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“No existe ninguna prueba contra de ninguno de ellos”:

Cuatro meses desde la incriminación y condena de los obreros de Maruti Suzuki de la India

Hace cuatro meses un tribunal en el norte de la India incriminó con falsas acusaciones de asesinato, y condenó a cadena perpetua, a trece trabajadores de la planta de ensamblaje de automóviles, Maruti Suzuki.

Luego de que huelgas, tomas de fábrica y otras acciones militantes obligaron a la patronal a reconocer el sindicato de trabajadores de Maruti Suzuki (Maruti Suzuki Workers Union, MSWU), la empresa montó una provocación el 18 de julio 2012. La provocación comienza con la amenaza de despedir a un obrero que se quejó de un insulto anticasta de parte de uno de los capataces; luego la empresa envía a matones a sueldo, que atacan a los obreros que defienden al trabajador amenazado. En medio de esta riña ocurre un misterioso incendio, donde muere de asfixia un gerente de recursos humanos.

El tribunal encuentra culpables a los acusados el 10 de marzo de este año; ocho días después, el juez Rajinder Pal Goyal pasa sentencia, condenándolos a vivir el resto de sus vidas en los infames calabozos de la India.

Estos trabajadores son víctimas de un monstruoso montaje judicial, fraguado por esta compañía japonesa y el gobierno del Estado, decidido a aplastar toda resistencia a las condiciones de superexplotación que existen en las zonas de comercio libre y en los cordones industriales de la India.

El Comité Internacional de la Cuarta Internacional y el World Socialist Web Site han lanzado una campaña internacional en defensa de estos obreros heróicos. Urgimos a todos los trabajadores, estudiantes y a los defensores de derechos humanos a añadir sus firmas a nuestra petición por la libertad inmediata de los obreros de Maruti Suzuki.

Durante el proceso, la fiscalía del gobierno que al principio exigía la pena de muerte, no presentó ni una pizca de evidencia que relacionara a los trabajadores a la muerte de Avineesh Dev, el único gerente en la planta que defendía la lucha de los obreros.

Doce de los trece obreros son líderes del MSWU, sindicato establecido en rebelión contra el sindicato esquirol de la empresa, que colaboraba en la brutal superexplotación de los trabajadores. Después de la maniobra de provocación organizada por la empresa el 18 de julio 2012, miles de obreros fueron despedidos, cientos fueron detenidos. El MSWU, que había ganado muchísimo apoyo por combatir el odiado sistema de tercerización, fue destrozado.

Los prisioneros son: Ram Meher, presidente del MSWU, 30; Sohan Kumar, vicepresidente, 28; Sarabjeet Singh, secretario general, 24; Pawan Kumar, secretario, 26; Ajmer Singh, consejero legal, 27; Suresh Kumar, tesorero, 32; Sandeep Dhillon, principal dirigente, 31; Ram Bilas, 25; Jiya Lal, 31; Amarjeet Singh, Dhanraj Bambi, Pradeep Gujjar y Yogesh Kumar. Todos ellos vienen de pobres zonas rurales. La mayoría tiene pequeños hijos o hijas, esposas, padres ancianos que dependen de sus ingresos ahora inexistentes (Para conocer a los estos hombres mejor, y ver sus fotos, haz clic en esta página de Facebook.)

El World Socialist Web Site publicó una detallada crónica del montaje judicial, la conspiración de la policía y la empresa, la manipulación de declaraciones juradas, la fabricación de evidencias por la policía y los fiscales del Estado Haryana, gobernado en ese entonces por el Partido Congreso Nacional. La policía sistemáticamente se negó llevar a cabo los más rudimentarios exámenes forenses, que hubieran exculpado a los acusados. Completando todo eso, el juez repetidamente cargó a los acusados con la responsabilidad de demostrar su propia inocencia, impidiendo, que declaren obreros que habían protagonizado los acontecimientos sin ser acusados de nada, alegando que ellos son prejuiciados.

No obstante, los argumentos del gobierno acaban siendo tan insustanciales que al juez Goyal no le queda otra que exonerar a ciento diecisiete de los ciento cuarenta y ocho originalmente en el banquillo. Además de los trece trabajadores condenados a cadena perpetua, otros dieciocho, culpados de crímenes menores, fueron sentenciados a entre dos y cinco años de prisión. El martes pasado los tribunales de Punjab y Haryana otorgaron libertad bajo fianza a cuatro ex trabajadores de Maruti Suzuki —Jogender, Iqbal, Ramshabd Morya y Pradeep Kumar— que cumplían condenas de cinco años. Anteriormente los tribunales habían librado a otros catorce, cumpliendo condenas de dos años.

No ha habido ninguna compensación para los ciento diecisiete obreros que nunca fueron acusados de nada, por haber sido despedidos ilegalmente por la empresa y detenidos durante años sin derecho a fianza sólo por haber sido acorralados en la razia policial de julio 2012.

Es más, no acaba la revancha contra los obreros exculpados y dejados en libertad. Hace un mes, el gobierno del estado de Haryana, ahora bajo el mando del partido Bharatiya Janata (BJP, de orientación chauvinista hindú), anunció que apelará la liberación de los ciento diecisiete obreros e intentará aumentar las penas contra los dieciocho sentenciados por delitos menores.

Durante un viaje al cordón industrial de Gurgaon Manesar, en los suburbios industriales de Nueva Delhi hace poco hablaron periodistas del World Socialist Web Site con algunos de los trabajadores exonerados. Estos trabajadores describieron las dificultades que encararon sus familiares durante su tiempo en el calabozo, sin dinero para apelar en los tribunales laborales para exigir la devolución de sus empleos.

Subash, del distrito Panipat del Estado de Haryana, nos contó de su detención en agosto 2012: “La policía se metió en mi casa y dizque encontró una vara de acero. Primero me pidieron que me presentara en la estación de policía como parte de la investigación. Cuando llegué, me arrestaron”.

“Me acusaron de dieciocho cosas incluyendo asesinato, incendio y amotinamiento. La policía intento extraer mi confesión. Yo me negué. Soy padre de un niño de catorce y de una niña de ocho. Mi familia y mis padres sufrieron mucho durante los cuatro años que estuve preso. Mi esposa no tiene empleo”.

Sobre el veredicto de asesinato contra los trece obreros de Maruti Suzuki, cumpliendo cadena perpetua, dijo: “No existe ninguna prueba para ninguna de las acusaciones”.

Arrestaron a Kamal Singh, 31, el 17 de agosto 2012 en su casa en Dehli. “Habían pasado tres meses desde mi matrimonio. Mi esposa estaba embarazada. Pasé tres años y medio en la cárcel. Conocí a mi niño después que me largaron de la cárcel, cuando ya tenía tres años de edad”.

“Mi padre, un obrero, y mi madre se enfermaron gravemente después de mi detención. Luego de mi arresto, mi padre era el único recibiendo un sueldo en toda mi familia. Ahora le tocaba cuidar de mi esposa e hijo. Yo había sido un obrero permanente en la planta de Manesar. Ahora estoy sin trabajo”.

Kamal describió su tiempo en la cárcel: “Uno no puede ver ni el amanecer ni el anochecer dentro de la cárcel.”

Los ataques contra los obreros de Maruti Suzuki no tienen fin porque ellos han rechazado la estrategia de guerra de clases de la burguesía, que intenta crear condiciones para que India reemplace a China como el nuevo centro de sueldos de hambre. El batallar de los trabajadores también amenaza la estrategia de esas empresas transnacionales, como Suzuki, que circulan el planeta en busca de la mano de obra más barata en pos de máximas ganancias y el máximo lucro para sus accionistas.

En marzo, cuando los obreros de Maruti Suzuki eran sentenciados, el primer ministro de la India, Narendra Modi, se reunió con los jefes de Suzuki y Toyota. En mayo, Arun Jaitley, el ministro de finanzas y de defensa, se reunió con el gerente de Suzuki, Osamo Suzuki, cuando visitaba al Japón para fortalecer lazos económicos y estratégico militares. Luego de esa reunión, Suzuki anunció que invertirá cien mil millones de yen (880 millones de dólares estadounidenses) para expandir su nueva planta en Gujarat, en el occidente de India. Ese proyecto se completaría en 2020. Por su parte Hyundai, empresa coreana de automóviles intenta invertir dos mil millones de dólares en India. Proyecta una producción anual de un millón de automóviles en 2020 y 2021. Las empresas estadounidenses Ford y General Motors, tienen plantas de ensamblaje y otras fábricas en el país, inclusive Chennai, la Detroit de India.

Modi, con su proyecto “hecho en India”, ha intensificado la campaña de la élite de poder india para imponer reaccionarias reformas sociales de “libre empresa”. Entre estas reformas están, grandísimos recortes en gastos sociales, la destrucción de normas ambientales, el fomento de las privatizaciones, permitir que patrones en pequeñas y medianas empresas decidan a su antojo la manera con que cumplen con las normas laborales y de salubridad y seguridad ocupacional.

Hace un mes la policía atacó y reprimió a los obreros y sus familias, con lathi (cañas de bambú con tiras de hierro), arrestando a 400 obreros, por participar en una manifestación frente a la autopartista Aisin en Haryana. Los trabajadores, que afrontan bajos sueldos y condiciones brutales de superexplotación similares a las de la cercana planta de Maruti Suzuki, luchaban en defensa de docenas de trabajadores tercerizados despedidos luego que oficiales laborales negaron su demanda por la formación de un sindicato independiente.

Como es su costumbre los sindicatos permanecen mudos sobre lo que acontece, luego su supuesto “Día Protesta toda-India”, acontecimiento a que para nada se molestaron en movilizar a los obreros. En los últimos veinticinco años, los estalinistas del Partido Comunista de India (Marxista) y del Partido Comunista de India, que controlan las principales confederaciones sindicales, han sostenido a la sarta de gobiernos encargados de llevar a cabo el proyecto neoliberal de convertir, para el capitalismo mundial, a India en un taller de superexplotación y bajísimos ingresos.

En estados como Kerala y Bengal Occidental, que han gobernado los estalinistas, llevan la cabo medidas de libre empresa son pro inversionistas, según ellos. Estas medidas incluyen la prohibición de huelgas en el sector de alta tecnología, y la expropiación de las tierras de campesinos pobres, para los proyectos de las grandes empresas.

En su lucha para poner un alto a su superexplotación, los obreros de Maruti Suzuki asestan un golpe a favor de todos los trabajadores del mundo; esto va mucho más allá de la lucha de los trabajadores indios. Defender estos obreros es un primer paso, una necesidad vital, para establecer la unidad internacional indispensable para la lucha contra el capitalismo mundial.

La campaña del Comité Internacional de la Cuarta Internacional en defensa de los obreros de Maruti Suzuki ya ha conquistado el apoyo de miles de obreros y de jóvenes en todo el mundo. Más queda por hacer. Les exhortamos a los obreros y jóvenes circular nuestra petición en su defensa y por su inmediata libertad, compartir su página de Facebook y luchar por la movilización de toda la clase obrera por la liberación de estos prisioneros de la guerra de clases.

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