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Perspectiva

Los Juegos Olímpicos bajo un Estado policial en París en 2024

Siempre ha existido una gran brecha entre los objetivos declarados de los Juegos Olímpicos y la realidad. Su afirmación de “excelencia, respeto y amistad” con “una perspectiva de construir un mundo mejor” inevitablemente colisiona con la glorificación del dinero en el atletismo y la promoción de la élite política capitalista de una obsesión nacionalista con los atletas del país respectivo.

Policías franceses en las afueras del Louvre en París, Francia, durante la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Verano, 26 de julio de 2024 [AP Photo/Ebrahim Noroozi]

En los Juegos Olímpicos de París de 2024, esta contradicción entre los logros de los atletas olímpicos y la realidad de la sociedad ha alcanzado una intensidad sin precedentes. El evento se desarrollar bajo la sombra de la guerra, un genocidio y el colapso de la sociedad capitalista. Un ejército de casi 80.000 policías, soldados y guardias de seguridad privada ha puesto prácticamente todo París bajo llave, mientras la clase gobernante produce una avalancha mentalmente agobiante de propaganda nacionalista en medio de la guerra de la OTAN con Rusia y el genocidio israelí en Gaza. 

Ante de los juegos, el presidente francés, Emmanuel Macron, declaró que estaría encantado de invitar al primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, a los juegos, pese a ser buscado por la Corte Penal Internacional por cargos de genocidio. En última instancia, fue el presidente israelí Isaac Herzog, actualmente bajo investigación por sus llamados a las matanzas, quien se reunió con Macron en el palacio del Elíseo antes de asistir a la ceremonia de apertura.

Herzog es infame por exigir el castigo colectivo del pueblo palestino que ahora se ha cobrado más de 186.000 vidas. “Es una nación entera la que es responsable. No es cierto, esta retórica de que los civiles no son conscientes, no están involucrados. Absolutamente no es cierto”, declaró. Justificó los ataques contra hogares, hospitales, campamentos de refugiados, infraestructura esencial y distribuciones de alimentos de civiles palestinos que han matado a cientos de miles, afirmando: “Desafortunadamente, en sus hogares, hay misiles que nos disparan...”.

El abrazo de Macron a Herzog también expone la hipocresía de la prohibición de los atletas rusos y bielorrusos de la ceremonia de apertura. Esta es una propaganda dirigida contra la oposición de la gran mayoría de la población, en los Estados Unidos, Europa occidental e internacionalmente, a los llamamientos de Macron y sus aliados de la OTAN a enviar tropas terrestres a Ucrania para combatir a Rusia.

Los cálculos que subyacen al aluvión de propaganda nacionalista y las medidas de Estado policial fueron expuestos groseramente por funcionarios del Gobierno de Macron en una entrevista extraoficial en Le Monde. “Macron espera que nuestro país se enamore de sus atletas y se beneficie del entusiasmo popular”, informó. Espera que la ceremonia de apertura “dé paso a una calma en la que el orgullo nacional supere las disputas políticas”, sane “una nación fracturada” y eleve el prestigio de “un líder que permitió que esta ceremonia tuviera lugar fuera de un estadio”.

Los Juegos Olímpicos no resolverán las contradicciones de una sociedad irreconciliablemente dividida en líneas de clase. Macron es despreciado por gobernar contra el pueblo porque personifica las políticas de guerra y austeridad rechazadas por los trabajadores de todo el mundo. Las encuestas muestran que el 90 por ciento de la población francesa se opone a los llamamientos de Macron a una guerra con Rusia y a los recortes de pensiones que impuso sin votación legislativa el año pasado, en medio de huelgas masivas, para financiar la escalada militar en Ucrania.

Macron ha proclamado públicamente su esperanza de que los Juegos Olímpicos resulten ser una “tregua política” después de que su partido perdiera las elecciones del 7 de julio en medio de un aumento del sentimiento izquierdista y antifascista. Pero en realidad, no hay pausa en los intentos del Gobierno de Macron y de toda la clase dominante francesa por construir un Estado policial fascistizante dirigido sobre todo contra los trabajadores. Mientras continúa las negociaciones con el Reagrupamiento Nacional de extrema derecha sobre formar un futuro Gobierno, Macron se apoya directamente en las fuerzas policiales, que en gran medida votaron a favor de los neofascistas.

La policía y las agencias de inteligencia de Francia han llevado a cabo la pasmosa cifra de un millón de verificaciones de antecedentes penales de atletas olímpicos, voluntarios y trabajadores, así como de visitantes. Estos controles, basados en 20 millones de registros policiales, casi un tercio de la población de Francia, impidieron que 5.000 personas asistieran. El ministro del Interior, Gérald Darmanin, quien en repetidas ocasiones ha hecho vagas acusaciones de que Rusia tiene como objetivo desestabilizar Francia durante los Juegos Olímpicos, afirmó que estas verificaciones de antecedentes encontraron 1.000 espías.

La policía está prohibiendo las protestas contra el genocidio en Gaza, mientras que los drones, los helicópteros de bajo vuelo y los destacamentos de la policía militar vigilan múltiples zonas de seguridad en el suelo y los cielos de París. Para prepararse para los Juegos Olímpicos, la policía ha desplazado a 12.000 personas en París, muchas sin hogar. A medida que se integran las fuerzas policiales militares, nacionales y regionales, incluso los guardias de seguridad del metro ahora intervienen rutinariamente en los metros abarrotados para arrestar y esposar a sospechosos.

La acumulación de policías va de la mano con las implacables denuncias de los medios de comunicación a la izquierda política. Después de que varios incendios afectaran la infraestructura de trenes y el internet en medio de los juegos, la policía anunció que seguían el “modus operandi de la extrema izquierda”. Si bien Darmanin ha pedido a los comentaristas que sean “prudentes” en cuanto a atribuir la responsabilidad a los 45 miembros del grupo ecológico Extinction Rebellion ahora arrestados por la policía, la campaña que denuncia a la “ultraizquierda” como responsable del terrorismo continúa sin cesar.

En realidad, los Juegos Olímpicos están demostrando que ningún problema social importante puede abordarse, ni mucho menos resolverse, en condiciones en las que la oposición masiva al orden capitalista existente se ve sofocada por Estados policiales y sus cómplices políticos.

En medio de una ola veraniega de COVID-19 en Francia, que es sistemáticamente censurada por la prensa y los partidos del establishment, incluido el Nuevo Frente Popular (NFP), los Juegos Olímpicos están emergiendo como un evento de superpropagación de la enfermedad. Los jugadores australianos de waterpolo, los nadadores británicos y los atletas belgas han contraído COVID-19, pero no se ha establecido un protocolo general para detener la propagación. Las corruptas burocracias sindicales de Francia han aislado a grupos de voluntarios olímpicos, que han amenazado con renunciar, declarando que la “negación de la amenaza de la pandemia de COVID-19 no es un antídoto contra la contaminación”.

Quizás el espectáculo más degradante ha sido el intento de Macron de celebrar eventos olímpicos en el río Sena y sus alrededores, obligando a los nadadores a competir en aguas contaminadas con aguas residuales.

Las empresas francesas y los principales inversores han recibido cientos de miles de millones de euros en rescates bancarios desde la pandemia de COVID-19, lo que ha convertido al multimillonario francés Bernard Arnault en un contendiente por la posición del hombre más rico del mundo. Pero la realidad es que uno de los países más ricos del mundo tiene muchas líneas de alcantarillado abiertas y las fuertes lluvias contaminan masivamente el Sena con E. coli y otras bacterias. Esto ahora amenaza con bloquear el evento de triatlón o, si procede, producir infecciones devastadoras entre muchos atletas.

El reconocido triatleta alemán Jan Frodeno ha emitido una advertencia pública recordando cómo la carrera de su esposa, Emma Neiges Frodeno, terminó en 2014 después de que un evento de natación en aguas contaminadas la dejara con secuelas.

La incesante normalización de los ultrajes cada vez mayores por parte de la clase capitalista se enfrenta a una oposición profunda e históricamente arraigada en la clase obrera internacional. De hecho, antes de los juegos, la inteligencia francesa preparó un memorando preocupándose por los incontrolables disturbios masivos que posiblemente estallarían durante los Juegos Olímpicos y “mostrando varios actos cometidos en el contexto de la oposición social” ante una audiencia televisiva mundial de 3 mil millones de personas.

Solo la movilización y unificación de esta poderosa fuerza, la clase obrera internacional, puede superar el nacionalismo y la reacción de Estado policial producidos por la crisis mortal del sistema capitalista de Estados nación. La cuestión decisiva hoy es construir un movimiento de masas contra la guerra imperialista, el genocidio y el capitalismo, independientemente de los partidos capitalistas abiertamente fascistas o nominalmente “democráticos”, en una lucha por el poder obrero y por el socialismo.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 30 de julio de 2024)

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