Español

Liberales cobardes se unen a fallo unánime de la Corte Suprema de EE.UU. a favor de Trump

La Corte Suprema en su composición del 30 de junio de 2022 al presente. Primera fila, de izquierda a derecha: jueza asociada Sonia Sotomayor, juez asociado Clarence Thomas, presidente de la Corte Suprema John G. Roberts, Jr., juez asociado Samuel A. Alito, Jr. y jueza asociada Elena Kagan. Fila posterior, de izquierda a derecha: jueza asociada Amy Coney Barrett, juez asociado Neil M. Gorsuch, juez asociado Brett M. Kavanaugh y jueza asociada Ketanji Brown Jackson. [Photo: Fred Schilling, samling av USAs Høyesterett]

El lunes, la Corte Suprema de Estados Unidos emitió un fallo unánime a favor de Donald Trump, despejando el camino para que aparezca en la boleta en las elecciones presidenciales de 2024 a pesar del violento intento de golpe de Estado que lideró después de perder las elecciones de 2020.

La decisión escrita de la mayoría de extrema derecha en la Corte Suprema va aún más allá, declarando no solo que la Corte Suprema de Colorado no puede eliminar a Trump de la boleta calificándolo como un “insurrecto” inelegible, sino que solo una nueva ley del Congreso puede proporcionar el mecanismo para hacerlo.

Este abuso del poder judicial no solo está claramente diseñado para proteger a Trump de futuros desafíos a su elegibilidad, sino también para proteger a los muchos cómplices de Trump en el intento de golpe, que hasta el día de hoy permanecen en posiciones de liderazgo en el Partido Republicano. El fallo fue tan extremo que incluso la jueza Amy Coney Barrett, nombrada por Trump, se vio obligada a redactar una opinión concurrente para distanciarse.

La composición de la mayoría ultraderechista subraya la ilegitimidad de sus sentencias. Se compone de otros dos jueces nombrados por Trump (Brett Kavanagh y Neil Gorsuch); dos jueces nombrados por George W. Bush, quien asumió la presidencia después de la elección robada de 2000 (Samuel Alito y John Roberts); y el escandaloso y notoriamente corrupto Clarence Thomas, cuya propia esposa, Ginni Thomas, fue una figura clave en la conspiración de Trump para anular las elecciones de 2020.

La interpretación de la mayoría de la Sección 3 de la Decimocuarta Enmienda, la cual fue aprobada después de la guerra civil estadounidense para prohibir que los participantes de la insurrección esclavista regresaran al poder, es tan contraria al significado simple de las palabras que el resultado es “borrar efectivamente las palabras de la carta constitucional”, como señala David French en el New York Times.

Si la palabra “insurrección” tiene algún significado, se puede aplicar al complot trascendental, mortal y sofisticado que buscaba anular las elecciones e instalar a Trump como dictador el 6 de enero de 2021.

Trump, por su parte, continúa cortejando abiertamente a elementos neoconfederados, incluido el gobernador de Texas, Greg Abbott, quien desafía flagrantemente la Constitución federal, imitando a los estados esclavistas anteriores a la guerra, y quien está personalmente implicado en el complot de los insurrectos del 6 de enero.

El fallo de la Corte Suprema del lunes es quizás aún más notable debido a las posiciones del bloque nominalmente “liberal” de los jueces Sonia Sotomayor, Elena Kagan y Ketanji Brown Jackson. Justificaron su decisión de fallar a favor de Trump con el argumento de que si no lo hacían, el resultado sería una elección caótica “de retazos”, porque los estados controlados por los republicanos probablemente responderían a la eliminación de Trump sacando a los candidatos del Partido Demócrata de sus papeletas.

Esta no es una razón legal para fallar a favor de Trump, es simplemente una afirmación de cobardía política colectiva y personal. Afirman efectivamente: “Tenemos que fallar a favor del aspirante a Führer estadounidense porque si no lo hacemos, sus cómplices causarán el caos y agravarán el peligro de una guerra civil”.

La capitulación de los “liberales” de la Corte Suprema refleja la conducta del Partido Demócrata durante, inmediatamente después y desde el intento de golpe de Trump. Durante la insurrección en sí, el entonces presidente electo Joe Biden guardó silencio hasta que finalmente pidió verbalmente que Trump detuviera el ataque. Después de asumir el cargo, Biden se negó a tomar medidas contra los republicanos en el Congreso y aquellos del aparato de inteligencia y militar que habían sido parte de la conspiración, insistiendo en mantener un Partido Republicano “fuerte”.

Más recientemente, en respuesta a las provocaciones de la extrema derecha en la frontera sur que implican un desafío abierto a la legalidad constitucional, y en medio del uso de una retórica neonazi por parte de Trump para justificar redadas masivas contra los migrantes por parte del ejército, Biden viajó personalmente a la frontera y pidió que la extrema derecha apoyara su propio proyecto de ley reaccionario contra los inmigrantes. Dirigiéndose directamente a Trump, dijo: “Únete a mí o me uniré a ti”.

En un esfuerzo por lograr la unidad bipartidista en apoyo a la guerra entre Estados Unidos y la OTAN contra Rusia en Ucrania, el genocidio estadounidense-israelí en Gaza y las provocaciones militares estadounidenses contra China en Taiwán, los demócratas no solo se han negado combatir a los republicanos insurrectos, sino que los han cortejado como aliados. Al hacerlo, han fortalecido y rehabilitado a Trump, quien se espera que gane la nominación del Partido Republicano este año, e incluso las elecciones presidenciales de noviembre.

Una declaración del Consejo Editorial del Washington Post, propiedad del oligarca de Amazon, Jeff Bezos, resume la perspectiva del establishment del Partido Demócrata. Calificando la cláusula sobre insurrecciones en la Constitución como un “truco extraño” y el fallo de la Corte Suprema como la “decisión correcta”, el periódico trata la cuestión de si Trump era “incluso un insurrecto” como una de las muchas “complejidades” con las que “la Corte Suprema no necesitaba molestarse”.

Si bien la Corte Suprema no escatimó esfuerzos para garantizar por unanimidad el lunes que el nombre de Trump pueda aparecer en la boleta electoral en todos los estados, el candidato presidencial del Partido Socialista por la Igualdad (SEP; Socialist Equality Party), Joseph Kishore, y el candidato a la vicepresidencia, Jerry White, serán excluidos de la boleta electoral en la mayoría de los estados debido a las leyes antidemocráticas diseñadas para restringir el acceso a los candidatos que no pertenecen a los dos partidos establecidos.

Como ha insistido en todo momento el World Socialist Web Site, la intentona golpista del 6 de enero no fue un evento único, sino un episodio en un proceso prolongado y acelerado. El peligro no ha pasado.” Más bien, se está volviendo más inmediato.

El peligro fascista tampoco es el resultado de la personalidad de Donald Trump como individuo. Como dijo David North en su reciente discurso en línea anunciando el lanzamiento de la campaña electoral del SEP en los Estados Unidos, el multimillonario y personalidad de la telerrealidad que una vez mantuvo un libro de discursos de Hitler en su mesita de noche “solo personifica la criminalidad del capitalismo estadounidense”.

“El intento de golpe de Estado del 6 de enero de 2021”, declaró North, “no fue un episodio aislado. De hecho, tenía más el carácter de un ensayo general. La democracia estadounidense está en su última etapa. No puede sobrevivir bajo el capitalismo”. 

A una semana del discurso de North, la decisión unánime de la Corte Suprema a favor de los insurrectos del 6 de enero subraya este pronóstico. 

Contrariamente a la posición del Post, votar por Biden no detendrá ni revertirá la dinámica que está causando que la extrema derecha cobre impulso. La crisis de las formas democráticas de gobierno tiene sus orígenes en el crecimiento extremo de la desigualdad social y la escalada de la guerra global, que requieren la represión de la oposición en el país. No hay una facción democrática de la élite gobernante. Los demócratas y los republicanos representan dos facciones reaccionarias de la oligarquía capitalista. 

El peligro de la extrema derecha no se puede detener votando en noviembre por “el Genocida Joe”, sino por una ruptura decisiva con el Partido Demócrata, que ha sido un factor esencial en el proceso que produjo a Trump en primer lugar. La clase obrera internacional debe declarar su independencia política de los partidos de la clase capitalista, movilizar independientemente su fuerza industrial y política contra los Gobiernos capitalistas y avanzar su propio programa socialista para la resolución de la crisis.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 5 de marzo de 2024)

Loading