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Perspectiva

Después del fracaso del proyecto de ley bipartidista en el Senado

En busca de fondos para la guerra, Biden adopta las políticas de la extrema derecha contra los inmigrantes

El presidente Joe Biden se pronuncia sobre la Ley de Fondos Suplementarios para para Emergencia de Seguridad Nacional en el salón de cenas estatales de la Casa Blanca, 6 de febrero de 2024, Washington [AP Photo/Evan Vucci]

En una rueda de prensa la tarde del martes, después de que fracasara su proyecto de ley solicitando $118 mil millones en fondos suplementarios para la guerra y para una fuerte represión de los migrantes en la frontera de EE.UU. y México, el presidente Joe Biden declaró que culparía al principal candidato republicano Donald Trump “cada día de aquí a noviembre” por el fracaso.

Biden dejó en claro que colocará la guerra por delegación de EE.UU. y la OTAN contra Rusia en Ucrania en el centro de la campaña electoral de 2024 del Partido Demócrata y que daría un bandazo hacia la derecha en materia de migración, compitiendo con las demandas del fascista Trump sobre militarizar la frontera sur de EE.UU.

“Hago un llamamiento al Congreso para que apruebe este proyecto de ley y me lo envíe inmediatamente”, dijo Biden. “Pero si el proyecto de ley fracasa, quiero ser absolutamente claro sobre algo: el pueblo estadounidense va a saber por qué fracasó... Cada día de aquí a noviembre, el pueblo estadounidense va a saber que la única razón por la que la frontera no es segura es Donald Trump y sus amigos republicanos MAGA [siglas para “Haz América Grande Otra Vez”]”.

Hace solo unas semanas que Biden afirmaba que su estrategia electoral se basaría en presentar a Trump como una amenaza para la democracia estadounidense, por su papel en el ataque del 6 de enero de 2021 al Capitolio y otras acciones que amenazaban los derechos democráticos. Trump era un aspirante a dictador, declaró.

Pero ahora Biden ha cambiado bruscamente de rumbo, presentándose como un intransigente defensor de la frontera, que anteriormente distinguía a Trump, quien denunció a los inmigrantes como violadores y asesinos, vilipendiándolos en términos hitlerianos como “alimañas” que estaban “envenenando la sangre” del pueblo estadounidense.

Biden hizo un llamamiento a los republicanos para que “dejen atrás esta política tóxica”, en referencia a la intervención de Trump para tumbar el acuerdo bipartidista sobre los gastos de guerra. “No podemos seguir dejando que la mezquina política partidista interfiera con nuestra responsabilidad. Somos una gran nación que no está actuando como una gran nación”.

Pero mientras Biden aboga por el bipartidismo, sus “colegas republicanos” acaban de votar a favor de someter a juicio político al secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas, y, ante un empate de votos, tienen previsto retomar el asunto la semana que viene. Lo siguiente en la agenda de los legisladores republicanos es un juicio político para destituir al propio Biden, por las prácticas empresariales corruptas de su hijo Hunter.

Y Biden lamenta la “mezquina política partidista” cuando los gobernadores republicanos, encabezados por el gobernador de Texas, Greg Abbott, se rebelan abiertamente contra la autoridad del Gobierno federal en asuntos de inmigración.

Anteriormente, Biden había mostrado su preocupación por las causas de la migración masiva, en particular la violencia, la pobreza y la opresión endémicas en los países de América Central. Envió a la vicepresidenta Kamala Harris a esos países, aunque su tarea no era ofrecer ayuda para aliviar las desgarradoras condiciones de vida en la región, sino leer la cartilla a los Gobiernos de derecha, diciéndoles que siguieran las órdenes de sus embajadores estadounidenses y bloquearan el paso de los refugiados que intentan llegar al norte.

Ahora Biden ha adoptado las posiciones de Trump, haciendo todo menos ponerse una gorra roja de MAGA cuando salió a dirigirse a la prensa. “Durante demasiado tiempo”, dijo, “el sistema de inmigración ha estado roto”. Las prolongadas negociaciones bipartidistas en el Senado, afirmó, dieron como fruto “el conjunto más estricto de reformas en la historia para proteger la frontera”. La legislación era “el proyecto de ley de fronteras más sólido que ha visto este país”. Incluiría 100 jueces migratorios más para acelerar la tramitación de los casos, y las consiguientes deportaciones masivas.

Biden se jactó de que el proyecto de ley contaba con el apoyo del Wall Street Journal, la Cámara de Comercio de EE.UU., e incluso el sindicato de la Patrulla Fronteriza, un semillero de fanatismo fascista, que apoyó a Donald Trump en las elecciones de 2020 y, por supuesto, de una parte sustancial del Partido Republicano.

Biden pasó la mayor parte de su tiempo reprochando a los republicanos el bloqueo de las disposiciones contra migrantes en las que habían insistido durante las negociaciones con la Casa Blanca. Un senador demócrata tuiteó: “Nunca he visto nada igual... Literalmente exigieron una política específica, la consiguieron y luego la mataron”.

Pero la verdadera preocupación de la Casa Blanca es que el fracaso del acuerdo bipartidista en el Senado probablemente cierre la puerta al paquete suplementario de ayuda militar, que incluye $60 mil millones para Ucrania, $17 mil millones para Israel y casi $10 mil millones para Taiwán. La votación de procedimiento del Senado sobre la ayuda militar, sin las disposiciones fronterizas, está prevista para el jueves por la mañana, y se espera que no se apruebe.

Biden compareció ante la prensa con una corbata y un alfiler con los colores de la bandera ucraniana. Dijo que el régimen de Kiev, que fue instalado en un golpe de Estado derechista respaldado por Estados Unidos en 2014, “está en una situación desesperada ahora mismo, defendiéndose de la embestida y brutal conquista rusas. El tiempo corre. Cada semana, cada mes que pasa sin más ayuda a Ucrania significa menos proyectiles de artillería, menos sistemas de defensa antiaérea, menos herramientas para que Ucrania se defienda de esta embestida rusa. Justo lo que Putin quiere”.

Añadió que el proyecto de ley proporcionaría fondos urgentemente necesarios para que Israel “se defienda”, es decir, intensifique la matanza genocida en Gaza, financiada y llevada a cabo con armas suministradas por EE.UU.

Los medios prodemócratas celebraron la nueva línea de ataque de Biden contra Trump y los republicanos. Un titular del New York Times decía: “La intervención fronteriza de Trump da a Biden la oportunidad de pasar de la defensa a la ofensiva”.

El giro a la derecha deja en evidencia a los pseudoizquierdistas que apoyan a Biden en los Socialistas Demócratas de Estados Unidos (DSA, por sus siglas en inglés), como Alexandria Ocasio-Cortez. Hace menos de tres años, la congresista neoyorquina denunció a cualquiera de la izquierda que criticara a la nueva Administración demócrata, citando en particular la promesa de Biden de una política hacia los migrantes y solicitantes de asilo muy diferente a la brutal represión bajo Trump.

Los oponentes de Biden estaban haciendo “una crítica realmente privilegiada”, afirmó.

Para cualquiera que saque eso a relucir, realmente tenemos que preguntarnos cuál es el mensaje que estás enviando a los miembros negros, morenos e indocumentados de tu comunidad, a tus amigos, cuando dices que nada ha cambiado... Cuando dices 'nada ha cambiado', estás llamando 'nadie' a las personas que ahora están protegidas de una deportación. Y no podemos permitir eso en nuestro movimiento.

En la actualidad, aquellos que Ocasio-Cortez dijo que estaban “protegidos de una deportación” gracias a la Casa Blanca demócrata están siendo entregados a la Patrulla Fronteriza con el fin de obtener el apoyo de los republicanos fascistas para la guerra por delegación de Biden contra Rusia en Ucrania, que amenaza a la humanidad con una guerra nuclear. Junto a eso está el envío de armas al Gobierno genocida de Netanyahu en Israel, una política respaldada a ultranza por los dos partidos de la patronal.

La pseudoizquierda se ha alineado detrás de la guerra de Estados Unidos y la OTAN contra Rusia en Ucrania, y solo ha criticado con tibieza el asesinato masivo de Estados Unidos e Israel en Gaza. También encontrarán el lenguaje necesario para excusarse por el apoyo de Biden a la persecución de inmigrantes y solicitantes de asilo, el sector más vulnerable de la clase trabajadora.

Todo esto subraya la realidad de que en las elecciones presidenciales de 2024, no hay un “mal menor” entre el fascista republicano Trump y el belicista demócrata Biden. Ambos candidatos representan y defienden los intereses de una élite gobernante corporativa ferozmente reaccionaria. Ambos candidatos emplearán los métodos más violentos y represivos, tanto dentro de Estados Unidos como en todo el mundo.

La clase obrera debe prepararse para librar una lucha política este año electoral y más allá, para establecer su independencia política con respecto al sistema bipartidista capitalista y movilizar sus fuerzas de clase sobre la base de un programa socialista y revolucionario.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 7 de febrero de 2024)

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