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“Los ricos tienen todos los recursos y el dinero y a la vez hay tantos que siguen en dificultades”

Líder de grupo de veteranos deportados a México se pronuncia

Miles de veteranos que han sido enviados a servir en las guerras de Washington se encuentran entre aquellos deportados bajo el programa de deportaciones de Obama y Trump. Algunos de ellos lucharon en guerras estadounidenses que se remontan a Vietnam y Corea, pero la mayoría de los deportados fue desplegado a las guerras del Golfo Pérsico, Afganistán e Irak. El hecho de que estos soldados hayan servido en las fuerzas armadas del imperialismo estadounidense no los protege ni a ellos ni a sus familias del ataque bipartidista con los inmigrantes.

El grupo de defensa de inmigrantes We Are One America reporta que casi 6,5 por ciento de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos son inmigrantes. En un panel reciente sobre el tema de veteranos deportados celebrado en San Diego se reportó que de los 170 000 veteranos inmigrantes en California casi 30 mil no han sido naturalizados y podrían ser deportados en cualquier momento.

Al ser deportados, el único modo de regresar a EE. UU. es dentro de una bolsa de cadáver. El rendimiento de honores en un funeral militar es regido por mandato federal para cualquier veterano difunto de las Fuerzas Armadas. La ceremonia de entierro incluye una guardia de honor, el toque de clarín, el disparo de tres salvas de fusiles, y el doblamiento y presentación de la bandera estadounidense.

El World Socialist Web Site habló con Hector Barajas, veterano deportado y fundador del Deported Veteran Support House (Casa de Apoyo para los Veteranos Deportados) en Tijuana, también conocido por su apodado “El Búnker”. Barajas emigró a EE. UU. de joven, consiguió su visa y se inscribió en el ejército. Sirvió de 1995 al 2001 y después de haber cometido un delito menor fue deportado en el 2004 y de nuevo en el 2010.

Hector Barajas-Varela (a la derecha)

WSWS: ¿Cómo es la vida para los veteranos deportados, y cuántos de ellos piensa que hay?

Barajas: La vida por lo general es difícil, sobre todo la situación económica. No se gana el mismo dinero que antes. Esta uno separado de su familia, de su hogar, y se encuentra en un lugar diferente.

Aquí en México una manera para vivir es trabajar en los centros de llamadas o en las zonas turísticas donde se puede usar el inglés. Es más difícil aquí en México. Ya que llega uno a los 50 años y se dificulta encontrar empleo. Prefieren emplear a alguien de 18 años. Las personas de mayor edad se mantienen vendiendo cosas.

En cuanto al número de veteranos que viven aquí, no tenemos idea. Han deportado veteranos desde 1996. Podrían ser cientos o miles, no hay modo de saber.

WSWS: ¿Podría describir la relación entre los traumas de la guerra y los crímenes, típicamente menores, que conllevan a una deportación?

Barajas: Algunos han tenido múltiples despliegues a lo largo de los años, y tienen dificultades al tratar de reintegrarse. No se separa uno así de fácil del ejército de un día al otro. Es lo mismo con los veteranos que regresan hoy en día.

Una cosa que estoy viendo es que mucho de mis veteranos siendo deportados que provienen de comunidades de inmigrantes regresan a comunidades que carecen los recursos para ellos. Frecuentemente estas son comunidades con delincuencia y drogas. Son regresados a situaciones y ambientes que no son saludables ni beneficiosos.

WSWS: El Departamento de Asuntos de Veteranos (VA, por sus siglas en inglés) anunció a principios del año que clausurará 1100 establecimientos alrededor del país. ¿Usted cree que los ciudadanos tanto como los no ciudadanos se encuentran con lo que es a fondo el mismo desafío de un gobierno que es básicamente indiferente a su sufrimiento?

Barajas: Para los veteranos en general, no les es fácil acceder a sus beneficios. Al ser deportado, se vuelve mucho más difícil.

¿Podría el gobierno hacerlo mejor? Claro que sí. La gente pone su vida en riesgo, y así los tratan. Veintidós veteranos se suicidan cada día porque no pueden aguantar siguiendo vivir en este mundo.

Somos un país tan rico en recursos. ¿Cómo es que todavía tenemos personas que tienen dificultades para recibir cuidado médico? Los ricos tienen todos los recursos y el dinero y a la vez hay tantos que siguen en dificultades.

WSWS: ¿Ha escuchado acerca del caso reciente de Brian Easley, el veterano que fue matado por la policía cuando atracó un banco Wells Fargo con la única demanda de que le siguieran dando sus 892 dólares al mes por discapacidad después de una herida que sostuvo en Irak para darse sostén a sí mismo y a su hija?

Barajas: No he oído de él, pero si le quitan a uno su pan y agua, ¿cómo esperan que sobreviva?

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Los reclutadores militares les mienten a los inmigrantes haciéndolos creer que su servicio militar inicia un proceso de naturalización. A otros se les dice que serán naturalizados automáticamente al inscribirse. La mayoría no están conscientes de que el servicio militar no les provee ninguna base para obtener su ciudadanía y que su servicio a las Fuerzas Armadas no evitará su deportación al caducar su visa.

Cuando su visa expira en pleno servicio activo, los soldados inmigrantes reciben su “baja honrosa”. Permanecen en EE. UU. corriendo el riesgo de ser deportados en cualquier momento, y no se les provee un abogado. Lo que es más significativo, en muchos casos, las deportaciones ocurren conjuntamente con delitos menores, el resultado de leyes migratorias más severas como la llamada “Comunidades seguras”, la cual le autoriza a la policía averiguar el estatus migratorio de las personas en cárceles locales, incluso por delitos como manejar bajo la influencia de alcohol.

Estas leyes punitivas fueron introducidas durante el gobierno Bush y fueron expandidas bajo Obama, quien deportó a 2,7 millones de inmigrantes, incluyendo a miles de veteranos. Para muchos veteranos, las difíciles condiciones de vida que incluyen el desempleo y traumas psicológicos que producen dificultades mentales y físicas que a veces llevan a crímenes.

Las estadísticas sobre veteranos encarcelados revelan las dificultades inmensas en ajustarse a la vida civil. Un informe publicado en julio del 2016 por la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles (ACLU, por sus siglas en inglés) mostró que los veteranos son más propensos que los civiles a cumplir una condena por delitos violentos, utilizar drogas intravenosas y sufrir un divorcio. Más de la mitad de los veteranos encarcelados sirvieron en periodos de guerra y más de la cuarta parte han experimentado combate.

Durante un reciente panel sobre la inmigración, el congresista demócrata sandieguino, Juan Vargas, se promovió a sí mismo como el paladín del proyecto de ley 2761 en la Cámara de Representantes, conocida como Healthcare Opportunities for Patriots in Exile Act of 2017 (Ley de Oportunidades de Cuidado Médico para los Patriotas Exiliados del 2017, la ley HOPE por sus siglas en inglés.) Dicha legislación les permitiría a los veteranos deportados ingresar a EE. UU. para obtener servicios médicos, pero los obligaría a regresar a su país de origen inmediatamente después. Este patético “compromiso” con el gobierno de Trump resume el carácter reaccionario del Partido Demócrata, inclusive de sus representantes latinos que se presentan cínicamente como los defensores de los inmigrantes.

La ironía detrás de la propuesta del congresista Vargas es que el VA va a insistir en clausurar sus instalaciones de salud, precipitando un sinfín de dificultades para los veteranos, tanto inmigrantes como no inmigrantes. La primavera pasada, el presidente del VA, David Shulkin, declaró que el VA espera cerrar más de 1110 de sus instalaciones para proceder con la privatización de los servicios médicos para veteranos. El argumento que 430 de estas instalaciones estaban vacías y 735 han estado “infrautilizadas” fue empleado para ahorrarle al gobierno federal los 25 millones de dólares que utiliza anualmente para mantenerlas.

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