La movilización de 2.000 policías de la ciudad y el estado y tropas de la Guardia Nacional en la ciudad de Nueva York bajo el pretexto de combatir el crimen en el extenso sistema del metro es una muestra del carácter reaccionario del Partido Demócrata y su apoyo a los mismos ataques a los derechos democráticos y la clase trabajadora que encabezan Trump y los republicanos.
El mes pasado, el alcalde demócrata neoyorquino Eric Adams anunció el despliegue de 1.000 efectivos del Departamento de Policía de Nueva York (NYPD) en el metro, después de una campaña de ley y orden en los tabloides de la ciudad, involucrando relatos sensacionalistas de un puñado de ataques violentos contra usuarios y trabajadores del metro.
El miércoles, la gobernadora de Nueva York, Kathy Hochul, también una demócrata, anunció el redespliegue de 750 tropas de la Guardia Nacional que ya se encuentran en la ciudad, así como 250 policías estatales y de la Autoridad Metropolitana del Transporte (MTA, por sus siglas en inglés), la agencia estatal que administra los metros, a fin de aumentar el personal uniformado que vigila las estaciones del metro y viaja en los trenes.
Las tropas están actualmente operando desde el fuerte Hamilton en Brooklyn, como parte de la Fuerza de Tareas Conjuntas Empire Shield, creada hace casi un cuarto de siglo tras los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001. Patrullan regularmente en Grand Central Station, la Autoridad Portuaria y otras estaciones de transporte, utilizando uniformes camuflados y equipados con rifles automáticos, pero sin interactuar con la población. Ahora, estos soldados asumirán el papel de apoyar al NYPD, asistiendo en las revisiones de bolsas y equipaje y otras actividades policiales. También se movilizarán más profundamente en la red del metro, apareciendo en más de sus 472 estaciones y viajando en los trenes
Hochul anunció otras medidas represivas, incluyendo la instalación de cámaras en todos los vagones, así como en las cabinas de los jefes de tren y maquinistas. Los demócratas en la asamblea legislativa estatal introducirán un proyecto de ley que prohíbe a todo convicto de un crimen violento en el metro utilizar el sistema de transporte público pro tres años, efectivamente prohibiéndole vivir y trabajar en la ciudad, donde solo los ricos y la clase media-alta pueden llevar a cabo sus actividades cotidianas sin utilizar el metro.
Las estadísticas de los últimos años demuestran que esta campaña para fomentar el miedo a la violencia en el metro no tiene fundamento. Las cifras de la policía de Nueva York muestran un descenso del 2,6 por ciento en los delitos cometidos en el metro en 2023, en comparación con 2022, aunque se produjo un aumento en enero de 2024 en comparación con el mismo mes del año anterior. Según análisis separados de la MTA y del New York Times, los delitos violentos se producen a un ritmo de entre uno y dos por cada millón de viajes en metro.
Pero algunos incidentes violentos —el acuchillamiento de un conductor de metro, el tiroteo a un pasajero en Brooklyn— han sido objeto de sensacionalismo por parte de los medios de comunicación y los políticos capitalistas de ambos partidos.
El alcalde Adams ha intentado seguir el ejemplo de Donald Trump afirmando una conexión entre la inmigración y la delincuencia. El mes pasado propuso debilitar el estatus declarado de Nueva York como “ciudad santuario” y volver a entregar a los inmigrantes detenidos por delitos violentos, a pesar de no haber sido juzgados ni condenados, al Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés), que los detendrá y deportará.
Hochul no ocultó los motivos políticos derechistas detrás de su anuncio del redespliegue de tropas. “También voy a demostrar que los demócratas también luchan contra la delincuencia”, declaró el jueves a MSNBC. “Esta narrativa de los republicanos haciéndose del cuento de que somos blandos con el crimen, que desfinanciamos a la policía. No”. Aquellos que se opongan a un control azaroso de sus bolsos tienen una elección. “Pueden negarse”, dijo. “Podemos rechazarlos. Pueden caminar”.
Varios grupos defensores de libertades y derechos civiles han advertido que los nuevos anuncios políticos de Adams y Hochul amenazan con revivir la odiada política de “detención y cacheo” del exalcalde Rudy Giuliani, ahora uno de los más fervientes partidarios de Trump y coacusado por delitos graves relacionados con los intentos de Trump para anular las elecciones de 2020. La Unión de Libertades Civiles de Nueva York dijo que Hochul estaba “arrancando una página directamente del libro de jugadas de Giuliani. El anuncio de hoy no aborda los problemas existentes desde hace mucho como la falta de vivienda, la pobreza y el acceso a la atención de salud mental.” En su lugar, se está estableciendo “un Estado de vigilancia generalizada”.
Los demócratas de Nueva York siguen el ejemplo del presidente Biden, que el mes pasado viajó a la frontera entre Estados Unidos y México para mostrar su acuerdo con los republicanos en que los exasperados migrantes representan una grave amenaza para Estados Unidos y en que se necesitan más medidas represivas en la frontera contra aquellos que huyen de la pobreza y la opresión, incluyendo muchas familias enteras con niños.
Desde entonces, Biden ha denunciado periódicamente a los congresistas republicanos por bloquear leyes que reprimirían salvajemente a los migrantes, como la contratación de miles de agentes más de la Patrulla Fronteriza, así como de jueces de inmigración, la restricción de las solicitudes de asilo y la autorización de deportaciones más expeditas, ignorando lo que le depara el futuro a los migrantes que son obligados a volver a los países de los que han huido.
Biden ha atacado a Trump desde la derecha, culpándolo de empeorar la crisis fronteriza desde que el expresidente pidió a los republicanos de la Cámara de Representantes que bloquearan el proyecto de ley bipartidista sobre inmigración después de que hubiera sido aprobado por el Senado.
El New York Times, portavoz del Partido Demócrata, respaldó la decisión de que la Guardia Nacional asumiera tareas policiales en el metro. En un comentario publicado en el sitio web del periódico, Maya Gay, miembro de su Consejo Editorial, escribió que la acción de Hochul “es la correcta. Si el despliegue de agentes estatales por parte de Hochul puede proporcionar incluso un poquito de consuelo psicológico, animando a más pasajeros a volver al metro, podría ayudar a que el sistema sea más seguro”.
La burocracia sindical también está de acuerdo. El Local 100 del Sindicato de Trabajadores del Transporte, con más de 30.000 afiliados que trabajan para la MTA, se ha opuesto durante mucho tiempo a las cámaras en las cabinas de los maquinistas porque serían utilizadas por la gerencia para espiar a los maquinistas y jefes de tren. Pero en respuesta al plan de Hochul de poner cámaras en todas las cabinas, el sindicato dijo que “apoyaría la instalación siempre y cuando las cámaras sean únicamente para fines de seguridad y no se utilicen para apoyar casos disciplinarios contra miembros del sindicato”. Los maquinistas y jefes de tren pagarán el precio de esta cínica claudicación.
El caso neoyorquino refuta la afirmación de Biden de que él y los demócratas están combatiendo la amenaza a la democracia estadounidense que representa Donald Trump. Si bien el probable candidato presidencial republicano representa la amenaza más obvia y descarada de una dictadura, el Partido Demócrata no es una alternativa.
Uno de los episodios clave en la preparación por parte de Trump de su intentona golpista del 6 de enero de 2021 fue su amenaza de invocar la Ley de Insurrección durante el verano de 2020 y enviar al ejército a las principales ciudades estadounidenses para reprimir las manifestaciones populares contra la violencia policial desencadenada por el asesinato de George Floyd. Ahora, un gobernador demócrata está desplegando tropas en la mayor ciudad estadounidense con un pretexto igualmente falso.
Como lo dejó claro Biden en su discurso sobre el Estado de la Unión (al que el WSWS responderá mañana) el programa del Partido Demócrata se centra en la guerra, enviando armas para combatir a Rusia en Ucrania, apoyando el genocidio israelí en Gaza en preparación para la guerra con Irán, y persiguiendo una acumulación militar masiva en la región de Asia-Pacífico dirigida contra China. Esta empresa agresiva y militarista tiene como objetivo mantener el dominio global del imperialismo estadounidense.
El coste recaerá sobre la clase trabajadora, a través de la destrucción de las prestaciones sociales, los puestos de trabajo y el nivel de vida. Es imposible que la élite gobernante estadounidense lleve a cabo esta política democráticamente. Requiere un ataque frontal a los derechos democráticos de la clase trabajadora y el aumento de las fuerzas represivas del Estado capitalista.
Lo que está sucediendo ahora en la ciudad de Nueva York es una prueba de que Trump y Biden simplemente representan diferentes rutas hacia el mismo futuro antidemocrático. La defensa del empleo, el nivel de vida y los derechos democráticos exige una lucha política, social e industrial independiente de la clase obrera.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 7 de marzo de 2024)