Tras el anuncio del sindicato United Auto Workers (UAW) de la ratificación de acuerdos favorables a General Motors, Ford y Stellantis el 20 de noviembre, las organizaciones pseudoizquierdistas de la clase media se han apresurado a apuntalar la credibilidad del aparato del UAW y evitar que tenga que rendir cuentas por su traición.
Los contratos en las Tres Grandes empresas automotrices han sido presentados casi universalmente como “históricos” por los medios de comunicación, la Casa Blanca y grupos que falsamente se presentan como de “izquierda”, incluidos los Socialistas Democráticos de Estados Unidos (DSA, por sus siglas en inglés). Pero pronto resultó difícil mantener esta narrativa de color rosa, ya que los acuerdos supuestamente “récord” del UAW provocaron una oposición generalizada entre los trabajadores. En GM, el 47 por ciento de los trabajadores de producción votaron a favor de rechazar el acuerdo, según el cuestionable conteo oficial del UAW, que incluía a trabajadores de Ultium y GM Subsystems que no eran empleados de General Motors en el momento de la votación.
Un número sustancial de trabajadores automotrices vieron correctamente los contratos como la más reciente traición del UAW. Los contratos estaban muy lejos de las demandas reales de los trabajadores de base, que pedían aumentos salariales del 50 por ciento, ajustes automáticos a la inflación, la restauración de las pensiones y cobertura médica para los jubilados, una reducción de las horas de trabajo sin pérdida de salario, protección contra cierres de plantas y despidos, y más.
La única expresión organizada de la oposición de los trabajadores fue la Red de Comités de Base de los Trabajadores Automotores. Los comités de base en Flint y Lansing Assembly de GM, Toledo Jeep y Warren Truck de Stellantis, Dearborn Truck de Ford y la planta de Mack Trucks en Pensilvania contrarrestaron la propaganda de las empresas y la burocracia del UAW y buscaron movilizar el apoyo para una huelga total en toda la industria automotriz, apelando a los trabajadores internacionalmente para una lucha unida.
Muchos más trabajadores habrían votado en contra de los acuerdos si creyeran que tal voto habría obligado a la dirección del UAW a luchar por algo más. Pero desde el principio, el presidente del UAW, Shawn Fain, y su equipo trabajaron para apaciguar la oposición y asegurar contratos aceptables para las corporaciones y el Gobierno de Biden.
La conducción del UAW impuso una engañosa huelga stand up o “de pie” a los trabajadores, diseñada para ejercer la máxima presión sobre los propios trabajadores, no las empresas. La gran mayoría de los trabajadores, incluyendo un 70 por ciento incluso en el punto más expandido de las huelgas, siguieron trabajando, generando ganancias para las empresas. Mientras tanto, la gerencia tuvo plena libertad para despedir a miles de trabajadores durante las huelgas, lo que los colocó bajo una presión financiera extrema en el momento de los votos de ratificación.
Después de que se anunciaron los acuerdos, los funcionarios del UAW declararon repetidamente que eran “lo mejor que pueden conseguir los trabajadores” y que habían “exprimido hasta el último centavo de estas empresas” (Fain).
Pero las afirmaciones del UAW de haber “exprimido hasta el último centavo” se han desmoronado rápidamente. La semana pasada, GM anunció la mayor recompra de acciones de su historia, por un total de $10 mil millones, además de un aumento del 30 por ciento en sus dividendos. Tanto GM como Ford publicaron estimaciones actualizadas que pronostican una ganancia de $10 mil millones o más en 2023, y ambos han declarado que planean compensar el crecimiento relativo de los costos laborales aumentando la productividad (es decir, acelerando la producción) y reduciendo los costos.
Jacobin inventa una “victoria impresionante”
La defensa más cínica y egoísta de la traición del UAW proviene de los Socialistas Democráticos de Estados Unidos (DSA, por sus siglas en inglés), su revista Jacobin y la publicación estrechamente afiliada Labor Notes. En una serie de artículos, Jacobin ha mentido sobre el carácter de los contratos, describiéndolos como una “victoria histórica y transformadora” (1 de noviembre) y una “victoria sorprendente” (21 de noviembre) y afirmó que contenían “grandes mejoras salariales y de beneficios” (1 de diciembre).
En el último artículo del 4 de diciembre, Alex N. Press de Jacobin escribe: “Los contratos ratificados en las Tres Grandes incluyen una serie de victorias, desde los subsidios renunciados durante la Gran Recesión hasta los aumentos salariales del 33 por ciento y la conversión de muchos trabajadores temporales a puestos de tiempo completo. Los salarios de algunos de esos empleados serán más del doble. El contrato de Stellantis también incluye la reapertura de una planta de ensamble inactiva en Belvidere, Illinois, una prioridad para los antiguos trabajadores de esa planta que han estado dispersos por todo el país desde que Stellantis cerró la planta a principios de este año”.
El breve resumen de los contratos de Jacobin es completamente deshonesto. Apuesta a que sus lectores ignorarán los detalles reales de los acuerdos y las condiciones reales de vida que enfrentan los trabajadores automotores.
Los contratos aumentan los salarios base de los trabajadores en un 25 por ciento, no en un 33, una cifra muy por debajo del 46 por ciento o más que los trabajadores habían exigido. El aumento del 25 por ciento significará que los trabajadores seguirán ganando en términos reales menos que hace 20 o incluso 15 años, dado que la Oficina de Estadísticas Laborales estima que los salarios de los trabajadores automotores han caído un 30 por ciento desde 2003. Mientras tanto, los aumentos del costo de vida (COLA, por sus siglas en inglés) cubrirán solo una fracción de la inflación oficial. El propio UAW estima un ajuste por COLA de menos del 1,3 por ciento para los trabajadores de mayor antigüedad en 2024.
Resulta revelador que el artículo de Jacobin solo se refiera a “muchos” trabajadores temporales convertidos a tiempo completo, reconociendo indirectamente, pero eludiendo las mentiras de Fain de que todos los trabajadores temporales serían convertidos a tiempo completo en virtud de los contratos y que se pondría fin al fenómeno de los “perma-temps”. En realidad, el UAW concedió a GM la capacidad de mantener a los trabajadores temporales a tiempo parcial en su estatus de segunda clase a perpetuidad, y Stellantis acordó convertir solo a un cierto número de temporales a partir de 90 días después de la ratificación
Por último, mientras que Press aplaude la reapertura de la planta de ensamble de Belvidere, no menciona que no está previsto que comience la producción hasta 2027, y que la empresa utilizó la amenaza de su cierre permanente para obtener donaciones masivas del estado de Illinois, probablemente de miles de millones, con el apoyo del Partido Demócrata. Además, no está previsto construir una fábrica de baterías para vehículos eléctricos hasta 2028, y los trabajadores que trabajen en ella se verán relegados sin duda a un nivel salarial inferior, en caso de que la fábrica llegue a materializarse
El contrato UAW-Stellantis incluye el cierre de 19 instalaciones, y el acuerdo UAW-Ford califica a todos los trabajadores del Complejo Rouge de “excedentes” a partir del 1 de diciembre, con indicios de que pronto se eliminará un turno en la planta de camionetas eléctricas en el complejo.
El 7 de diciembre, Stellantis anunció que despediría hasta 1.200 trabajadores en el Complejo de Ensamblaje de Toledo a partir del 5 de febrero. Esto incluye a 1.100 trabajadores temporales a tiempo parcial a los que les había prometido puestos a tiempo completo. Los 5.800 trabajadores de esta planta de Jeep estuvieron en huelga durante seis semanas antes de que el UAW anunciara su acuerdo, que fue rechazado por el 61 por ciento de los trabajadores de producción de la planta de Toledo
Estos son solo los primeros disparos de un asalto masivo a los puestos de trabajo que está previsto en el marco de la transición a los vehículos eléctricos.
El DSA defiende su propia traición
El DSA, una facción del Partido Demócrata, tiene un gran interés en defender la traición del UAW porque participó activamente en la “negociación” de los contratos, en su traición contra los trabajadores y en su imposición.
Junto con Labor Notes, el DSA dirigió la campaña del grupo Unite all Workers for Democracy (UAWD; Unir a todos los trabajadores por la democracia) y la lista Members United (Miembros Unidos) en las elecciones nacionales del UAW del año pasado, que llevaron al actual presidente del UAW, Shawn Fain, a su cargo.
Las propias elecciones del UAW fueron una burla a la democracia. La burocracia se rehusó deliberadamente a avisarles adecuadamente a los trabajadores de las elecciones y se negó a actualizar su base de datos con las direcciones de los miembros, lo que dio como resultado una participación históricamente baja de solo el 9 por ciento de los miembros en la primera vuelta, como se detalla en una serie de impugnaciones y demandas electorales presentadas por el trabajador de base de Mack Trucks y candidato socialista a presidente del UAW, Will Lehman.
La “elección” de Fain, un burócrata de carrera que había pasado décadas abriéndose camino en el aparato, fue declarada en marzo después de que obtuviera solo el 3 por ciento de los votos de las bases. Casi 1 millón de miembros del UAW fueron excluidos de la votación. Sin embargo, el UAWD y Labor Notes, y tras ellos el DSA, aclamaron la elección de Fain y encubrieron deliberadamente el atropello de los derechos de los trabajadores que supuso, a pesar de que durante años afirmaron estar llevando a cabo una lucha por “democratizar” el UAW.
La elevación a la dirección del sindicato de Fain y otros burócratas “reformistas” recién descubiertos no fue el producto de ninguna rebelión de base entre los trabajadores automotores, sino más bien una intervención política de la clase dominante, dirigida por el Partido Demócrata, para evitar una revuelta completa.
Contrario a lo que presentan los medios de comunicación sobre la “sorpresa” de la Casa Blanca en la elección de Fain, el Gobierno ha trabajado asiduamente para legitimar la dirigencia del UAW. El Departamento de Trabajo de Biden dio su bendición a las fraudulentas elecciones del UAW y se alineó con la burocracia del UAW contra la demanda de Lehman exigiendo que se repitieran las elecciones y que todos los trabajadores proporcionaran un aviso adecuado. Durante la lucha por el contrato automotriz, tanto el UAW como la Casa Blanca admitieron que estaban en comunicación diaria, en una conspiración contra los trabajadores.
La traición de los trabajadores automotores en las Tres Grandes por parte del equipo de Fain, así como de las huelgas de los trabajadores de Clarios Battery y Mack Trucks este año, confirma las advertencias y la evaluación sobre la “nueva” dirección del UAW hechas por la Red de Comités de Base de Trabajadores Automotores. Una resolución aprobada por una reunión de comités de base en Detroit el 26 de marzo, el mismo día en que Fain asumió el cargo, declaró:
La verdadera lucha por la democracia en el sindicato está por venir. El nuevo reparto de puestos entre los burócratas de la sede del UAW, Solidarity House, no cambia nada. La colaboración del UAW con el Gobierno y las corporaciones, la traición a los intereses de los trabajadores y la supresión de sus derechos democráticos no cambiarán con la sustitución de Curry por Fain. Lo que se requiere es la transferencia del poder a las bases y la eliminación de todo el aparato del UAW.
La “DSA-ificación” del aparato del UAW
El DSA ha sido un componente integral del intento de rehabilitar del aparato del UAW por parte de los demócratas. Sus miembros no solo sirvieron de animadores “externos” en la línea de Jacobin, sino que han llegado a comprender una parte significativa del personal líder de la burocracia del UAW.
Esto incluye:
- El director de la Región 9A del UAW, Brandon Mancilla, quien supervisó la traición de los estudiantes de posgrado de Harvard en 2021
- El subdirector de la Región 9A del UAW, Vail Kohnert-Yount, un veterano operador del Partido Demócrata que fue nombrado para su cargo después de donar $25.000 a la campaña de Fain
- El director de comunicaciones del UAW, Jonah Furman, exeditor de Labor Notes, y anteriormente un destacado miembro del personal de campaña tanto para el senador Bernie Sanders como para la congresista del DSA, Alexandria Ocasio-Cortez
- El director organizacional del UAW, Brian O. Shepherd, un veterano de la Marina.
- Chris Brooks, también exeditor de Labor Notes, que se desempeñó primero como gerente del equipo de transición de Fain y ahora es “asistente principal” en la oficina de Fain
- Benjamin Dictor, abogado del UAW
La elevación de los miembros del DSA les ha proporcionado acceso a los lucrativos ingresos y privilegios otorgados al aparato burocrático del UAW. Más de 450 empleados del UAW en la sede de “Solidarity House” en Detroit reciben más de $100.000 al año, según documentos federales, y los del nivel de director regional y otros altos cargos ganan más de $200.000.
La elevación de la pseudoizquierda no se ha limitado de ninguna manera al UAW. Un proceso similar ha tenido lugar dentro del sindicato Teamsters. El grupo Teamsters for a Democratic Union (Teamsters por un Sindicato Democrático) y el recién descubierto candidato “reformista” Sean O’Brien se han dedicado a imponer los contratos propatronales en los ferrocarriles y entre los trabajadores de UPS durante el año pasado, colaborando estrechamente con el Gobierno de Biden para garantizar la “paz laboral”.
El DSA, como ha explicado el WSWS, no es una organización socialista. Es parte del Partido Demócrata y representa los intereses de las capas acomodadas de la clase media-alta. Son orgánicamente hostiles a la clase trabajadora y se basan en la política reaccionaria enfocada en la raza, el género y otras formas de identidad. Al mismo tiempo, el DSA busca mantener a los trabajadores subordinados a los aparatos sindicales (que lidera cada vez más), con el fin de apuntalar al Partido Demócrata y al sistema capitalista en su conjunto.
En los últimos años, el DSA ha quedado cada vez más expuesto como defensor del imperialismo y cómplice de los ataques corporativos contra los trabajadores. Desde 2022, los representantes del DSA en el Congreso votaron a favor de prohibir una huelga de trabajadores ferroviarios e imponer un contrato ampliamente odiado, y han apoyado la financiación de la guerra respaldada por Estados Unidos en Ucrania y la ayuda militar para Israel, que está llevando a cabo una guerra genocida en Gaza.
El Gobierno de Biden ha dependido cada vez más tanto de las burocracias sindicales como del DSA, a medida que intensifica sus guerras imperialistas en el extranjero y su guerra contra la clase trabajadora en el país. Si bien el último artículo de Jacobin aclama la cínica resolución de la Junta Ejecutiva del UAW que pide un alto al fuego en la guerra de Israel contra Gaza, ignora los comentarios mucho más reveladores hechos por Fain en una entrevista con el Detroit News el 1 de diciembre, en la que dejó en claro que la resolución no tenía nada que ver con la defensa de los derechos de los palestinos. “No estamos eligiendo un bando entre Israel y Palestina”, dijo, “pero no queremos ver a más personas inocentes asesinadas debido a actos de terroristas. Lidien con los terroristas y váyanse”.
Left Voice y Socialist Alternative: la siguiente línea de defensa del UAW
A medida que la pretensión del DSA de ser algo más que un portavoz de los demócratas y la burocracia sindical queda cada vez más desgastada, otras organizaciones que afirman ser de “izquierda” han dado un paso adelante como una línea de defensa adicional para las traiciones del UAW.
Algunos ejemplos de este esfuerzo ligeramente más sutil para mantener la credibilidad del UAW aparecieron en artículos de Left Voice (La Izquierda Diario) y Socialist Alternative (Alternativa Socialista) el mes pasado.
Ambos artículos, sin embargo, comienzan con una adulación absoluta de los acuerdos propatronales del UAW. El 22 de noviembre, Socialist Alternative escribió: “Al ratificarse los contratos, se han obtenido mejoras importantes... Estas mejoras son un testimonio de la voluntad de lucha de todos los trabajadores automotores en las Tres Grandes, y muestra lo que se puede ganar cuando se llevan a cabo huelgas. En cada paso del camino, los jefes de las Tres Grandes dijeron que lo que los trabajadores exigían no era posible, solo para ceder ante la presión que la creciente huelga ejercía sobre sus ganancias”.
Left Voice, escribiendo el 12 de noviembre antes de que se votaran los contratos, declaró que aunque los trabajadores “no ganaron todo lo que pretendían”, los acuerdos del UAW fueron “sin embargo, una victoria para los trabajadores automotores. Las mejoras en estos contratos propuestos son sustanciales y representan una recuperación significativa de las concesiones en materia de salarios y prestaciones hechas a las Tres Grandes en los últimos 15 años”.
En su descripción deshonesta de los términos de los acuerdos, Socialist Alternative y Left Voice difieren poco de Jacobin, o de los propios comunicados de prensa del UAW. En todo caso, se incluyen más mentiras y distorsiones, como la afirmación de Left Voice de que el ajuste COLA “protegerá los salarios contra la inflación en el futuro” y la omisión por parte de ambos de cualquier referencia a los engaños del UAW con respecto a los trabajadores temporales.
Si bien Socialist Alternative hace una referencia superficial a los trabajadores de Mack Trucks “que votaron en contra de su acuerdo tentativo” y afirma falsamente que hicieron huelga “por primera vez en 35 años” (la huelga de este año fue la segunda desde 2019), no mencionan que Fain y la dirección del UAW respaldaron de forma unánime el acuerdo que los trabajadores rechazaron; ni el papel del Comité de Base de Mack Trucks en la organización de su derrota; ni las tácticas de chantaje del aparato del UAW para forzar el mismo acuerdo semanas después.
Tras dejar clara su fidelidad al aparato del UAW, ambos proceden a ofrecer críticas leves que tienen el carácter de consejos leales a la burocracia sobre cómo pulir mejor su imagen.
Por lo tanto, escribe Left Voice, “dar la vuelta a un buque tan masivo como el UAW, con sus casi 400.000 miembros, no es una tarea fácil y no se puede hacer de arriba hacia abajo. A pesar de las grandes ambiciones de Fain, su retórica de lucha de clases y su admiración por el combativo expresidente del UAW Walter Reuther, el sindicato sigue controlado y limitado por una dirección burocrática que sigue obstaculizando la autoorganización de sus miembros y sigue vinculada al Partido Democrático imperialista”.
Más tarde, afirman que la relación del UAW con el Partido Demócrata “representa un peligro existencial para el UAW y el movimiento sindical. El Partido Demócrata, después de todo, es la herramienta que utiliza el Estado para vincular a los líderes sindicales más estrechamente al Estado y evitar que ejerzan todo su poder”.
En primer lugar, sugerir que Fain tiene “grandes ambiciones”, está tratando de “dar la vuelta” al UAW y de alguna manera está en desacuerdo con la “dirección burocrática” es un engaño. Fain es un producto de la burocracia, fue cómplice directo del contrato propatronal de 2009 en Chrysler y no tiene absolutamente ningún vínculo con las luchas de la clase trabajadora. No es más que el último de una larga lista de burócratas sindicales de “izquierda” que buscan evitar que la rebelión de los trabajadores tome un camino independiente.
Lo que es más fundamental, Left Voice presenta falsamente como un “peligro” potencial que el Partido Demócrata esté vinculando a la burocracia sindical con el Estado, pero este proceso ya está muy avanzado y es irreversible. Pretenden como si la transformación de los sindicatos en instrumentos de las corporaciones y el Estado no hubiera tenido lugar hace décadas.
Incluso desde los primeros días de la formación de los sindicatos industriales de masas en los Estados Unidos en la década de 1930, Trotsky señaló la tendencia inexorable de los sindicatos, tan pronto como se consolidaron, “a caer en el abrazo de acero del Estado imperialista”. En su ensayo “Los sindicatos en la época de la decadencia imperialista”, que Trotsky no pudo terminar antes de que lo asesinara un agente estalinista en 1940, Trotsky escribió:
El desarrollo, o más correctamente la degeneración, de las organizaciones sindicales modernas en todo el mundo comparten un rasgo común: su acercamiento e integración al poder estatal... la tendencia a “integrarse” no es intrínseca a esta o aquella doctrina como tal, sino que es causada por las condiciones sociales comunes de todos los sindicatos.
La “integración” de los sindicatos continuó a lo largo de la Segunda Guerra Mundial. El UAW, particularmente Reuther, apeló al presidente de los Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt, para que convirtiera las fábricas de automóviles en producción militar para apoyar el esfuerzo de guerra del imperialismo estadounidense, mientras que el sindicato hizo cumplir las promesas de no hacer huelga. En los últimos meses, Fain, Biden y el actual presidente de Ford se han referido a este proceso, llamado el “arsenal de la democracia”, y al apoyo del UAW a la producción de guerra, en condiciones en las que Estados Unidos está aumentando rápidamente su producción militar y sus planes para la guerra contra China.
Como explicó David North en un ensayo sobre el último año de Trotsky:
El análisis que Trotsky hizo de la degeneración de los sindicatos, su integración en el poder estatal y la patronal, fue extraordinariamente profético. La tendencia hacia la “integración” de los sindicatos, el Estado y las corporaciones capitalistas continuó durante todo el período posterior a la Segunda Guerra Mundial. Además, el proceso de integración económica global y la producción transnacional privaron a los sindicatos de un marco nacional mediante el cual podrían ejercer presión para obtener reformas sociales limitadas. No quedó campo incluso para el método más moderado de la lucha de clases para lograr mejoras mínimas. Los sindicatos, en lugar de extraer concesiones de las corporaciones, se transformaron en adjuntos del Estado y de las corporaciones que sirven para extraer concesiones de los trabajadores.
Por lo tanto, desde 1979-80, cuando el presidente del UAW, Douglas Fraser, supervisó las concesiones salariales salvajes y los ataques a los trabajos en Chrysler y se unió a la junta directiva de la compañía, el aparato del UAW ha colaborado con la patronal en un asalto ininterrumpido contra los trabajadores. Y aunque sus miembros entre los trabajadores automotores cayeron de un máximo de 1,5 millones a menos de 400.000 en la actualidad, desarrolló nuevas fuentes de ingresos para mantener y hacer crecer la riqueza de la burocracia, incluida la transferencia de miles de millones en efectivo de las empresas a través de los programas “conjuntos” obrero-patronales. En particular, estos programas “conjuntos” se expandirán aún más en virtud de los contratos elaborados por Fain y compañía este año.
La integración del UAW con las corporaciones y el Estado alcanzaron un nuevo hito en 2008-09, cuando el aparato del UAW colaboró con las empresas y el Gobierno de Obama para hacer cumplir recortes de empleos de gran alcance, cierres de plantas y reducciones salariales a cambio de miles de millones en acciones corporativas y el control de un fideicomiso multimillonario de cobertura médica para jubilados. Los brutales contratos tuvieron el apoyo en ese momento de Fain, quien ejercía como miembro del Consejo Nacional de Negociación del UAW en Chrysler, así como de Biden, como vicepresidente del país.
Left Voice presenta esos ataques históricos como si todo fuera simplemente un malentendido, escribiendo que la dirección del UAW “creía equivocadamente que lo que era bueno para la empresa era bueno para los trabajadores”.
Esta explicación subjetiva no tiene nada que ver con el marxismo. El UAW adoptó oficialmente la política del corporativismo no como una “creencia equivocada”, sino más bien como un reflejo de los cambios objetivos que habían tenido lugar en la relación entre las corporaciones, la burocracia sindical y los trabajadores. Estos cambios a su vez fueron impulsados por una profunda transformación de la economía mundial.
El UAW, basándose en un programa nacionalista y de apoyo al capitalismo, no tuvo una respuesta progresista al desarrollo de la globalización y la internacionalización de la producción. La burocracia del UAW se separó incluso de cualquier conexión remota con los intereses cotidianos de los trabajadores, apoyándose en cambio en las corporaciones y el Estado para poder seguir existiendo.
Left Voice presenta las décadas de traiciones del UAW como si fueran un error subjetivo para promover la perspectiva falsa de que el aparato burocrático puede ponerse al servicio de los intereses de los trabajadores y separarse del Partido Demócrata.
Para encubrir su perspectiva a favor de reformar la burocracia mediante subterfugios y arrojando arena a los ojos de los trabajadores, Left Voice hace varias referencias a la “autoorganización” de los trabajadores e incluso a la creación de “comités de huelga” y “asambleas democráticas”. De manera similar, Socialist Alternative escribe sobre “redes de base” y “estructuras elegidas en los lugares de trabajo”.
Sin embargo, lo que Left Voice y Socialist Alternative tienen en mente no son órganos de lucha de la clase trabajadora que sean genuinamente independientes de la burocracia sindical y del Partido Demócrata. Más bien, estos “comités” y “estructuras” incluirían tanto a trabajadores de base como a funcionarios sindicales y operarían como apéndices impotentes del aparato sindical, considerando que este aparato debería dominar más profunda y firmemente a los trabajadores. Por lo tanto, Socialist Alternative escribe sobre la necesidad de “desarrollar toda una capa de activistas de base y delegados”.
Construir comités de base genuinos
Estos “comités” y “autoorganizaciones” fraudulentas de los trabajadores son un intento deliberado de desviar a los trabajadores de cualquier esfuerzo por unirse a y expandir organizaciones de base auténticamente independientes, sobre todo aquellas que han sido encabezadas por el Partido Socialista por la Igualdad y el Comité Internacional de la Cuarta Internacional (CICI) a nivel internacional.
En mayo de 2021, el CICI fundó la Alianza Internacional Obrera de Comités de Base (AIO-CB). Al explicar la necesidad de su fundación, el CICI escribió:
Se deben crear nuevos caminos para la lucha de masas. Hace más de 80 años, en un momento en la historia cuando la degeneración de las organizaciones sindicales existentes aún estaba mucho menos avanzada hoy, León Trotsky —el más importante estratega de la revolución socialista mundial— escribió que la tarea de la Cuarta Internacional era “crear en todas las instancias posibles organizaciones militantes independientes, que correspondan de la forma más apegada con las tareas de la lucha de masas contra la sociedad burguesa, sin vacilar ni un instante ante un rompimiento directo con el aparato conservador de los sindicatos”.
En 2022, Will Lehman se postuló para presidente del UAW como partidario explícito de esta perspectiva y de la AIO-CB. Su programa pedía la abolición de la burocracia del UAW y la transferencia del poder y la toma de decisiones a los propios trabajadores de las plantas, organizados en comités de base.
El llamado a la abolición de la burocracia del UAW y al poder de base, que está inextricablemente ligado al desarrollo de una dirección socialista en la clase trabajadora, es el polo opuesto de la perspectiva avanzada por Left Voice y Socialist Alternative. Mientras se presentaban como socialistas o incluso “trotskistas”, tanto Left Voice como Socialist Alternative se separaron hace mucho tiempo de cualquier cosa que se pareciera al marxismo o al socialismo revolucionario. Ambos son descendientes del pablismo: en el caso de Left Voice, la tendencia liderada por Nahuel Moreno en Argentina; en Socialist Alternative, la liderada por Ted Grant en Reino Unido.
El pablismo, al igual que sus ramificaciones, representaba una tendencia revisionista y pequeñoburguesa que buscaba liquidar a la Cuarta Internacional y que rechazaba todos los principios fundamentales del trotskismo. Rechazó el papel objetivamente revolucionario del proletariado y la necesidad de una dirección marxista consciente, buscando en cambio subordinar a la clase obrera a los partidos estalinistas, a los nacionalistas burgueses, a los partidos socialdemócratas o laboristas y a las burocracias sindicales.
Si bien hoy afirman apoyar la “independencia” frente a los demócratas (y por lo tanto una postura más “radical” que el DSA), tanto Left Voice como Socialist Alternative están de hecho firmemente orientados hacia el DSA, en el caso de Socialist Alternative, operando dentro del DSA y colaborando estrechamente con los políticos del Partido Demócrata. Son hostiles a cualquier movimiento insurgente de la clase obrera contra el aparato sindical, que ven como una institución inviolable, precisamente porque la burocracia sirve para encadenar a los trabajadores a los demócratas y al sistema capitalista.
La construcción de un poderoso movimiento de masas de la clase trabajadora desde abajo, capaz de luchar y defender sus derechos, solo se logrará a través de una insurrección contra las burocracias sindicales procapitalistas y una lucha implacable contra todos sus defensores.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 7 de diciembre de 2023)
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