El Gobierno minoritario del primer ministro francés Michel Barnier está al borde del colapso. Su fracaso a la hora de obtener una mayoría parlamentaria para aprobar su presupuesto de 2024, que recorta el gasto social desviando decenas de miles de millones hacia el ejército y la policía, pone de manifiesto su falta de legitimidad democrática. Una encuesta de Elabe ayer descubrió que la población francesa quiere que el Gobierno caiga y dos tercios quiere que el presidente Emmanuel Macron renuncie.
La fuerza que debe ser movilizada contra el Gobierno de Macron-Barnier es la clase trabajadora. Existe una oposición popular abrumadora a sus políticas de austeridad, guerra con Rusia y apoyo al genocidio israelí en Gaza. Esta oposición debe hallar expresión en la preparación e iniciación de un movimiento de huelgas y protestas, que busque traerse abajo a tanto Barnier como Macron.
Los trabajadores y los jóvenes no pueden dejar la organización de tal lucha en manos del Nuevo Frente Popular (NFP) de Jean-Luc Mélenchon y sus aliados en las burocracias sindicales. Tras desempeñar el papel decisivo para permitir que Macron estableciera el Gobierno de Barnier después de las elecciones del 7 de julio, el NFP ha amenazado con derrocar a Barnier mediante la celebración de un voto de censura en su contra en la Asamblea Nacional. Después de que el partido ultraderechista Reagrupamiento Nacional (RN) de Marine Le Pen girara en oposición a Barnier esta semana, tal moción de censura podría pasar y derrocarlo la próxima semana.
Sin embargo, Mélenchon no está preparando a los trabajadores para las tareas políticas que planteará la caída de Barnier, sino adormeciéndolos. No está movilizando a sus votantes contra los bombardeos de la OTAN contra Rusia que amenazan con una guerra nuclear ni los planes para una intervención militar francesa en Ucrania. Tampoco advierte que el programa fascista de Trump de guerra comercial global, deportación de millones de inmigrantes y recortes sociales de miles de millones es una declaración de guerra de clases global contra los trabajadores.
En lugar de iniciar una contraofensiva de la clase trabajadora, Mélenchon afirma que la caída de Barnier resolverá estos problemas a nivel nacional, a través de un acuerdo de paz con Rusia y un Gobierno respaldado por el propio partido Francia Insumisa (LFI) de Mélenchon. Ha afirmado que Barnier caerá a través de una moción de censura durante el debate presupuestario final programado para 2025 en la Asamblea Nacional. Sin embargo, solo ofrece la perspectiva de apoyar a la burócrata del Ministerio de Finanzas respaldada por LFI, Lucie Castets, como primera ministra en las próximas negociaciones gubernamentales:
El Gobierno de Michel Barnier caerá entre el 15 y el 21 de diciembre. Hasta que el jefe de Estado [es decir, Macron] decida irse, el problema será elegir al nuevo jefe del Gobierno. Para LFI, Lucie Castets es y sigue siendo nuestra candidata para este puesto.
Mélenchon también criticó la decisión de Washington y Londres de dar misiles al régimen ucraniano para bombardear Rusia, ya que previno las negociaciones de paz con Moscú, que predijo que se acercaban rápidamente:
Dos misiles disparados a las profundidades de Rusia fueron interceptados. Es un paso importante hacia una guerra total. Una estrategia absurda y criminal de la Administración de Biden, al borde de las negociaciones de paz entre Ucrania y Rusia. ¿Están los partidarios de tal locura listos para sufrir las represalias?
Tales predicciones parlamentarias, nacionales y simplistas son totalmente irreales. El NFP respalda a Castets, pero tiene una pluralidad y no una mayoría en la Asamblea, donde los diputados pro-Macron y RN pueden unirse para bloquear a Castets ahora, como lo hicieron este verano. Y la OTAN no está preparando la paz con Rusia. Trump no solo se ha abstenido de criticar los bombardeos de Estados Unidos y el Reino Unido contra Rusia, sino que Reino Unido y Francia están tomando pasos para implementar el llamado de Macron de enviar tropas a suelo ucraniano.
Hay que advertir a los trabajadores: Mélenchon tiene un historial de políticas reaccionarias y estúpidas que conducen al desastre. Este año, formó la coalición del NFP con el Partido Socialista (PS), controlado por las grandes corporaciones, el Partido Comunista Francés estalinista, Los Verdes y el Nuevo Partido Anticapitalista pablista de clase media. En el programa del NFP, Mélenchon acordó apoyar el envío de tropas francesas como “fuerzas de mantenimiento de la paz” a Ucrania, fortalecer a la policía antidisturbios y los servicios de inteligencia, y arrojar “al río” las críticas sobre el genocidio en Gaza, como dijo, para obtener el apoyo del PS.
Durante las elecciones, Mélenchon retiró a cientos de candidatos de LFI para respaldar al PS o a candidatos pro-Macron, prometiendo que la alianza Macron-NFP detendría a la extrema derecha.
Al subordinar a los trabajadores al “presidente de los ricos”, Mélenchon obtuvo precisamente lo contrario. Le dio la espalda al 91 por ciento de los franceses que se oponen a los recortes de pensiones que Macron impuso el año pasado a pesar de las huelgas masivas para financiar la acumulación militar francesa, y una mayoría igualmente masiva que se opone a la guerra total con Rusia. En cambio, ayudó a que cientos de legisladores pro-Macron o PS fueran elegidos.
Macron luego rompió su alianza con Mélenchon después de las elecciones, instalando a Barnier a pesar de que el NFP había ganado el mayor número de votos. Sin una mayoría parlamentaria para Barnier, Macron se alió con el ultraderechista RN, que inicialmente acordó no votar contra Barnier. El NFP realizó una protesta masiva en septiembre contra esta parodia de la democracia, y luego se rindió ante Macron, Barnier y Le Pen.
Ahora, la elección de Trump y la escalada de la guerra están impulsando una reestructuración draconiana y de extrema derecha de la política europea. El Gobierno alemán cayó al día siguiente de la victoria de Trump. Trump ha nombrado a Elon Musk, el hombre más rico del mundo, para dirigir una oficina encargada de recortar $ 2 billones en gastos estatales. A medida que aumentan los despidos masivos y los cierres de plantas en Europa, los mercados financieros también comenzaron a especular sobre la deuda estatal francesa, por temor a que Barnier no pueda aprobar un presupuesto ni pagar la deuda de 3 billones de euros de Francia.
Esto presenta interrogantes urgentes al imperialismo francés, mientras busca desviar cientos de miles de millones de euros a la guerra y a pagar a los bancos. Aunque las burocracias sindicales cancelaron ignominiosamente las huelgas masivas del año pasado contra los recortes de pensiones, saben que enfrentan una oposición explosiva. ¿Puede reestructurar la política francesa y crear las condiciones para nombrar a un Bernard Arnault, el hombre más rico de Francia, a un cargo estatal como Musk en Estados Unidos, para destruir las pensiones y el seguro médico?
Esta semana, mientras estos temas se discutían en los círculos gobernantes, Le Pen retiró repentinamente el apoyo del RN a Barnier, comprometiéndose a votar junto al NFP para derrocarlo. Los trabajadores no pueden confiar en tales maniobras. Le Pen no está poniendo en marcha un renacimiento de la democracia y la paz. La burguesía europea está preparando la confrontación más explosiva con la clase obrera desde la última guerra mundial, hace 80 años, cuando los antepasados políticos de Le Pen colaboraron con el régimen nazi en Europa.
Solo hay una política viable para la clase trabajadora en tal situación. Se debe construir un movimiento insurgente de masas en la clase obrera europea e internacional, contra la guerra imperialista, el genocidio, el fascismo y la oligarquía capitalista. Tal movimiento requiere la construcción de organizaciones de lucha directamente en las bases, independientemente de las burocracias sindicales. No se puede permitir que las políticas nacionales ruinosas de las burocracias asfixien las luchas de los trabajadores.
Los trabajadores deben rechazar los cierres de plantas y los recortes sociales justificados por las crisis de deuda y los llamamientos a aumentar el gasto militar. De hecho, gran parte de la deuda se acumuló a través de rescates multimillonarios de fondos estatales otorgados a los bancos y las principales corporaciones por parte de las burocracias estatales y sindicales. Los fondos de los bancos o grupos financieros que especulan con la deuda estatal para imponer la guerra y los ataques sociales a la población deben ser confiscados y sus operaciones nacionalizadas bajo el control de los trabajadores.
Tal movimiento solo puede construirse sobre la base de una perspectiva que busque transferir el poder estatal a las organizaciones obreras de lucha y reemplazar el orden capitalista en bancarrota con el socialismo, en Europa e internacionalmente.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 28 de noviembre de 2024)