El miércoles, el impopular Gobierno minoritario del primer ministro Michel Barnier cayó después de que la Asamblea Nacional pasara una moción de censura contra su presupuesto de 2025. Este es un gran golpe político para el presidente Emmanuel Macron, quien conformó el Gobierno de Barnier tras las elecciones anticipadas de julio. El descontento público está aumentando, y dos tercios de la población francesa ahora piden la renuncia de Macron.
Macron es profundamente despreciado. Sus brutales recortes de pensiones, la violenta represión de huelgas masivas, los llamados a enviar tropas francesas a Ucrania para combatir Rusia y el apoyo abierto al genocidio del régimen israelí en Gaza han provocado una oposición abrumadora. Sin embargo, las fuerzas políticas fortalecidas por la caída de Barnier no están a la izquierda, sino en la derecha.
El Gobierno de Barnier colapsó después de que el Reagrupamiento Nacional (Rassemblement national; RN) ultraderechista de Marine Le Pen retirara su apoyo y respaldara una moción de censura presentada por el Nuevo Frente Popular (NFP) de Jean-Luc Mélenchon. Los medios franceses ahora están prestando atención al RN, los principales aliados franceses del régimen genocida de Israel y el presidente electo fascista de Estados Unidos, Donald Trump. El partido de Le Pen se está posicionando como la fuerza decisiva en la política francesa, esperando su momento mientras señala su disposición a derrocar a Macron.
El fortalecimiento de la extrema derecha en medio de la caída de Barnier es una consecuencia directa de la bancarrota política del NFP, que busca paralizar a los trabajadores. Mientras hace campaña para que Macron renuncie, Mélenchon se limita a pedir que la Asamblea Nacional apoye un Gobierno liderado por el NFP y encabezado por la burócrata del Ministerio de Finanzas, Lucie Castets.
Mélenchon ganó 8 millones de votos en las elecciones presidenciales de 2022, dominando los barrios de clase trabajadora en casi todas las ciudades más grandes de Francia. Un movimiento huelguístico que movilice a estos votantes podría paralizar la economía francesa. Sin embargo, ni una sola vez en los últimos dos años Mélenchon ha convocado, ni mucho menos organizado, una movilización masiva para desafiar las repetidas violaciones de la voluntad popular de Macron.
Durante las huelgas masivas del año pasado contra los recortes de pensiones de Macron, el NFP limitó su intervención a participar en mítines sindicales y escribir una carta patética pidiéndole cortésmente que lo reconsiderara. Millones marcharon contra Macron, y las encuestas mostraron que dos tercios de los franceses querían detener los recortes con una huelga general para bloquear la economía. Pero el NFP guardó silencio cuando las burocracias sindicales detuvieron las protestas una vez que los recortes de Macron se promulgaron como ley.
Este año, tras la convocatoria de elecciones anticipadas de Macron, Mélenchon formó el NFP, una coalición entre su partido Francia Insumisa (LFI), el Partido Socialista (PS) de la gran burguesía, el Partido Comunista Francés estalinista, Los Verdes y el Nuevo Partido Anticapitalista pablista de clase media. Esta alianza oportunista, con figuras desacreditadas como el expresidente François Hollande del PS, se basó en un programa completamente derechista, que incluía promesas de enviar tropas a Ucrania y reforzar la policía antidisturbios y las agencias de espionaje.
En las elecciones, LFI retiró a cientos de sus propios candidatos para apoyar al PS y a los candidatos pro-Macron, alegando que esta alianza bloquearía a la extrema derecha. Por lo tanto, Mélenchon ayudó a elegir a cientos de legisladores pro-Macron o del PS. Cuando las elecciones resultaron en un Parlamento sin mayoría, Macron descartó rápidamente su alianza con el NFP y se dirigió al RN de extrema derecha, que inicialmente acordó apoyar al Gobierno de Barnier sin unirse formalmente a él.
Al bloquear la oposición de la clase trabajadora a Macron y la burguesía, el NFP fortaleció a Le Pen. Le permitió denunciar a la “izquierda” como una herramienta de los bancos y consolidar el apoyo de millones de trabajadores que votaron por el RN por enfado hacia los ataques sociales llevados a cabo por los sucesivos Gobiernos encabezados por el PS.
La semana pasada, el RN retiró abruptamente su apoyo a Barnier, lo que refleja una reestructuración global más amplia de la política burguesa tras la elección de Trump. En los últimos días, Ucrania ha lanzado ataques con misiles entregados por la OTAN contra Rusia, el presidente de Corea del Sur emitió una declaración de ley marcial abortada y los Gobiernos alemán y francés se han derrumbado. La reelección de Trump, con planes de una escalada militar, deportaciones masivas y 2 billones de dólares en medidas de austeridad, señala una intensificación global coordinada de la guerra de clases de la burguesía contra la clase trabajadora.
En este contexto, los partidos de pseudoizquierda como LFI sirven para bloquear y desorientar la oposición de la clase trabajadora, fortaleciendo a la extrema derecha. De hecho, durante las elecciones de 2022, Mélenchon se comprometió a servir como primer ministro bajo Macron o Le Pen. Dijo que su opinión del neofascismo había cambiado desde la década de 1970: “Al comienzo de la lucha contra el Frente Nacional [el predecesor del Reagrupamietno Nacional], tomé una posición muy dura. Inspirado en el pasado, dije que no deberíamos aceptarlos ... Ahora la pregunta no se plantea de esa manera para mí”.
En medio de una nueva zambullida del capitalismo hacia la guerra mundial, el genocidio y la reacción política de extrema derecha, tales comentarios son monumentalmente reaccionarios y estúpidos.
La única forma de detener el descenso del capitalismo al abismo es a través de una ofensiva política socialista de la clase trabajadora. Para combatir la agenda de la clase dominante, deben organizarse huelgas y protestas dirigidas por trabajadores de base, promoviendo demandas que expresen directamente la inmensa oposición social que se está gestando en la sociedad. El Parti de l'égalité socialiste, la sección francesa del Comité Internacional de la Cuarta Internacional, presenta las siguientes demandas urgentes:
¡Alto a las guerras imperialistas contra Rusia, África y Oriente Próxim o! ¡Desmantelen la OTAN!
El bombardeo de Rusia con municiones de la OTAN y el llamado de Macron a enviar tropas francesas a Ucrania amenazan con una guerra total entre las potencias con armas nucleares. Hay que detener la guerra de la OTAN contra Rusia y Oriente Próximo, al igual que las guerras neocoloniales de Francia en África. El vasto presupuesto militar que Macron impuso el año pasado, al igual que los recortes de pensiones que lo financiaron, debe ser rescindido. Francia debe abandonar la OTAN, como parte de una lucha internacional de la clase trabajadora para desmantelarla.
¡Detengan el genocidio en Gaza y la persecución de los opositores al genocidio!
Los trabajadores en Francia y en todo el mundo deben tomar medidas inmediatas para bloquear la producción y entrega de armas al régimen israelí, que está llevando a cabo un ataque genocida en Gaza. La represión de quienes se oponen a este genocidio –a través de falsas acusaciones de terrorismo o antisemitismo— debe terminar. Todas las multas, penas de prisión y otras medidas punitivas contra los manifestantes deben ser anuladas. Los funcionarios israelíes responsables de crímenes de guerra, junto con los funcionarios franceses y de la OTAN cómplices de estas atrocidades, deben ser procesados ante tribunales internacionales.
¡Eliminen la presidencia ejecutiva de la Quinta República!
Los bancos y las corporaciones de Francia hacen cumplir su dominio a través de la represión policial violenta, los arrestos masivos de huelguistas y las leyes autoritarias. La presidencia ejecutiva de la Constitución de 1958 es el centro neurálgico antidemocrático de esta represión, concentrando poderes dictatoriales que pueden suspender el Parlamento y anular los derechos básicos. La lucha para acabar con el régimen de Macron debe incluir una lucha para abolir esta institución, que, ya sea bajo Macron o bajo el RN, amenaza con convertirse en la base de una dictadura fascista.
¡Alto a la persecución de los inmigrantes, por la unidad internacional de la clase obrera!
La clase dominante busca dividir a los trabajadores a través del nacionalismo. Los trabajadores deben rechazar los llamamientos del RN a las deportaciones masivas y luchar contra las medidas antiinmigrantes apoyadas por Macron y el NFP, incluyendo los campos de detención masivos, las leyes de la UE que niegan el derecho al asilo, las prohibiciones racistas de Francia sobre la vestimenta religiosa musulmana. La clase obrera internacional debe mantenerse unida contra estas políticas, que imitan los planes fascistas de Trump para las deportaciones masivas. La defensa de los inmigrantes es un componente crítico de la lucha por la solidaridad global de la clase trabajadora.
¡Miles de millones para empleos y programas sociales, decomisen los rescates bancarios!
A medida que aumentan los despidos masivos y cientos de miles se enfrentan a recortes de empleos en Francia y Europa, debe romperse el dominio de los bancos sobre la sociedad. Los trabajadores deben rechazar la mentira de la clase dominante de que no hay dinero para los empleos, la salud y la educación. Los recursos para los programas sociales existen: son acaparados por la aristocracia financiera, que ha saqueado los fondos públicos a través de décadas de rescates bancarios. Estas ganancias mal habidas deben ser expropiadas y las grandes corporaciones nacionalizadas bajo control democrático para garantizar que la riqueza de la sociedad se utilice para satisfacer las necesidades humanas, no el lucro privado.
¡Por los Estados Unidos Socialistas de Europa!
Los aliados de los trabajadores en Francia que se oponen a la guerra, el genocidio y la reacción social son sus hermanos y hermanas de clase a nivel internacional. Los burócratas sindicales y parlamentarios franceses abogarán por una perspectiva nacional y bloquearán cualquier lucha auténtica. Los trabajadores deben construir sus propias organizaciones de base para luchar y un movimiento político para transferir el poder a la clase trabajadora en Francia, en toda Europa e internacionalmente, reemplazando la Unión Europea capitalista por los Estados Unidos Socialistas de Europa.
Los acontecimientos en Francia y en todo el mundo exigen una respuesta audaz y revolucionaria de la clase trabajadora. El camino a seguir radica en romper con las políticas ruinosas del nacionalismo y el reformismo y luchar por la transformación socialista de la sociedad.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 5 de diciembre de 2024)