Las elecciones municipales de 2024, celebradas en medio de un espiral explosivo de la crisis política internacional, han puesto de manifiesto la podredumbre y la creciente reacción política que atenazan al orden burgués en Brasil.
En las primeras contiendas electorales a nivel nacional desde el intento de golpe de Estado del expresidente fascistizante Jair Bolsonaro, las fuerzas políticas de extrema derecha han crecido significativamente. Esto incluye al Partido Liberal (PL) de Bolsonaro, que registró el mayor aumento de votos y eligió al mayor número de alcaldes en ciudades con más de 200.000 habitantes.
Al mismo tiempo, el Partido de los Trabajadores (PT) y sus aliados, como el Partido Socialismo y Libertad (PSOL), han sufrido una gran debacle. Tras volver al poder presidencial con la elección de Lula da Silva hace dos años, el PT se ha mostrado incapaz de revertir un proceso de declive político de más de una década.
Estos resultados, sin embargo, no indican un giro a la derecha del conjunto de la población brasileña. El rasgo político más llamativo de estas elecciones fue el rechazo masivo de la clase trabajadora al establishment político en bancarrota, evidenciado por un número récord de abstenciones y votos en blanco.
Ninguno de los partidos establecidos, incluidos los de la supuesta “izquierda”, tiene respuestas a los problemas cruciales a los que se enfrentan los trabajadores brasileños, enraizados en la crisis del sistema capitalista mundial. Las cuestiones más urgentes —como la nueva guerra mundial en expansión, la explosión de la desigualdad social, el desmoronamiento de la democracia, los fenómenos climáticos cada vez más extremos y frecuentes, la persistente evolución del COVID-19 y la amenaza de otras pandemias— estuvieron completamente ausentes del debate político oficial.
El abismo que separa las preocupaciones e intereses objetivos de la clase trabajadora del poder político burgués establecido es indicativo de una crisis revolucionaria en ciernes.
La debacle electoral del PT
Dos años después de la elección de Lula para un tercer mandato presidencial, el aumento de alrededor del 30 por ciento en votos para sus candidatos a alcaldes en relación con las elecciones de 2020 y la victoria en 252 de las prefeituras (municipios) está lejos de señalar un retorno del PT a su posición de 2012, cuando logró la elección de 652 alcaldes, incluyendo en cuatro capitales.
Además, a diferencia de las elecciones anteriores, cuando el PT elegía alcaldes en grandes ciudades con una alta concentración de trabajadores, el 90 por ciento de de las prefeituras ganadas por el partido este año fueron en ciudades pequeñas, con 50.000 votantes o menos.
Fundado a principios de la década de 1980 en medio de las masivas huelgas industriales que derribaron la dictadura militar de Brasil, prometiendo una nueva vía al socialismo a través de elecciones burguesas, el Partido de los Trabajadores ha traicionado sistemáticamente las aspiraciones socialistas y democráticas de la clase trabajadora brasileña. A principios de la década de 2000, el PT se había consolidado como el partido preferido por la élite financiera nacional e internacional, convirtiéndose en el mayor beneficiario de importantes donaciones de grandes corporaciones para sus campañas electorales.
La imposición de medidas de austeridad contra los trabajadores y su implicación en escándalos de corrupción desacreditaron profundamente al PT y precipitaron el hundimiento de sus fortunas electorales a partir de 2012. Al no ver ya al PT como una herramienta eficaz para sofocar políticamente a la clase trabajadora, la clase dominante brasileña impulsó el fraudulento proceso de destitución de la presidenta Dilma Rousseff en 2016, con la ayuda pasiva del PT. Lula fue entonces condenado a prisión por corrupción.
La crisis histórica del PT —la manifestación más concentrada de una crisis del régimen político posdictatorial brasileño en su conjunto— allanó el camino para el ascenso de Bolsonaro a la presidencia en 2018. En las siguientes elecciones municipales, en 2020, el PT obtuvo el peor desempeño de su historia.
La profundización de la crisis del orden burgués, agravada por las aventuras golpistas de Bolsonaro y las crecientes contradicciones sociales y económicas desde el estallido de la pandemia del COVID-19, llevaron a la clase dominante a rehabilitar políticamente a Lula y a agruparse en torno a su campaña presidencial en 2022.
Pero, aunque los capitalistas eligieron a Lula por ser una figura más capaz de encubrir la inestabilidad de su régimen político en decadencia y de evocar recuerdos de un pasado económico más próspero, el regreso del PT a la presidencia no condujo a una reducción de su cisma con la clase trabajadora.
El rechazo masivo del PT entre la población trabajadora se evidenció claramente en el estado más industrializado del país, São Paulo, donde sus resultados cayeron en picado de 895.347 votos en 2020 a 393.714 votos este año.
Las ciudades industriales que rodean la capital paulista, antaño apodadas el “cinturón rojo”, en referencia a la enorme influencia electoral del PT, son el escenario de las mayores derrotas del partido. Tras haber administrado varias de estas ciudades durante más de un mandato, el PT solo llegó a la segunda vuelta en Diadema y Mauá este año, siendo elegido únicamente en esta última. Después de haber obtenido su peor resultado en las elecciones en la capital de São Paulo en 2020, cuando el candidato Jilmar Tatto quedó en un lejano sexto lugar, por primera vez el PT no presentó candidato propio a la alcaldía. En su lugar, apoyó a Guilherme Boulos, del PSOL, y nominó a su compañera de fórmula, Marta Suplicy.
En Porto Alegre, capital del sureño estado de Rio Grande do Sul, duramente afectado por las inundaciones récord de mayo, el índice de abstención alcanzó casi el 35 por ciento. Allí, a pesar de todas las negligencias del actual alcalde, Sebastião Melo (MDB), en relación con la infraestructura contra inundaciones de la ciudad, fue reelegido por un amplio margen frente a la candidata del PT, Maria do Rosário (62 por ciento a 38 por ciento).
El PT gobernó Porto Alegre durante cuatro Gobiernos consecutivos, de 1989 a 2004. Durante este periodo, la ciudad instituyó iniciativas como el Presupuesto Participativo que, según el PT, fueron los primeros pasos en su “camino hacia el socialismo” a través del Estado burgués. Porto Alegre también fue elegida sede de las primeras ediciones del Foro Social Mundial.
La derrota de Boulos en São Paulo y el desenmascaramiento de la “lucha contra el fascismo” de la pseudoizquierda
Los resultados obtenidos por el PT y el PSOL en las elecciones fueron una respuesta devastadora al programa ruinoso de la pseudoizquierda, basado en la afirmación de que el resurgimiento del fascismo requiere un “frente amplio” de los partidos “democráticos” del establishment burgués. Esta falsa perspectiva política no solo distorsiona los verdaderos orígenes sociales de las usurpaciones contra la democracia, sino que no representa ninguna barrera para el ascenso del fascismo.
Bajo el Gobierno de “frente amplio” de Lula, el PT y la pseudoizquierda han promovido sistemáticamente a las fuerzas políticas militares y fascistoides que tramaron el golpe de Estado del 8 de enero de 2023. Este hecho quedó explícitamente demostrado en las elecciones, ya que el PT disputó casi un centenar de ciudades en coalición con el partido PL de Bolsonaro y, como resultado, administrarán conjuntamente 49 municipios en los que fueron elegidos.
Al mismo tiempo, al promover la agenda común burguesa de austeridad y represión contra la clase obrera bajo la falsa bandera de la “unidad por la democracia”, el PT y las pseudoizquierdas están abriendo vías políticas para que la extrema derecha saque provecho del descontento de las masas con las condiciones existentes.
Esto se evidenció en el rechazo masivo a la campaña del PSOL-PT de Boulos en São Paulo. Boulos fue derrotado por el actual alcalde Ricardo Nunes, del Movimiento Democrático Brasileño (MDB), una figura fascista apadrinada por Bolsonaro, por 59 por ciento a 41 por ciento. El número de abstenciones y votos en blanco alcanzó la cifra récord de 3,6 millones, significativamente superior a los 3,3 millones de votos emitidos a favor de Nunes.
A pesar de que Boulos fue fuertemente promovido por Lula, los votos obtenidos por el presidente en 2022 no fueron transferidos al candidato del PSOL. Mientras que Lula recibió 3,7 millones de votos en 2022 en São Paulo, Boulos obtuvo 2,3 millones de votos. Esto es un indicio del descontento ya acumulado bajo el Gobierno de Lula, que ha sido incapaz de ofrecer ninguna perspectiva de mejora de las condiciones de vida tras casi dos años en el poder.
La derrota de Boulos ha demostrado una vez más, la completa bancarrota del “populismo de izquierda”, que solo ha producido desastres para la clase trabajadora a nivel internacional, como con Syriza en Grecia y Podemos en España. En su segunda candidatura a la alcaldía de São Paulo, Boulos adoptó posiciones cada vez más derechistas y recibió recursos financieros astronómicos que hicieron que su campaña fuera la más cara de Brasil, gastando 20 millones de reales (3,5 millones de dólares) más que Nunes. A pesar de ello, el candidato del PSOL no aumentó sus votos totales y vio caer drásticamente su apoyo en las periferias más pobres de la ciudad.
Lo que la campaña pseudoizquierdista de Boulos y sus promesas de “barrer al bolsonarismo de São Paulo” lograron en realidad fue una aproximación aún mayor a los fascistas. En su búsqueda de votos, Boulos aceptó una invitación para participar en un video transmitido en directo con Pablo Marçal, manteniendo una amistosa tertulia política con el candidato más abiertamente fascista en las elecciones de São Paulo, que fue derrotado en la primera vuelta.
Una semana antes de la segunda vuelta, Boulos publicó una “Carta al pueblo de São Paulo”, declarando que “Nuestro Gobierno será de diálogo y construcción conjunta, sin vínculos con ningún tipo de sectarismo”. El mismo día, se reunió con líderes evangélicos, afirmando que, “más que ideologías”, lo que lo animaba a gobernar São Paulo “es una cuestión de humanidad. Hay cosas que no importan si eres de izquierda o de derecha, es [una cuestión de] humanidad”.
Los morenistas cubren sus huellas y preparan nuevas traiciones
Hace cuatro años, el análisis del Grupo Socialista por la Igualdad (GSI) sobre la creciente adaptación de la pseudoizquierda a las fuerzas militares y fascistas en ascenso en la política brasileña recibió una respuesta histérica del Movimiento Revolucionario de los Trabajadores (MRT) morenista, que publicó el sitio web Esquerda Diário. Los morenistas acusaron al GSI y al WSWS de difamación por haber expuesto correctamente la complicidad del MRT en este proceso, ya que participó en la campaña electoral del PSOL presentando a sus propios candidatos en la lista del partido.
Al igual que las distintas tendencias pablistas antitrotskistas que históricamente apoyaron a Lula y, cuando las traiciones del PT quedaron demasiado expuestas, huyeron del partido como ratas de un barco que se hunde para formar el PSOL, los morenistas del MRT pasaron la última década promoviendo ilusiones en este partido pseudoizquierdista de la clase media-alta y afirmando absurdamente que representaba un medio necesario para construir un partido revolucionario en Brasil.
Hoy, cuando la esencia política reaccionaria del PSOL sale a la luz con toda su fuerza, el MRT y otros grupos que pretenden mantener un barniz radical (como la Organización Comunista Revolucionaria-OCI, vinculada a la Internacional Comunista Revolucionaria de Alan Woods, que se desafilió del PSOL hace un año) están inmersos en una operación para cubrir sus propias huellas y crear nuevas trampas políticas para la juventud y los trabajadores de Brasil.
El MRT lanzó candidatos en las elecciones de este año a través del Partido Socialista de los Trabajadores Unificado (PSTU), como ya había hecho en las elecciones nacionales de 2022. Se presentó como “bancada Comunista”, eligiendo como lema: “contra la extrema derecha, las reformas y la conciliación de clases”. A pesar de reconocer los nefastos resultados de las políticas llevadas a cabo por el PT y el PSOL, las declaraciones electorales de los morenistas extraen conclusiones políticas completamente falsas y desorientadoras.
La caracterización de las políticas del PT y del PSOL como “conciliación de clases” desempeña un papel especialmente engañoso. El choque de este término con la realidad se pone de manifiesto en una afirmación hecha por el propio MRT en su balance de las elecciones. Al relatar cómo el PSOL “se unió al Gobierno y al Frente Amplio, formó una federación con un partido burgués como Rede, asumió programas y discursos de derecha”, concluye que éste “se ha convertido en un partido impulsado en gran medida por una militancia pagada por el Fondo Electoral de 126 millones de reales y por mandatos parlamentarios”.
Lo que revelan estas consideraciones objetivas sobre el PSOL (cuyas analogías en relación con el PT son evidentes) es un partido formado por una burocracia de clase media materialmente ligada a la burguesía nacional y a su Estado a todos los niveles. Sin embargo, cuando el MRT presenta las políticas de estos partidos como “conciliación de clases”, está dando a entender que son esencialmente partidos de la clase obrera pero políticamente orientados hacia la burguesía.
Esta caracterización engañosa no es simplemente un error teórico, sino una orientación definida. Su objetivo es aprisionar a toda oposición de izquierda dentro de la órbita de estos partidos capitalistas y los sindicatos corporativistas que controlan, dentro de los cuales los morenistas compiten ansiosamente por posiciones.
Esta perspectiva pablista ruinosa es el contenido real de lo que el MRT presenta fraudulentamente como una “posición de independencia de clase”. En sus palabras, esto se reduciría a “construir la movilización independiente de los trabajadores luchando en los sindicatos por un plan de lucha efectivo contra los ataques y en defensa de nuestros derechos”, como escribieron en su declaración de apoyo al sindicalista Altino Prazeres, candidato del PSTU en São Paulo.
Al igual que el PSTU, que pidió el voto para Boulos en la segunda vuelta, el MRT dejó claro el carácter totalmente poco serio de su oposición al PSOL y al PT, declarando al final de la campaña: “Comprendemos que muchos trabajadores y jóvenes voten a Boulos con la esperanza de derrotar electoralmente a Nunes. Aunque no compartamos esta posición, en el MRT estaremos en primera fila, como siempre hemos estado, en la lucha contra Nunes y Marçal y todos los matices del bolsonarismo”. También podrían haber escrito: “Lo sentimos, esta vez no podemos ensuciarnos las manos, pero pronto estaremos juntos en las próximas campañas sindicales”.
Construir el Comité Internacional de la Cuarta Internacional en Brasil
Contrariamente a lo que predican los morenistas, una alternativa política para la clase obrera no vendrá de una amalgama de los grupos nacionalistas de pseudoizquierda subordinados a los aparatos burocráticos de los sindicatos y el Estado burgués.
Una alternativa real requiere luchar por una dirección revolucionaria dentro de la clase obrera que se oponga conscientemente a la burguesía nacional y sus agentes y se guíe por un programa genuinamente internacionalista y socialista. Ese es el verdadero significado de “independencia de clase”.
Tal perspectiva socialista revolucionaria en respuesta a la explosiva crisis política en Brasil solo es avanzada por el Grupo Socialista por la Igualdad. En respuesta a las elecciones municipales brasileñas, el GSI emitió la declaración: “¡No al fascismo, la guerra y la barbarie capitalista! ¡Rompan con el PT, el PSOL y la pseudoizquierda! ¡Construyan el CICI en Brasil!”.
El documento advertía que “el destino de los trabajadores y la juventud brasileños está profundamente ligado al desarrollo” de “una nueva Tercera Guerra Mundial” y abogaba por “la unificación de la clase obrera internacional para derrocar al capitalismo” mediante “la construcción de la necesaria dirección revolucionaria basada en la estrategia internacionalista del Comité Internacional de la Cuarta Internacional (CICI)”.
En vísperas de la segunda vuelta de las elecciones brasileñas, la GSI sostuvo una entrevista en vídeo con el candidato presidencial del Partido Socialista por la Igualdad (EE.UU.), Joseph Kishore. La discusión planteó las profundas conexiones e implicaciones de la crisis política en Estados Unidos para Brasil y la intervención política coordinada globalmente del CICI.
Instamos a nuestros lectores en Brasil a estudiar estas perspectivas y tomar la decisión de unirse al GSI.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 20 de noviembre de 2024)