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Perspectiva

Viajes por Día de Acción de Gracias alimentan la última ola de COVID-19 en medio de un colapso de la salud pública

Viajeros esperan en una línea de seguridad del aeropuerto internacional de Denver el martes, 21 de noviembre de 2023 [AP Photo/Thomas Peipert]

Esta semana habrá niveles récord de viajes en Estados Unidos. Más de 5,3 millones de estadounidenses tomarán vuelos y más de 55 millones conducirán al menos 80 km para visitar a familiares para el Día de Acción de Gracias. Engañados por el Gobierno y los medios de comunicación, la gran mayoría de estas personas no son conscientes de que sus viajes coinciden con y facilitarán otra ola de la pandemia de COVID-19 en los Estados Unidos, así como la propagación de nuevas variantes potencialmente más peligrosas del SARS-CoV-2.

Los últimos datos de vigilancia de aguas residuales de Biobot Analytics muestran que las tasas de transmisión de COVID-19 han aumentado un 28 por ciento en los EE. UU. durante el último mes. Usando estos datos, el oncólogo Dr. Mike Hoerger de la Universidad de Tulane estima que en la actualidad aproximadamente 762,000 estadounidenses se infectan con COVID-19 cada día, con 5,3 millones de personas que están infectados en este momento. Prevé que para Navidad habrá aproximadamente 1,3 millones de nuevos casos diarios en Estados Unidos, con 8,9 millones de personas infectadas.

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Al señalar que “ya el virus está circulando más hoy que durante el 60 por ciento de los días de la pandemia”, el Dr. Hoerger concluye: “claramente estamos en la octava ola de COVID en los Estados Unidos”.

Muchos países europeos, incluidos los países nórdicos y bálticos, así como Polonia y la República Checa, han experimentado picos similares en las aguas residuales o en las tasas de positividad de las pruebas.

La última ola está siendo impulsada por la subvariante ómicron EG.5.1 (apodada “Eris” por los rastreadores de variantes), así como por la subvariante HV.1 en los EE.UU. y otros descendientes de las variantes recombinantes XBB a nivel mundial.

Al mismo tiempo, los científicos están alertando sobre el creciente dominio global de la subvariante de ómicron BA.2.86 (apodada “Pirola”), y en particular de su descendiente JN.1. Durante la última semana, múltiples rastreadores de variantes han llamado la atención sobre el rápido aumento de JN.1, que predicen que se volverá dominante a nivel mundial en las próximas semanas y meses.

El 17 de noviembre, el destacado rastreador de variantes JP Weiland publicó una declaración sobre BA.2.86 y JN.1, señalando: “La aparición de BA.2.86 representa el mayor salto evolutivo desde la llegada del SARS-CoV-2 en 2019”. Tras afirmar que JN.1 contiene una mutación “que los estudios de laboratorio han demostrado que mejora significativamente el escape de anticuerpos con respecto a BA.2.86”, advirtió que “no se puede descartar un cambio en el perfil o la gravedad de los síntomas”. Concluyó: “Se prevén mutaciones adicionales en JN.1 que le permitirán aumentar aún más la transmisibilidad”.

En otras palabras, la variante JN.1 es altamente inmunoevasiva y se está volviendo rápidamente en la dominante, se espera que pronto se vuelva aún más transmisible y podría ser más patógena que las variantes anteriores, lo que solo se haría evidente después de que los hospitales y las morgues comenzaran a llenarse.

Si bien las tasas oficiales de mortalidad y hospitalización por COVID-19 han disminuido en los EE. UU. y en todo el mundo durante el año pasado, siguen siendo obstinadamente altas, lo que deja en claro que este virus no se parece en nada a la gripe o al resfriado común.

El experto en salud Gregory Travis señaló recientemente que hubo 5.305 muertes oficiales por COVID-19 en octubre de 2023 en los EE. UU., en comparación con 145 muertes por influenza en el mismo mes, mientras que en los últimos 12 meses ha habido un total de 85.200 muertes oficiales por COVID-19.

Según el recuento de Travis del exceso de mortalidad por enfermedades en los EE. UU. durante la pandemia, la mayoría de las cuales son atribuibles al COVID-19, ha habido más de 1,3 millones de muertes en todo el país, en comparación con aproximadamente 1,15 millones de muertes oficiales por COVID-19.

A nivel mundial, The Economist estima un exceso de mortalidad de 27,4 millones, aproximadamente 4 veces la cifra oficial de 7 millones, mientras que en la actualidad el exceso de mortalidad es de 5.240 por día.

Más allá de esta monumental carga de mortalidad, que ha dejado a su paso cientos de millones de seres queridos afligidos, la pandemia también ha desatado la mayor ola de morbilidad concentrada en el tiempo en la historia de la humanidad. El “evento incapacitante masivo” asociado con síntomas persistentes conocidos como el COVID persistente, que puede afectar el cerebro, el corazón, los pulmones, los riñones y prácticamente todos los demás órganos del cuerpo, continúa y se expande con cada nueva ola de contagio. Ahora se cree que cientos de millones de personas sufren de COVID persistente sintomático a nivel mundial.

En una entrevista reciente con el World Socialist Web Site, la inmunóloga Dra. Amy Proal, una de las principales expertas mundiales en COVID persistente, resumió los hallazgos científicos sobre la persistencia viral, que muestran que el SARS-CoV-2 puede persistir en innumerables tejidos corporales, incluso tras infecciones asintomáticas. Resumiendo y denunciando la presente política ante la pandemia, manifestó:

Estamos sembrando ARN viral en los tejidos de los niños desde una edad temprana, con un virus que las personas contraen varias veces al año a medida que continúa mutando, y como dijiste, vemos que la reinfección parece aumentar la probabilidad de desarrollar síntomas crónicos. Es absolutamente insostenible y una crisis completa.

Toda esta realidad objetiva de la pandemia ha sido deliberadamente encubierta, minimizada y distorsionada por todos los Gobiernos capitalistas y los medios de comunicación corporativos del mundo, que en cambio han difundido la desinformación para hacer creer a la población que el COVID-19 se ha vuelto inofensivo y que la pandemia ha terminado.

Esta campaña de propaganda ha sido encabezada por el Gobierno de Biden en los Estados Unidos. Biden declaró sin rodeos en septiembre de 2022 que “la pandemia ha terminado”. En mayo de 2023, puso fin a la declaración de emergencia de salud pública por COVID-19, lo que llevó al desmantelamiento total de los sistemas de vigilancia de la pandemia en EE. UU.

La pandemia no solo continúa, sino que la misma política de abandonar las mitigaciones y rendirse al coronavirus está acelerando el ritmo de la evolución viral, lo que aumenta el peligro de que la pandemia pueda dar un giro mucho más mortal en los meses y años venideros.

La respuesta de la clase dominante capitalista a la pandemia equivale a un crimen social masivo y sin precedentes. El fomento de las infecciones masivas con un nuevo virus neurotrópico significa un punto de inflexión fundamental en la historia moderna, en el que las élites gobernantes han declarado la guerra abierta a la clase trabajadora y a la sociedad en su conjunto. Arrebatando todos los logros sociales obtenidos por los trabajadores en más de un siglo de lucha, están colocando despiadadamente las ganancias por encima de las medidas de salud pública mínimas.

En un comentario sobre este vasto retroceso social durante la pandemia, un grupo de científicos de principios conocido como el Proyecto John Snow, que incluye a los doctores Proal, Satoshi Akima, Christos Argyropoulos, David Berger, Malgorzata Gasperowicz, Lidia Morawska y otros, señaló recientemente:

La alianza no oficial entre las patronal y los patógenos peligrosos que se forjó a principios de 2020 ha salido victoriosa y muy fortalecida de su batalla contra la salud pública, y está a punto de arrasar con cualquier escasa oposición que quede para el resto de esta y futuras pandemias.

Un catalizador para esta “alianza no oficial” fue el New York Times, cuyo escritor Thomas Friedman acuñó el mantra de las élites gobernantes en marzo de 2020: “la cura no puede ser peor que la enfermedad”, con lo que quiso decir que no se podía permitir que la salud pública afectara las ganancias privadas. El periódico denunció continuamente la política de eliminación de “cero COVID” de China, que salvó millones de vidas en los primeros tres años de la pandemia.

En un artículo publicado el martes, el Times revivió estas calumnias, afirmando:

China logró contener las olas con su política de “cero COVID”, pero las protestas contra su brutalidad se hicieron tan intensas que el presidente Xi Jinping la abandonó abruptamente en noviembre de 2022. Las compuertas se abrieron: en pocas semanas, más de mil millones de chinos contrajeron ómicron, lo que resultó en más de un millón de muertes.

Con estas declaraciones, el Times afirma explícitamente que tomar medidas para detener la propagación del COVID-19 es algo brutal, mientras que aceptar millones de muertes es normal. Las implicaciones tienen un gran alcance y reflejan la increíble indiferencia hacia la vida humana que ahora impregna los círculos gobernantes.

La misma clase dominante, que ha aplicado políticas que han provocado la muerte innecesaria por COVID-19 de más de 1,3 millones de estadounidenses, es directamente responsable de la muerte de más de 400.000 jóvenes ucranianos en la brutal guerra por delegación entre Estados Unidos y la OTAN contra Rusia, así como de la guerra genocida de Israel contra Gaza, que ahora ha matado a más de 13.500 civiles, en su mayoría mujeres y niños.

Mientras canaliza más de $100 mil millones en bombas, misiles, tanques, drones y otros equipos militares de fabricación estadounidense a los Gobiernos de extrema derecha de Ucrania e Israel, la Administración de Biden ha cortado todos los fondos y la asistencia financiera para enfrentar la pandemia. Más de 10 millones de estadounidenses han perdido el acceso al seguro público Medicaid y millones más dependen de las despensas de alimentos para sobrevivir este invierno.

La respuesta homicida de la clase dominante estadounidense a la pandemia, precedida por décadas de guerra imperialista y una desigualdad social cada vez más profunda, produjo una gran radicalización en la clase obrera internacional, si bien sigue siendo inconsciente. Estas tensiones sociales acumuladas ahora han salido a la superficie en respuesta al genocidio en Gaza, que ha desencadenado quizás el mayor movimiento mundial contra la guerra de la historia.

Es fundamental que este creciente movimiento de masas se dirija en una dirección anticapitalista y socialista, siendo un componente esencial la lucha por una vasta expansión de la salud pública en todo el mundo.

En su artículo, el Proyecto John Snow señala que una estrategia de eliminación para detener la pandemia a nivel mundial es ahora más viable que nunca. Al implementar todas las medidas de salud pública disponibles, enfatizan: “Cualquier país que tenga los recursos necesarios (o que pueda accederlos) puede lograr la contención total en unos pocos meses”.

La única tendencia política que lucha por esta estrategia de eliminación global, y por un programa socialista revolucionario para detener el descenso a la barbarie y la Tercera Guerra Mundial, es el Comité Internacional de la Cuarta Internacional (CICI) y sus secciones nacionales, los Partidos Socialistas por la Igualdad. La tarea esencial es construir este partido como la vanguardia de la clase obrera y prepararse para las luchas revolucionarias que se avecinan.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 21 de noviembre de 2023)

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