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Perspectiva

Biden visitará los piquetes de huelga para reforzar el aparato del UAW y su traición de la huelga automotriz

El candidato presidencial Joe Biden se pronuncia durante un evento de campaña sobre producir y comprar productos hechos en EE.UU., sede de la Región 1 del UAW en Warren, Míchigan, 9 de septiembre de 2020 [AP Photo/Patrick Semansky]

El presidente estadounidense Joe Biden visitará los piquetes de huelga de los trabajadores automotores en Míchigan el martes. En los medios de comunicación, su viaje de turista está siendo presentado una declaración “sin precedentes” e “histórica” de apoyo de un presidente en funciones a los trabajadores. En realidad, es un intento de apuntalar al presidente cada vez más desacreditado del sindicato United Auto Workers (UAW), Shawn Fain, dándole credibilidad a su “huelga”, que consiste en seguir trabajando, y facilitar una traición contra los trabajadores.

El viaje de Biden sigue al anuncio de Fain de una “expansión” de la huelga automotriz el viernes. En una huelga que ya se caracterizaba por mentiras y engaños sin precedentes por parte del aparato sindical, la última maniobra se lleva el premio. Solo añadió a 5.600 trabajadores más de los centros de distribución de refacciones de GM y Stellantis, que suministran a las concesionarias, no a las plantas de producción. Ninguna planta de ensamble, motores u otros componentes se verá afectada y prácticamente no tendrá un impacto en las ganancias de las empresas. Incluso los analistas financieros se manifiestan sorprendidos por lo inútil que fue el anuncio de Fain.

Los trabajadores de distribución de refacciones se sumarán a los trabajadores de tan solo tres fábricas que fueron convocados el 15 de septiembre. El 88 por ciento de los trabajadores del UAW en las Tres Grandes —GM, Stellantis y Ford— siguen trabajando. Mediante su huelga “stand up” o “de pie”, el UAW les está diciendo que se levanten y sigan trabajando sin un contrato, viéndose obligados a horas extra obligatorias y la falta de protecciones ante despidos y victimizaciones de las empresas.

La gira de Biden también sigue a la fraudulenta afirmación del sindicato Unifor en Canadá el domingo de que su acuerdo tentativo para 5.600 trabajadores de Ford fue aprobado por un margen mínimo de 54 por ciento.

El contrato fue “aprobado” de la manera más antidemocrática posible. Los trabajadores se vieron obligados a votar después de una reunión estrechamente controlada por Zoom donde les presentaron ciertos puntos sesgados del acuerdo. Hay reportes de trabajadores que no pudieron votar y de que los funcionarios del sindicato violaron sus propias reglas electorales enviando correos electrónicos de último momento a los trabajadores temporales. Esto se produjo después de una extensión de 24 horas del contrato para bloquear una huelga, mientras organizaban el fraude y las garantías de que el voto daría el resultado deseado.

Las acciones del aparato de Unifor en Canadá son una advertencia a los trabajadores en Estados Unidos. El viaje de Biden busca dejar el escenario listo para anunciar un acuerdo “histórico” con Ford, que realmente estará amoldado a las demandas de la patronal. Fain anunció el viernes un “verdadero progreso” con Ford, cuyos centros de refacciones no fueron incluidos por Fain en la “expansión” de la huelga.

Está en marcha una conspiración, que involucra al aparato del UAW, las empresas y el Gobierno de Biden, junto a sus contrapartes en Canadá, en oposición a la determinación de los trabajadores de base para llevar a cabo una lucha auténtica que recupere todas las concesiones del pasado y conquiste verdaderas mejoras.

La intervención directa de Biden está motivada por varios factores.

En primer lugar, está la determinación de imponer contratos favorables a las empresas. El argumento de Fain de que Biden y otros políticos capitalistas tienen que 'decidir de qué lado están' es un engaño. Tanto Fain como Biden saben de qué lado están. Biden ha estado representando a las corporaciones durante toda su carrera política.

Este es el mismo presidente que negoció un 'histórico' acuerdo proempresarial con los sindicatos ferroviarios el año pasado. Cuando los trabajadores procedieron a rechazarlo, Biden colaboró con ambos partidos en el Congreso para prohibir una huelga y forzar la aprobación del contrato de todos modos. También hay que recordar que en 2009, el Gobierno de Obama, en colaboración con el UAW y el entonces vicepresidente Biden, supervisó la quiebra y reestructuración de las empresas automotrices, destruyendo decenas de miles de puestos de trabajo, reduciendo a la mitad los salarios de los nuevos contratados, prohibiendo las huelgas y recortando la cobertura médica de los jubilados.

Para Biden, sin embargo, se trata de consideraciones aún más apremiantes. El presidente viajará a Detroit solo unos días después de pronunciar un discurso en las Naciones Unidas que presagia una inmensa escalada de la guerra de Estados Unidos y la OTAN contra Rusia por Ucrania. A esto siguió una reunión con el presidente ucraniano Volodímir Zelenski y el anuncio, durante el fin de semana, de que el Gobierno de Biden está planeando enviar a Ucrania misiles de largo alcance, capaces de alcanzar profundamente al interior de Rusia.

El Congreso está debatiendo actualmente una ayuda militar de 24.000 millones de dólares a Ucrania, por encima de los 113.000 millones de dólares que ya desembolsó. Todo esto y más se pagará intensificando la explotación de la clase trabajadora.

Entre bastidores, la Administración de Biden está preparando una escalada aún más masiva del conflicto. Tras la debacle de la 'ofensiva de primavera' ucraniana, la clase dominante se está preparando para pasar de una guerra dirigida y armada por las potencias estadounidenses y de la OTAN a una guerra a gran escala en la que participen tropas estadounidenses y de la OTAN.

La guerra en el exterior requiere la supresión de la lucha de clases y el desarrollo de una economía de guerra en el interior. Las maniobras de Biden para ayudar a Fain y al aparato del UAW a traicionar la lucha de los trabajadores automotores se producen en medio de los intentos del sindicato Writers Guild of America de poner fin a la huelga de actores y guionistas que ya lleva meses. La clase dominante se enfrenta a una creciente ola de ira social, que incluye votaciones masivas de autorización de huelga de los trabajadores de la salud y los trabajadores académicos.

A lo largo de su mandato, Biden ha seguido una estrategia de corporativismo: la integración del Gobierno con las corporaciones y los sindicatos basada en la defensa del sistema capitalista. Esto está entrando ahora en una nueva etapa.

'En tiempos de guerra o de revolución', escribió León Trotsky, el colíder de la Revolución Rusa, en el documento fundacional de la Cuarta Internacional, 'cuando la burguesía se ve sumida en dificultades excepcionales, los dirigentes sindicales suelen convertirse en ministros burgueses'. Trotsky escribía en un momento en que el Gobierno de Franklin D. Roosevelt estaba incorporando a los sindicatos al Estado para poner grilletes al movimiento huelguístico de la década de 1930.

Fue un periodo en el que la clase dominante, basándose en la fuerza del capitalismo estadounidense, trató de contener la lucha de clases mediante una política de reformas sociales. Esa época ya pasó hace tiempo. El aparato sindical ha supervisado décadas de concesiones, transformándose en un brazo de la patronal.

Es fundamental que los trabajadores entiendan dos puntos adicionales. En primer lugar, la guerra contra Rusia es vista por la clase dominante como una preparación para la guerra contra China. El Gobierno de Biden ve la transición a los vehículos eléctricos como parte de la escalada del conflicto económico y geopolítico con China y la lucha por dominar el acceso a los minerales críticos. Para impulsar la rentabilidad de la producción de autos eléctricos, las empresas automotrices están preparando una masacre de puestos de trabajo, y Jim Farley, director ejecutivo de Ford, predice la eliminación del 40 por ciento de los empleos actuales en la industria. Cualquier aumento salarial de por sí inadecuado que se incluya en los contratos 'históricos' acordados por el UAW será un disfraz para aceptar esto.

En segundo lugar, la visita de Biden a los piquetes de huelga irá seguida de un mitin organizado por el expresidente Donald Trump en Michigan el miércoles. El fascista Trump utilizará sus declaraciones para propagar veneno nacionalista, dirigido en particular a los trabajadores de China, al tiempo que pide la eliminación de todas las restricciones sobre la explotación y las ganancias de las empresas.

Los dos principales candidatos a las presidenciales de 2024 son despreciados por importantes sectores de la población. La burocracia del UAW está promoviendo a Biden, el falso amigo de los trabajadores. Trump está intentando sacar provecho de la hostilidad de los trabajadores a Biden y al aparto del UAW. Por el momento, tanto el demócrata Biden como el republicano Trump están fingiendo apoyar los reclamos de los trabajadores para mantener la oposición dentro de los cauces que no amenacen el capitalismo. Pero no dudarán en desplegar todos los poderes del Estado para atacar a los trabajadores si lo ven necesario.

Los trabajadores automotores están cada vez más enfadados y exigen una huelga de todo el sector. Después de su sesión fotográfica en el piquete, Biden sin duda apartará a Fain a un lado y le hará la misma pregunta que le hizo en su reunión de julio en la Casa Blanca: '¿Tienen la situación bajo control?'.

La clase obrera debe responder tomando control de la lucha, mediante la construcción de una red de comités de base para exigir y organizar una lucha sin cuartel en todas las plantas de las Tres Grandes y más allá. Solo mediante el desarrollo de organizaciones independientes con respecto al aparato sindical podrá librarse una verdadera lucha, que movilizará tras de sí el apoyo de los trabajadores de todo Estados Unidos y del mundo.

Al mismo tiempo, la intervención cada vez más directa del Estado en la supresión de la lucha de clases deja claro que los trabajadores no solo están luchando contra un puñado de empresas y ejecutivos codiciosos, sino contra la clase dominante en su conjunto y sus dos partidos políticos. El desarrollo del movimiento huelguístico de la clase obrera, organizado a través de comités de base, debe vincularse a la construcción de una dirección política socialista, fusionando la lucha contra la desigualdad y la explotación con la lucha contra la guerra imperialista y el sistema de lucro capitalista.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 24 de septiembre de 2023)

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