Español
Perspectiva

Hitler estaría orgulloso: el canciller alemán Olaf Scholz pronuncia arenga contra Rusia en la ONU

El miércoles, la invectiva belicista contra Rusia pronunciada por el canciller alemán Olaf Scholz en Naciones Unidas ha dejado en claro que el imperialismo alemán, que es culpable de los crímenes más horrendos en la historia humana, nuevamente está en pie de guerra. Hitler y su pandilla de asesinos en masa están muertos, pero su legado político vive en las políticas del Gobierno alemán.

Scholz atacó a los que exigen un “cese al fuego inmediato” en la guerra en Ucrania. En cambio, el canciller alemán declaró cínicamente, “La paz sin libertad es opresión. La paz sin justicia es un dictado”.

El canciller alemán Olaf Scholz habla durante una reunión de alto nivel del Consejo de Seguridad sobre la situación en Ucrania, 20 de septiembre de 2023, sede de Naciones Unidas. [AP Photo/Mary Altaffer]

Scholz alegó que Rusia está librando una guerra de aniquilación contra Ucrania, utilizando los asesinatos, la tortura y el exterminio masivo de civiles como instrumentos de política estatal. “Las tropas rusas han asesinado, violado y torturado. Está dejando en ruinas ciudades y pueblos enteros”, dijo Scholz.

Estas declaraciones realmente describen los crímenes perpetrados por la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial, cuando emprendió una vernichtungskrieg (guerra de exterminio) con motivos raciales, que involucró hambrunas deliberadas y el asesinato masivo de poblaciones civiles, acompañado por el exterminio de la población judía en el este de Europa.

En un discurso pronunciado en 1963 en la Universidad de Georgetown, el presidente estadounidense John F. Kennedy describió el impacto de la Segunda Guerra Mundial en la Unión Soviética. “Al menos 20 millones de personas perdieron la vida”, dijo. “Millones de hogares y granjas, incontables, fueron quemados o saqueados. Un tercio del territorio de la nación, incluidos casi dos tercios de su base industrial, quedó reducido a un páramo, una pérdida equivalente a la destrucción en este país de toda el área al este de Chicago”.

Incluso durante la guerra fría, el líder del imperialismo estadounidense se sintió obligado a reconocer el horrible precio de la guerra para la Unión Soviética.

Pero ahora un dirigente de Alemania condena la “paz” con un país cuya población fue objeto de un intento de exterminio por parte del imperialismo alemán. Esto ejemplifica hasta qué punto el repugnante deseo de vengar su derrota en la Segunda Guerra Mundial ante la Unión Soviética se ha apoderado de toda la élite política alemana, junto con la creciente prominencia de partidos políticos abiertamente fascistas en la política alemana.

Scholz no habla solo en calidad de individuo. Habla en nombre del imperialismo alemán, que intentó subyugar a Rusia en dos ocasiones en el siglo veinte, y fracasó.

En la cumbre, la ministra de Asuntos Exteriores, Annalena Baerbock, pidió que Alemania tuviera un puesto en el Consejo de Seguridad. Al mismo tiempo, el presidente ucraniano Volodímir Zelenski exigió la exclusión de Rusia del organismo.

Las provocadoras declaraciones de Scholz pretenden intensificar la guerra que libran la OTAN y el imperialismo alemán contra Rusia.

Muchos historiadores sostienen que Hitler cometió un grave error estratégico en diciembre de 1941 cuando declaró la guerra a Estados Unidos mientras libraba una guerra salvaje contra la Unión Soviética. Esta vez la clase dominante alemana, al menos por el momento, considera mucho más aconsejable librar la guerra contra Rusia en alianza con Estados Unidos.

El imperialismo alemán vio en la disolución de la Unión Soviética una oportunidad para ampliar su influencia en Europa. Instigó la desintegración de Yugoslavia en la década de 1990. Y en 1999, participó en el bombardeo de Serbia por parte de Estados Unidos y la OTAN para segregar Kosovo. Ahora está reanudando sus antiguas políticas bélicas de gran potencia en Ucrania y contra Rusia.

En la Primera Guerra Mundial, uno de los objetivos militares de Alemania era la creación de un Estado vasallo ucraniano dominado por Berlín.

En la Segunda Guerra Mundial, Hitler retomó esta política, y la brutal subyugación de Ucrania fue uno de los principales componentes de la guerra de exterminio contra la Unión Soviética. Invadió la Unión Soviética con el apoyo de nacionalistas ucranianos pronazi y violentamente antisemitas encabezados por Stepan Bandera, quien es celebrado como héroe por el régimen actual en Kiev.

Entre 1941 y 1944, la Wehrmacht (Fuerzas Armadas) de Hitler ocupó el centro y oeste de Ucrania y estableció el llamado Reichskommissariat Ukraine. Fue administrado por el Ministerio del Reich para Territorios Orientales Ocupados en Berlín, que lideraba el ideólogo líder nazi Alfred Rosenberg. Para millones de ucranianos, el régimen nazi significó la explotación mediante el trabajo forzado, masacres, y el exterminio sistemático de los judíos.

La participación alemana en la guerra en Ucrania deriva de la tradición imperialista. En su nueva “marcha hacia el este”, la burguesía alemana está persiguiendo los mismos intereses imperialistas del pasado, que eclipsan el impacto económico inmediato de la guerra ucraniana en Alemania.

“La guerra en Ucrania es también una lucha por las materias primas”, señala un documento estratégico de la agencia federal Comercio e Inversiones de Alemania (GTAI, por sus siglas en alemán). El documento declara que Ucrania tiene “grandes yacimientos de hierro, titanio y litio, algunos de los cuales están ahora controlados por Rusia”. Bajo el pretexto de la “reconstrucción”, las empresas alemanas se esfuerzan por asegurar su influencia en Ucrania. Los mismos planes existen para una Rusia “después de Putin”.

No solo los principales políticos y medios de comunicación protagonizan estas maquinaciones, sino también el mundo académico. A principios de septiembre, la Universidad Humboldt acogió la exposición fotográfica “Crímenes de guerra rusos”, que a su vez se hace eco de la propaganda de atrocidades de los nazis y sirve abiertamente al objetivo de escalar la guerra ucraniana. En la misma universidad, el profesor de extrema derecha Jörg Baberowski afirma que Hitler “no era cruel” porque no quería oír hablar de Auschwitz y del exterminio masivo de los judíos en su mesa. Baberowski es cortejado y financiado internacionalmente –entre otros por la Universidad de Princeton— y defendido ante las críticas por la administración universitaria y todos los partidos parlamentarios.

El Sozialistische Gleichheitspartei (Partido Socialista por la Igualdad, SGP) ha luchado constantemente contra el retorno del fascismo y el militarismo en Alemania. En 2014, poco después del golpe prooccidental en Ucrania, el SGP advirtió de las implicaciones del resurgimiento del militarismo alemán:

La historia vuelve con fuerza. Casi 70 años después de los crímenes de los nazis y de su derrota en la Segunda Guerra Mundial, la clase dirigente alemana está adoptando de nuevo la política imperialista de gran potencia del Imperio del káiser y de Hitler. La velocidad con la que se intensifica la propaganda de guerra contra Rusia recuerda las vísperas de la Primera y la Segunda Guerra Mundial. En Ucrania, el Gobierno alemán está cooperando con los fascistas de Svoboda y el Sector Derecho, que siguen la tradición de los colaboradores de los nazis en la Segunda Guerra Mundial. Está utilizando el país que fue ocupado por Alemania en ambas guerras mundiales como plataforma de guerra contra Rusia.

Ahora esta política se está poniendo en práctica. Alemania y la OTAN están involucradas en una confrontación militar con Rusia, que puede escalar hasta convertirse en una Tercera Guerra Mundial con armas nucleares. La clase obrera internacional debe desarrollar su propia estrategia política para oponerse. Solo hay una manera de evitar una catástrofe: construir un poderoso movimiento socialista de los trabajadores unidos internacionalmente contra la guerra y su causa, el capitalismo.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 22 de septiembre de 2023)

Loading