La demanda legal presentada por el Comité Nacional Demócrata (DNC, por sus siglas en inglés), la cual nombra a WikiLeaks y a su fundador, Julian Assage como coconspiradores con Rusia y la campaña de Trump en un complot criminal para robarse las elecciones presidenciales del 2016, es un ataque frontal contra los derechos democráticos. En efecto, pisotea la Primera Enmienda de la Constitución estadounidense, que establece los derechos a la libertad de prensa y a la libertad de expresión como derechos fundamentales.
Ni la demanda del Partido Demócrata ni los comentarios en la prensa reconocen que WikiLeaks estaba realizando periodismo, no espionaje; que su trabajo consiste en publicar material provisto por denunciantes que buscan exponer los crímenes de Gobiernos, grandes corporaciones y otras organizaciones poderosas; y que su valiente campaña de revelaciones ha convertido tanto al sitio como a su fundador y editor un blanco de la represión estatal en todo el mundo.
El mismo Assange ha estado efectivamente encarcelado en la embajada ecuatoriana en Londres durante los últimos seis años, desde que se refugió ahí para escapar los esfuerzos de los Gobiernos de Reino Unido, Suecia, Suecia y EUA para lograr su extradición a EUA, donde hay reportes que un gran jurado secreto lo ha imputado por cargos de espionaje y traición que podrían conllevar la pena de muerte. Desde finales de marzo, el Gobierno ecuatoriano, respondiendo a mayores presiones del imperialismo estadounidense y británico, lo ha dejado completamente aislado del mundo exterior.
La razón detrás de las imputaciones y persecución en su contra es que WikiLeaks publicó documentos militares secretos entregados por la denunciante Chelsea Manning, que develaban los crímenes de guerra de EUA en Irak y Afganistán, al igual que cables diplomáticos avergonzando al Departamento de Estado estadounidense, ya que detallaban los esfuerzos de EUA para manipular y subordinar a Gobiernos en todo el mundo.
El Comité Demócrata Nacional presentó el viernes una denuncia de 66 páginas que apesta a mccarthismo, incluyendo el tono demagógico del senador McCarthy de Wisconsin, cuando hablaba de “una conspiración sumamente vasta” en sus cacerías de brujas anticomunistas hace más de 70 años. Después de detallar una larga lista de supuestos conspiradores, como el Gobierno ruso, su agencia de inteligencia militar GRU, la campaña de Trump y Julian Assange, la denuncia declara: “La conspiración constituyó un acto de traición previamente inimaginable: la campaña del candidato presidencial de uno de los principales partidos confabulando con una potencia extranjera hostil para aumentar sus probabilidades de ganar la Presidencia”.
Tal lenguaje no ha formado parte de la vida pública oficial de EUA desde que el gánster político derechista McCarthy dejó la escena a fines de los cincuenta. Los grupos ultraderechistas como John Birch Society mantuvieron vivas esas tácticas de difamación en las décadas siguientes, pero se encontraban relegados a la periferia del sistema político. Ahora, el Partido Demócrata está buscando revivir estos métodos como el enfoque central de sus esfuerzos para mantener el poder en las elecciones del 2018.
La inclusión de WikiLeaks refleja de la forma más degradante el contenido antidemocrático de la campaña en curso. La demanda del DNC afirma, sin presentar evidencia alguna, que “WikiLeaks y Assange dirigieron, indujeron, urgieron y/o animaron a Rusia y la GRU a emprender este acto y/o proveer a WikiLeaks y Assange los secretos de oficio del DNC, esperando que WikiLeaks y Assange diseminaran esos secretos y aumentaran las probabilidades de la Campaña de Trump de ganar las elecciones”.
Según Assange y WikiLeaks, sin embargo, el material que hizo público en el 2016 del DNC y del director de campaña de Clinton, John Podesta, fue provisto por un denunciante cuya identidad WikiLeaks no conoce ya que observó sus prácticas de seguridad establecidas para preservar la discreción y proteger a sus fuentes. Ninguna evidencia ha sido presentada para probar lo contrario.
La denuncia legal se refiere a las consecuencias negativas de las revelaciones de WikiLeaks en pasajes que vale la pena citar:
135. La conspiración ilegal produjo un daño profundo al DNC. El momento y la selección de la publicación de los materiales robados previnieron que el DNC pudiera comunicarse con el electorado en sus propios términos. Las publicaciones seleccionadas del material robado llegaron a su clímax inmediatamente antes de la Convención Nacional Demócrata y continuaron durante las elecciones generales.
136. El momento y la selección de la publicación de los materiales robados estuvieron diseñados y tuvieron el efecto de abrir una grieta entre el DNC y los votantes demócratas. La emisión de los materiales robados también afectó la habilidad del DNC para apoyar a los candidatos demócratas en la elección general.
Sin embargo, la demanda del DNC no explica por qué fue tal el daño ocasionado por el material de WikiLeaks. De hecho, no menciona nada sobre el contenido en sí que se filtró más allá de indicar que fueron “secretos de oficio” y otra información exclusiva de la cúpula demócrata.
El material publicado por WikiLeaks sobre los demócratas entra en dos categorías. En primer lugar, están los correos electrónicos internos y documentos del DNC que mostraron que la presidente del DNC, Debbie Wasserman Schultz, y sus asesores cercanos intentaron socavar sistemáticamente la campaña del contrincante de Clinton, Bernie Sanders, y se aseguraron de que Clinton recibiera la nominación demócrata. En otras palabras, el DNC se queja de que Rusia amañó la carrera electoral del 2016, mientras buscó manipular el resultado de las primarias demócratas.
La segunda categoría provino del director de campaña John Podesta e incluía transcriptos de los discursos dados por Hillary Clinton a distintos grupos financieros por compensaciones tan altas como $300.000 por entrega. Muestran como buscó calmar la inquietud entre los banqueros acerca de retórica de campaña sobre reprenderlos por los engaños financieros que desencadenaron el colapso de Wall Street en el 2008 y destruyeron los puestos de trabajo y niveles de vida de millones de personas. Dejó en claro que su Gobierno continuaría las políticas pro Wall Street de la Administración de Obama.
La demanda del DNC constituye una intensificación de los esfuerzos del Partido Demócrata para convertirse en el partido preferido de la CIA y el aparato militar y de inteligencia en su conjunto. Al atacar a WikiLeaks y Assange, los demócratas están avanzando la difamación hecha por el director de la CIA, Mike Pompeo, quien fue nominado por Trump para ser su secretario de Estado, de que WikiLeaks es un “servicio de inteligencia hostil y no estatal”, presuntamente aliado con Moscú.
Si Assange es un traidor por exponer las mentiras y los crímenes del Gobierno estadounidense, eso implica que todas las publicaciones, sitios web e individuos que lo defienden y desafían la propaganda del Gobierno difundida por la prensa corporativa son cómplices de la traición y deben ser tratados según les corresponde.
Como lo ha explicado el World Socialist Web Site previamente, la campaña antirrusa montada por los demócratas es una fabricación reaccionaria que no cuenta con ningún respaldo de evidencia y que busca empujar a la Administración de Trump a escalar dramáticamente la guerra en Siria y adoptar una política más agresiva contra Rusia. Al mismo tiempo, ha sido utilizada como una justificación para ejecutar una campaña masiva y coordinada para censurar el Internet. La manipulación de los algoritmos de búsqueda y de los muros de noticias será seguida por esfuerzos más directos para suprimir las publicaciones izquierdistas, socialistas y contra la guerra.
Esta campaña también ha servido para posicionar a los demócratas como el partido que defiende a la “comunidad de inteligencia” en su conflicto con la Casa Blanca. A esto, se suma una inundación de candidatos para las nominaciones demócratas para el Congreso, hacia las elecciones de medio término en Noviembre, en distritos particularmente competitivos, provenientes de los rangos de la CIA, el ejército y el Consejo de Seguridad Nacional y el Departamento de Estado (ver: “Los demócratas de la CIA”).
La conducta del DNC demuestra el carácter reaccionario y en quiebra de las afirmaciones hechas por grupos liberales y pseudoizquierdistas —todos de los cuales han mantenido un silencio completo sobre el aislamiento y la persecución de Assange— de que votar una mayoría demócrata en el Congreso es la forma de luchar contra Trump y los republicanos. La realidad es que la clase trabajadora enfrenta a dos partidos que son enemigos políticos implacables comprometidos con la guerra, la austeridad y la represión.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 23 de abril de 2018.)