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Trump da otro paso hacia una guerra comercial

En el discurso del presidente Trump, ante la ultraderechista Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC) el 24 de marzo vio una nueva elaboración de la agenda de guerra comercial que está en el centro de las políticas económicas de su administración de la cual ya se han manifestado advertencias de las consecuencias devastadoras que va tener para la economía mundial.

Este discurso fue inmediatamente seguido por un reporte en el Financial Times (FT) que informa que la administración ha pedido a la oficina del Representante Comercial de los Estados Unidos que elabore una lista de mecanismos que podrían ser utilizados para imponer unilateralmente sanciones comerciales contra China y otros países.

Según el artículo, las personas que fueron citadas indicaron que el objetivo era encontrar maneras de sacarle vuelta a los procedimientos de solución de controversias bajo la Organización Mundial del Comercio (OMC) que han gobernado las relaciones comerciales internacionales desde 1995. Si resultan exitosas, estas maniobras podrían conducir a la erupción de una guerra comercial.

Esto está en línea con los comentarios de Trump sobre el comercio internacional en la CPAC. Como todos sus discursos públicos, no era tanto un discurso, pero más como una diatriba denunciando los acuerdos comerciales del pasado que Trump mantiene son la causa del declive en el desempeño económico del capitalismo estadounidense. Y los cantos de “USA, USA” de la multitud, fueron acompañados por el compromiso de llevar a cabo “unos de los incrementos militares más grandes en la historia de los Estados Unidos”.

Al explicar las razones de su decisión de retirarse del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP) entre 12 naciones negociado bajo Obama, Trump estableció la forma en que prevé negociar acuerdos comerciales en el futuro.

“Vamos a hacer acuerdos comerciales, pero lo vamos a hacer uno a uno. Y si no se comportan, terminaremos el trato. Luego volverán y haremos un trato mejor. Ninguno de estos grandes tratos atolladeros que son un desastre”.

En su audiencia de confirmación como secretario de comercio, Wilbur Ross elaboro la opinión de la administración sobre los acuerdos multilaterales. Las negociaciones con 12 países como el TPP, involucran concesiones que a su vez de dan un pequeño golpe a los Estados Unidos. “Sigue haciendo eso 12 veces y tienes muchos golpes”.

La política de “Primero América” no sólo se aplica al comercio. Bloomberg ha informado que en discusiones el jueves pasado el secretario del Tesoro, Mnuchin, le dijo al gobernador del Banco de Inglaterra, Mark Carney, que el gobierno de Trump promovería los intereses nacionales de los Estados Unidos en cualquier discusión sobre la regulación financiera.

Mnuchin señaló que "uno de los principios básicos de la administración para la regulación financiera es promover los intereses estadounidenses en las negociaciones de regulación financiera internacionales". La declaración se hizo eco de una orden ejecutiva emitida por Trump el 3 de febrero que declara que los Estados Unidos "promoverá los intereses estadounidenses en negociaciones y reuniones de regulación financiera internacionales".

Esta estridente afirmación del nacionalismo económico estadounidense no sólo está dirigida contra el TPP y el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NATFA) con Canadá y México, que Trump dice que quiere renegociar. Como muestra el informe del FT, la agenda de la administración es mucho más amplia. Durante la campaña electoral, Trump describió la OMC como un "desastre", amenazando con que Estados Unidos se retiraría de la organización si no aceptaba la imposición de impuestos de importación y otras medidas dirigidas contra países considerados como perjudiciales para los intereses económicos de los Estados Unidos.

El giro de los Estados Unidos a los acuerdos bilaterales fue también el mensaje entregado por el principal estratega de Trump, Stephen Bannon, a la Unión Europea a principios de este mes. Según un reporte de Reuters, Bannon le dijo al embajador alemán en Washington que consideraba que la Unión Europea era un concepto defectuoso y que el gobierno de Trump prefería acuerdos unilaterales.

Respondiendo al informe, un funcionario de la Unión Europea dijo a Reuters: "Parece que no hay entendimiento en la Casa Blanca que un desenlace de la UE tendría consecuencias desastrosas".

La Casa Blanca confirmó que la reunión se había realizado, pero dijo que el informe de la conversación era inexacto. Sin embargo, el énfasis esencial de las observaciones de Bannon fue subrayado por los comentarios de Trump en la reunión de CPAC.

Los ministros de comercio de la UE van a tener una reunión informal esta semana en la que discutirán su respuesta a la nueva agenda comercial que se está formulando en Washington en medio de advertencias sobre sus implicaciones desastrosas.

A principios de este mes, el ministro de Finanzas del gobierno francés, Michel Sapin, dijo que el gobierno de Trump planteaba un "grave riesgo" para el comercio internacional, en un discurso ante una reunión de economistas internacionales en París. Sapin dijo que los miembros de la UE tendrán que enfrentarse a Trump para "prevenir el colapso de las instituciones globales".

“Ni Francia ni Europa”, dijo Sapin, “pueden ver sin hacer nada y dejar que nuestras instituciones económicas se arriesguen a ser dislocadas…Como el bloque comercial más grande del mundo, la UE continuara protegiendo y defendiendo sus propios intereses y hará lo que sea necesario para contrarrestar las políticas de comercio del señor Trump”.

Otros, entre ellos la canciller alemana Angela Merkel, han dicho que la UE tendrá que buscar vínculos económicos más estrechos con otros países y regiones si no puede llegar a un acuerdo con los EE.UU.

El miedo en los círculos europeos e internacionales es que en la ideología de "Primero América", en la cual el comercio se concibe como un juego de la suma cero lo cual conduce hacia un camino de guerras de comercio que exacerbaron la Gran Depresión de los años 30 y las cuales jugaron una gran parte en crear las condiciones para la Segunda Guerra Mundial.

En los últimos años de la década de 1930, cuando se hizo evidente que otra guerra mundial era prácticamente inevitable, el secretario de Estado del presidente Roosevelt, Cordell Hull, llegó a la conclusión de que una de las razones de la futura guerra era la formación de bloques comerciales y económicos rivales. Él determinó que mecanismo tendrían que ser puestos en el lugar para asegurar esto no volviera a suceder en el mundo de la posguerra.

Después de derrotar a sus dos rivales principales, Alemania y Japón, militarmente y de haberse asegurado que la anterior hegemonía económica de Gran Bretaña se había desangrado económicamente, EE. UU utilizó su posición como el poder económico dominante para establecer un nuevo orden basado en el libre comercio.

Esta política podría ser descrita como uno de interés propio ilustrado. Se basó en el reconocimiento de que si las relaciones comerciales de los años treinta regresaban, esto tendría consecuencias desastrosas para la economía mundial, incluyendo a los Estados Unidos, que depende de un mercado mundial en expansión, lo que provocó enormes trastornos sociales con la prospectiva de revolución social, no menos en América.

Sobre la base de este análisis, Estados Unidos fue el principal instigador del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT), que entró en vigor en enero de 1948. Con el objetivo de reducir sustancialmente las barreras arancelarias y "eliminar las preferencias”, lo cual fue la base del sistema de comercio internacional de la posguerra.

El GATT no abolió los aranceles y los derechos, pero estableció el principio de que las concesiones comerciales ofrecidas por cualquier país no podían ser selectivas; Si se le concedía a uno, tenían que ser concedidos a todos. El objetivo era tratar de eliminar el tipo de trato preferencial que había conducido a la formación de bloques comerciales en los años treinta.

Las diversas rondas de negociaciones comerciales en el marco del GATT garantizaron una expansión del comercio mundial que ayudó a sustentar el auge económico de la posguerra. El GATT fue reemplazado por la Organización Mundial del Comercio en 1995. Pero su historia ha sido significativamente diferente.

En 2001 se iniciaron las negociaciones sobre un nuevo conjunto de medidas de liberalización del comercio denominada ronda de Doha. Pero en condiciones de empeoramiento del crecimiento económico mundial, especialmente después de la crisis financiera de 2008, se estancaron, lo cual llevó al abandono virtual de la ronda de Doha en 2014. La descompostura del establecimiento de nuevos acuerdos comerciales ha visto el crecimiento de acuerdos que involucran un número de países selectos. De los cuales el NAFTA y el propuesto TPP son ejemplos que constituyen una violación de los principios establecidos en 1948.

Al presentar el TPP, que deliberadamente excluyó a China, la administración Obama sostuvo que su objetivo era hacer de los Estados Unidos el centro de una red de relaciones comerciales e inversiones.

Mucho antes de la ascensión de Trump a la presidencia de Estados Unidos, el surgimiento de acuerdos comerciales limitados y regionales y la desintegración del marco global del GATT-OMC habían dado lugar a preocupaciones cada vez mayores de que el comercio mundial se parecía cada vez más a un “plato de espagueti” con acuerdos que potencialmente conflictivos.

Al igual que muchas de sus otras políticas, las medidas comerciales de la administración Trump representan tanto una continuación de las de sus predecesores como un cambio cualitativo. Ahora incluso los acuerdos multilaterales van a ser desechados y los Estados Unidos se comprometerá en acuerdos bilaterales con la amenaza de que van a ser despedazados tan pronto que se conviertan desventajosos para la nación y el país contratante va ser obligado a hacer un nuevo acuerdo en los términos dictados por Washington. Los mecanismos en el marco de la OMC para solución de controversias simplemente van a ser ignorados.

La agenda de Trump ha generado preocupaciones amplias en la sociedad acerca de dónde se dirige el sistema capitalista mundial. En un comentario del mes pasado sobre el discurso inaugural de Trump, el columnista de economía del Financial Times Martin Wolf lo caracterizó el discurso como una "declaración de guerra económica".

"Una vez que el hegemón ataca el sistema que creó, sólo dos resultados parecen probables, su colapso o recreación del sistema en torno de un nuevo hegemón", escribió Wolf.

Aunque Wolf no explicó las implicaciones de su análisis, están claras. Ambos caminos conducen a la guerra. En el caso de un colapso, el sistema comercial desemboca en una guerra económica de cada uno contra todos, cuya lógica es que cada una de las grandes potencias busca eliminar a sus rivales, en última instancia por medios militares.

El otro escenario, basado en el establecimiento de una nueva hegemonía—Wolf levanto la perspectiva de una alianza entre Europa y China—va en la misma dirección. La sustitución de una potencia por otra o por un grupo de poderes no se poder dar en una transición pacífica. Como lo muestra la historia del siglo XX, el capitalismo mundial nunca ha resuelto la cuestión de sus relaciones económicas fundamentales de esta manera, sino solo a través de la guerra mundial.

La agenda económica y comercial de Trump está poniendo al mundo una vez más en este curso, amenazando la destrucción de la civilización misma.

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