Para participar en la campaña electoral del PSI, visite el sitio web: sep2016.com .
El Partido Socialista por la Igualdad ha seleccionado candidatos a presidente y vicepresidente de Estados Unidos; son Jerry White para presidente y Niles Niemuth para vicepresidente en las elecciones del 2016. White y Niemuth luchan por un programa socialista, antibélico y anticapitalista en interés de la clase obrera de Estados Unidos y del mundo.
Jerry White, de 56 años, es el editor de la de noticias laborales norteamericanas del World Socialist Web Site. Se unió en 1979 a la Liga de los Trabajadores (Worker’s League), antecesora del Partido Socialista por la Igualdad, mientras trabajaba en la empresa de envíos United Parcel Service (UPS) y asistía a la Universidad de la Ciudad de Nueva York. Durante casi cuatro décadas, como escritor y activista, Jerry ha desempeñado un papel valioso en las luchas de la clase obrera. Fue candidato presidencial del PSI en las elecciones del 2008 y 2012.
Niles Niemuth, de 28 años, creció en una familia obrera en Wisconsin y se unió al PSI durante las enormes manifestaciones del 2011 en contra de los recortes presupuestarios impuestos por el gobernador de Wisconsin, Scott Walker. Luego de lograr su maestría en la Universidad de Wisconsin Milwaukee, donde se especializó en historia afroamericana, Niles se hizo parte del equipo del WSWS y ha escrito muchos artículos sobre las condiciones sociales en Estados Unidos, las luchas obreras y los ataques por parte del estado en contra de los derechos democráticos.
Las elecciones del 2016 ocurren en medio de una agudización de la crisis nacional e internacional. La sombra de un conflicto militar mundial se cierne sobre las elecciones. La gran mayoría de los trabajadores y jóvenes estadounidenses está sufriendo en carne propia un incesante retroceso en su nivel de vida. Mientras que el uno por ciento más rico domina la economía, a la mayoría de los estadounidenses le cuesta llegar al fin de mes, millones de ellos viven en la pobreza extrema y una proporción sustancial de los niños pasa hambre.
Nada tienen que ofrecerles los partidos Demócrata y Republicano a la gran mayoría del pueblo estadounidense excepto más guerra, mayor represión política y el empeoramiento de las condiciones sociales. Ambos son partidos políticos de Wall Street, de las grandes corporaciones, del Pentágono y de las agencias de inteligencia. Independientemente de cuál de los dos partidos gane las elecciones en noviembre, el próximo gobierno será el más reaccionario, más represivo y más violento en la historia estadounidense.
Los candidatos del Partido Socialista por la Igualdad utilizarán la campaña para plantear la perspectiva de la alternativa socialista al capitalismo, para elevar la conciencia política de los trabajadores y jóvenes y para oponerse a toda clase de chovinismo nacional, racismo y hostigamiento a los inmigrantes, luchar por la unificación de todos los trabajadores en Estados Unidos, América y el resto del mundo, y preparar a la clase obrera para las luchas que se aproximan.
El programa electoral de la SEP se centra en tres demandas:
1) ¡Opongámonos al militarismo de Estados Unidos! ¡Detengamos la ofensiva hacia la Tercera Guerra Mundial!
La campaña del PSI está combatiendo el silencio conspiratorio por parte de todos los candidatos oficiales, y de la prensa, sobre los planes de guerra de Estados Unidos.
Escondiéndose detrás de la fachada de una interminable “guerra contra el terrorismo”, ahora en su decimoquinto año, Obama dejó detrás sus promesas electorales del 2008; continuó y expandió las medidas bélicas del presidente Bush para reafirmar el control global del imperialismo norteamericano. La Casa Blanca se ha transformado, para la guerra de drones, en un centro de planificación de asesinatos, burocratizados y rutinarios. Las guerras lanzadas por Estados Unidos desde el 2001 han asesinado, herido y convertido en refugiados a millones de personas —en Irak, Libia, Siria y Afganistán.
Las guerras regionales amenazan transformarse en un conflicto global. El imperialismo estadounidense no tolerará ningún desafío, ya sea militar o económico, a su dominio internacional. El “giro a Asia” de Washington ha puesto en marcha una enorme operación militar cuyo objeto es obligar a China a aceptar la hegemonía global de Estados Unidos. Al mismo tiempo, la determinación de Estados Unidos para dominar Asia Central ha enardecido el conflicto con Rusia.
Las desenfrenadas provocaciones del Pentágono —desde las regiones bálticas hasta el mar de la China Meridional— amenazan con un desenlace fuera de control que terminaría en una guerra termonuclear. Secretos y mentiras esconden los actuales preparativos para una guerra global, que podría costarles la vida a miles de millones de personas. La campaña del PSI alertará a los trabajadores y jóvenes sobre los inmensos peligros que enfrentan y construirá los cimientos para un movimiento poderoso en contra de la guerra.
2) ¡Terminemos con la pobreza y la desigualdad social!
El PSI lucha por la abolición de un sistema en el que los súper ricos explotan el trabajo de miles de millones de trabajadores en todo el mundo. Hacemos un llamado a la redistribución de la riqueza para garantizar los derechos sociales básicos, incluyendo el derecho a un trabajo decentemente remunerado, una educación de calidad, un hogar asequible, la cobertura universal de salud, una jubilación digna, y el acceso a la cultura.
Ocho años después de la crisis financiera del 2008, la desastrosa realidad de la vida en Estados Unidos contrasta drásticamente con las proclamaciones oficiales sobre una supuesta “recuperación económica”. Mientras que el desempleo nominal sí se ha reducido desde la recesión, esto es en gran parte porque millones de estadounidenses han abandonado el mercado laboral. Todo el incremento en empleos durante la última década ha sido en puestos contingentes de trabajo, temporales y a tiempo parcial.
La desigualdad social hoy es mayor que nunca. Los 20 megamillonarios más ricos en Estados Unidos poseen tanta riqueza como los 150 millones de estadounidenses más pobres. Los ricos no sólo disfrutan de privilegios y riquezas incalculables, también viven más tiempo. La diferencia media en expectativas de vida entre los estadounidenses más ricos y los más pobres es de casi 15 años para los hombres y 10 años para las mujeres.
La juventud se encuentra agobiada con más de 1 billón de dólares en deuda estudiantil; millones de personas están perdiendo acceso a subsidios de alimento; y millones más están sufriendo reducciones, o hasta la desaparición, de sus pensiones. Mientras el gobierno gasta billones en su inmensa máquina militar y supuesta “seguridad nacional”, permite que colapsen las escuelas públicas y otras infraestructuras básicas. Las cañerías municipales de Flint, Michigan, y de otras ciudades, continúan distribuyendo a sus ciudadanos aguas contaminadas con plomo y otros elementos tóxicos.
Las propuestas de los candidatos del Partido Demócrata para elevar el salario mínimo federal —ya sean los $12 por hora propuestos por Hillary Clinton o los $15 por hora de Bernie Sanders— además de ser insinceras, son totalmente insuficientes; dejan a los trabajadores con salarios de pobreza. Los políticos de Partido Demócrata y sus aliados de la burocracia sindical han encubierto deliberadamente el hecho de que bajo la administración Obama ha occurrido la mayor transferencia de riqueza en la historia de Estados Unidos; el un por ciento más rico se ha apoderado del 95 por ciento del aumento del ingreso nacional desde el 2009.
Lejos de luchar por algún programa para mejorar el capitalismo, el PSI lucha por el socialismo. Los derechos sociales de la clase obrera no pueden ser protegidos sin un ataque directo contra los intereses de la clase capitalista y contra la hegemonía de la aristocracia financiera sobre la vida económica. Esto significa poner fin a la propiedad privada de las grandes corporaciones, convirtiendo en empresas públicas bajo el control democrático de la clase obrera todas aquellas compañías valoradas en más de $10 mil millones. Con el fin de proveer empleos de calidad para todos aquellos que lo necesiten, el PSI demanda un programa multibillonario de obras públicas para la reconstrucción de la infraestructura en todo el país.
3) ¡Defendamos los derechos democráticos! ¡No a la violencia policial y al espionaje del gobierno!
En el marco de la “guerra contra el terrorismo”, los derechos democráticos más básicos están siendo despedazados. Desde que las revelaciones hechas por Edward Snowden en el 2013 expusieron las actividades criminales e inconstitucionales de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, por sus siglas en inglés), no se ha hecho nada para frenar el poder de los aparatos de inteligencia. En cambio, cada ataque terrorista —sea en Estados Unidos o en el extranjero— está siendo utilizado para justificar mayores poderes para el estado.
La administración Obama proclama el derecho de llevar a cabo asesinatos con drones, sin ningún proceso judicial, de personas en todo el mundo, incluyendo a ciudadanos estadounidenses. También, arma a una fuerza policial militarizada que mata a más de 1.000 personas cada año con completa impunidad. Aquellos que expongan los crímenes de la clase gobernante estadounidense son arrojados a la cárcel o perseguidos y forzados al exilio, como ocurrió con Edward Snowden, Chelsea Manning y Julian Assange,.
Se tiene que desmantelar el gran aparato de espionaje y al Comando Norte del Pentágono, que dirige la actividad militar cada vez más directa dentro de las fronteras de los Estados Unidos. Una democracia genuina es incompatible con un sistema económico en que todas las decisiones son dictadas por una clase dominante que controla los bancos y las enormes corporaciones y que exige ataques cada vez más brutales en contra de los derechos e intereses de la clase obrera.
¡Rompamos con el sistema de dos partidos!
La lucha por la paz, la igualdad y la democracia es inseparable de la lucha contra el sistema capitalista, que subordina toda la economía mundial a la élite financiera. Los oligarcas controlan el sistema político y sus dos partidos mayoritarios. Para defender sus derechos, los trabajadores necesitan un partido propio.
La campaña electoral del 2016 ha expuesto una profunda crisis dentro del sistema bipartidista y en el estado agónico de la democracia estadounidense.
En el bando del Partido Republicano, la aparición de Donald Trump, un candidato cuya personalidad y gracia son claramente fascistas, representa un gran peligro para la clase obrera. Su hostigamiento racista en contra de musulmanes e inmigrantes de origen hispano tiene por objeto dividir a los trabajadores y de esta manera crear las condiciones para un ataque aún más violento en contra de toda oposición a los dictados de Wall Street.
El llamado de Trump a “Volver a hacer grande a América” es una fantasía reaccionaria. La realidad es que el capitalismo estadounidense se encuentra en una profunda crisis a largo plazo que la clase dominante busca contrarrestar con su poderío militar. Trump quisiera añadir a eso la construcción de una “gran muralla” —fomentando un nacionalismo virulento, que serviría de preludio para ofensivas militares aún más explosivas alrededor del mundo.
Su principal contendiente, el senador de Texas Ted Cruz, no es nada menos reaccionario; defiende otras propuestas de carácter fascista en base al fundamentalismo cristiano. No importa quien sea nominado, el Partido Republicano llevará a cabo su campaña más reaccionaria en la historia.
Trump ha podido aprovecharse de la hostilidad social en contra de la clase política y canalizarla en hacia la derecha debido a al carácter de la política de la “izquierda” oficial. El Partido Demócrata, comprometido con el militarismo y la austeridad, es un instrumento tan importante para Wall Street y para el aparato militar y de inteligencia como es el Partido Republicano.
Hillary Clinton, quien sigue estando a la cabeza de las encuestas como candidata para el Partido Demócrata, representa al status quo. Ella y su esposo, el ex presidente Bill Clinton, han acumulado su fortuna en base al lavado de la información privilegiada y corrupción. Como primera dama, Clinton fue parte de una administración que llevó a cabo ataques profundos en contra de los obreros; luego como senadora para Nueva York, ella apoyó la guerra en Irak, representando los intereses de Wall Street; como secretaria de estado, organizó la intervención en Libia, promovió la guerra civil en Siria y participó en muchos otros crímenes.
El amplio apoyo para la campaña del senador de Vermont, Bernie Sanders, se basa en gran parte en que éste dice ser un “socialista democrático”. Su inesperada serie de victorias en las elecciones primarias demuestra el deseo enorme de los trabajadores y jóvenes por una alternativa al capitalismo. El apoyo a Sanders ha destruido la narrativa oficial de la política estadounidense, que sostiene que nadie quien reclame ser “socialista” puede hacerse escuchar.
Sin embargo, a lo largo de su carrera política, Sanders ha demostrado que ni es socialista ni es opositor de la clase política. Incluso cuando se hacía pasar como 'independiente', colaboraba con los del Partido Demócrata; le brindó un apoyo incondicional al gobierno de Obama; defiende el capitalismo y el imperialismo americano, y promueve el nacionalismo económico, echándole la culpa a los trabajadores en México, China y otros países por la pérdida de puestos de trabajo en los Estados Unidos.
El papel principal de Sanders es utilizar sus credenciales “socialistas” falsos para encarrilar la hostilidad popular de los trabajadores y jóvenes, en contra del sistema bipartidista, hacia el Partido Demócrata. La administración Obama, que llegó al poder prometiendo “esperanza” y “cambio”, ha revelado que el Partido Demócrata es un instrumento de la élite empresarial y financiera. Con la ayuda de los sindicatos y una gran variedad de grupos de la seudoizquierda dentro de la clase media alta, los del Partido Demócrata han perfeccionado la táctica que combina una demagogia vacía, y varias formas de la política de identidad racial y sexual, con propuestas derechistas y militaristas.
Si Sanders lanzara una candidatura “independiente” —como sugieren algunos de sus partidarios— no cambiaría en nada la naturaleza de su campaña. Su programa se basa en la defensa del sistema capitalista y en la oposición a un movimiento político de la clase obrera.
Lo mismo se aplica a la campaña supuestamente “independiente” del Partido Verde. El Partido Verde es un partido capitalista que funciona como un grupo externo de presión sobre los demócratas. En las ocasiones que Partidos Verdes han participado en los gobiernos —especialmente en Alemania— han respaldado consistentemente las políticas de la clase gobernante, incluyendo ataques a trabajadores en el país y el apoyo a la guerra imperialista en el extranjero.
Un programa internacionalista y socialista para la clase obrera
La campaña de White y Niemuth es para todos los trabajadores de todo el mundo, no sólo los que viven los Estados Unidos. Lo que ocurre en los Estados Unidos tiene consecuencias globales, por lo que una lucha en contra de la clase gobernante estadounidense puede ser librada sólo como una lucha internacional. Las mismas condiciones que existen en los Estados Unidos se repiten en país tras país, y ya han llevado a revueltas sociales explosivas —desde los acontecimientos revolucionarios en Egipto en el 2011, hasta las recientes protestas en Francia en contra del estado de emergencia y las leyes laborales reaccionarias, pasando por las enormes huelgas en China e India.
La campaña del PSI lucha por la unidad de todos los sectores de la clase obrera en una lucha en común. Nuestra campaña rechaza toda clase de nacionalismo, chovinismo y fanatismo, armas de la clase gobernante para dividir a los trabajadores y enfrentarlos unos contra otros.
En los Estados Unidos, hay señales cada vez más claras de radicalización, incluyendo la rebelión de trabajadores automovilísticos el año pasado en contra de los contratos negociados por su sindicato, United Auto Workers, y la actual huelga de los trabajadores de Verizon. La clase obrera estadounidense está buscando más y más soluciones políticas y radicales para derrotar su declinante nivel de vida. La clase gobernante, decidida a controlar el mundo, pronto se dará cuenta que ni siquiera controla su propia “casa”.
El objetivo fundamental de la campaña electoral del PSI es generar apoyo al programa socialista —conversar con, y educar a, las masas trabajadoras y de jóvenes que buscan un camino a seguir. Muchos se están comenzando a preguntar: ¿Qué es el socialismo? Nuestra campaña les responderá, distinguiendo las políticas socialistas auténticas de sus falsificaciones.
¡Te invitamos a participar en la campaña! ¡El momento de adoptar una lucha activa por el socialismo es ahora! Esta no es una campaña sólo de votos. Sino, se trata de organizar y preparar a los obreros y jóvenes del mundo para las luchas que ya se aproximan.
Existen muchas maneras en las que puedes participar. Regístrate en nuestro boletín electrónico. Únete a la campaña mediante la construcción de comités electorales en su área. Organiza una reunión donde vives. Ayúdanos a incorporarnos a las listas de votación donde sea posible. Promueve la campaña entre tus amigos y compañeros de trabajo. Contribuye recursos para asegurar que el PSI lleve a cabo la campaña más agresiva posible.
¡Tenemos que forjar un nuevo camino hacia adelante! A todos los trabajadores luchando por defender sus puestos de trabajo y su calidad de vida, a todos los jóvenes ahogados en deudas y sin un futuro, a las millones de personas que están hartas de guerras interminables, les decimos: ¡Esta es tu campaña! ¡Únanse hoy!
Para participar en la campaña, visite sep2016.com hoy.
Declaración del Partido Socialista por la Igualdad