable violencia policial o los tiroteos escolares, tienen raíces sistemáticas. La lucha contra la violencia policial solo puede ser exitosa en la medida en que los trabajadores y jóvenes rompan con el Partido Demócrata y conecten sus luchas con el movimiento más amplio de la clase obrera contra el capitalismo y por el socialismo.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 28 de marzo de 2018)

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