¡Rechaza la censura estatal de los oponentes de la guerra de EE.UU. y la OTAN con Rusia! Firma la petición en contra de la campaña ultraderechista que busca cancelar la reunión antibélica del JEIIS (IYSSE) en Toronto. Todos nuestros lectores y simpatizantes en el área de Toronto también deben mostrar su apoyo y asistir a la reunión este domingo 4 de junio a las 2:30 p.m. (horario del este) en la biblioteca pública de Toronto: auditorio de la sucursal Lillian H. Smith en 239 College Steet (nivel subterráneo), Toronto M5T 1R5.
Los trabajadores y jóvenes de todo el mundo deben defender el derecho de los Jóvenes y Estudiantes Internacionales por la Igualdad Social (JEIIS o IYSSE por sus siglas en inglés) a organizar una reunión en Toronto, Canadá, contra la guerra de EE.UU. y la OTAN con Rusia. El evento “La guerra en Ucrania y cómo detenerla”, agendado para el domingo 4 de junio, es objeto de una viciosa campaña de censura encabezada por el Congreso Ucraniano Canadiense (UCC, por sus siglas en inglés), una organización de extrema derecha, y cuenta con el apoyo de las autoridades del Partido Conservador Congresista en Ontario.
Urgimos a todos nuestros lectores que firmen la petición del JEIIS solicitando que la biblioteca pública de Toronto respete su compromiso y permita la reunión en su sucursal H. Smith, y que envíen declaraciones de apoyo al World Socialist Web Site.
Los miembros y partidarios del UCC han contactado a la biblioteca pública y emprendieron una campaña concertada en redes sociales para calumniar al JEIIS como simpatizantes del régimen reaccionario y nacionalista de Putin, “antiucranianos” y cómplices en un presunto genocidio. También amenazaron con utilizar violencia contra los organizadores de la reunión, incluyendo al Keith Jones, secretario nacional del Partido Socialista por la Igualdad (Canadá) (PSI por sus siglas en inglés), quien será el principal orador. Una de las amenazas más explícitas fue hecha por el nieto de Stepan Bandera, quien lideró la Organización de Ucranianos Nacionalistas (OUN) durante la Segunda Guerra Mundial. La OUN colaboró con los nazis durante la guerra de aniquilación contra la Unión Soviética y fue cómplice en el Holocausto.
El apoyo a la censura más significativo de la élite política hasta la fecha provino del ministro de Trabajo de Ontario, Monte McNaughton. Denunció que el JEIIS pretendía “justificar la guerra de agresión de Putin” y “encubrir crímenes de guerra”. Brad Bradford, candidato a alcalde de Toronto que goza del respaldo semioficial del Gobierno provincial conservador progresista, también pidió que se cancelara la reunión.
Las mentiras de McNaughton quedan al descubierto en el mismo folleto que cita para hacer esta calumnia. Incluye una denuncia explícita de la “reaccionaria y temeraria” invasión de Ucrania, “lanzada para defender los intereses de la oligarquía rusa”. Sin embargo, afirma que la guerra fue “instigada por las potencias estadounidenses y de la OTAN con el fin de perseguir objetivos de larga data”.
La intervención abierta de un ministro en la campaña para clausurar una reunión contra la guerra organizada por el JEIIS representa el inicio de una nueva etapa en los esfuerzos de las élites gobernantes de todo el mundo para censurar a los oponentes de las guerras imperialistas. Sigue a un intento infructuoso del UCC en marzo de bloquear una reunión del JEIIS en la Universidad de Waterloo, también en Ontario, y a los esfuerzos de los nacionalistas ucranianos de extrema derecha y sus partidarios en Australia, Nueva Zelanda, Alemania y Estados Unidos para interrumpir las reuniones del JEIIS celebradas en esos países para sentar las bases de un movimiento internacional contra la guerra dirigido por la clase obrera.
Durante todo el mes de mayo, los medios de comunicación alemanes se llenaron de vitriólicas denuncias contra Roger Waters cuando el cofundador de Pink Floyd llevó su gira contra la guerra “This Is Not a Drill” ante decenas de miles de fans en Berlín, Hamburgo, Múnich y Fráncfort. Debido a su postura antibelicista de principios, Waters fue objeto de una investigación policial en Berlín bajo acusaciones espurias de antisemitismo y relativización de los crímenes de los nazis.
Mientras llevan a cabo una temeraria escalada de la guerra con Rusia, acercando cada vez más al mundo al precipicio de una catastrófica guerra nuclear, la clase dominante de Estados Unidos y sus aliados de la OTAN se sienten obligados a deshacerse de cualquier semblanza de derechos democráticos en casa. La intensificación de la represión contra los oponentes a la guerra coincide con el apoyo de las potencias imperialistas a los provocadores ataques del régimen ultraderechista ucraniano contra objetivos en Rusia. Además, la crisis cada vez más grave del régimen de Kiev en el campo de batalla está aumentando la probabilidad de la participación de las tropas de la OTAN en el combate, preparando el escenario para un enfrentamiento directo entre potencias con armas nucleares.
La implacable lógica de la intensificación de la guerra está echando por tierra todas las mentiras utilizadas por los imperialistas y sus lacayos nacionalistas ucranianos para justificarla. Los mismos nacionalistas de extrema derecha que arremeten contra el JEIIS por ser “antiucraniano” defienden la continuación de una guerra que ya se ha cobrado la vida de 200.000 ucranianos y ha obligado a millones a huir de sus hogares.
La determinación del UCC y de las autoridades ontarianas de prohibir la reunión contra la guerra en Toronto es una burla a la incesante propaganda de los medios de comunicación que afirma que la guerra es necesaria para defender la “democracia” en Ucrania, donde los partidos políticos que se oponen a la guerra están prohibidos y el fascista Stepan Bandera es aclamado como héroe nacional. La realidad es que se trata de una guerra imperialista, emprendida por Estados Unidos, Canadá y sus aliados europeos para someter a Rusia al estatus de semicolonia y saquear sus recursos naturales.
No debería sorprender que Canadá está asumiendo un papel destacado en la campaña para censurar las voces hostiles a la guerra en Ucrania. Durante más de 75 años, el Estado canadiense ha cultivado sistemáticamente lazos con los fascistas ucranianos. En la inmediata posguerra, miles de colaboradores nazis y criminales de guerra obtuvieron el derecho a establecerse en Canadá. El historiador canadiense Irving Abella comentó una vez acertadamente que un tatuaje de las SS en el brazo funcionaba como un pasaporte para entrar en Canadá en aquellos años.
En las décadas siguientes, los sucesivos Gobiernos canadienses financiaron y promovieron el UCC tanto como pilar ideológico de su política anticomunista de la guerra fría como para desplazar la política hacia la derecha dentro de las grandes poblaciones de la diáspora ucraniana y de Europa del Este dentro de Canadá, que tradicionalmente habían sido bastiones de las ideas socialistas y de izquierdas. (Véase: “Canadian imperialism's fascist friends”.)
Las raíces históricas y la importancia contemporánea de la relación entre el imperialismo canadiense y el nacionalismo ucraniano de extrema derecha se encarnan en la persona de la primera ministra adjunta Chrystia Freeland. El abuelo materno de Freeland, Michael Chomiak, fue un destacado colaborador nazi y editor del único periódico en ucraniano que se permitía publicar bajo la ocupación nazi, Krikivski Visti. Su madre participó en la redacción de la Constitución ucraniana postsoviética, siendo solo una de los muchos nacionalistas fervientes que Ottawa envió a Ucrania tras la disolución de la Unión Soviética para inyectar en el país un virulento el nacionalismo antirruso.
El UCC goza de amplios vínculos con el gobierno liberal. Además de Freeland, la antigua directora ejecutiva del UCC fue nombrada recientemente jefa de gabinete de la ministra de Defensa, Anita Anand. En un comunicado de prensa de marzo en el que exigía que el Gobierno federal tomara medidas enérgicas contra las actividades antibelicistas, la dirección del UCC se jactaba de las amplias consultas celebradas con el ministro de Seguridad Pública, Marco Mendicino, sobre la censura de actos y mensajes “prorrusos” en los campus universitarios.
En una declaración en Twitter denunciando el intento de censurar la reunión, el secretario nacional del PSI (Canadá), Jones señaló los estrechos vínculos entre el UCC y el Estado, señalando: “Si el UCC puede exigir tan descaradamente la censura política y difamar a los oponentes de la guerra como 'apologistas' de Rusia, es porque tiene lazos íntimos con el Gobierno de Trudeau y toda la élite política”. Los partidarios de la guerra afirman que Estados Unidos y la OTAN defienden la “democracia” en Ucrania. Sin embargo, no pueden tolerar un debate sobre los orígenes históricos de la guerra porque revelaría rápidamente que su narrativa sobre una 'guerra no provocada' de la que Putin es el único responsable es una sarta de mentiras”.
La guerra imperialista en Ucrania y la crisis sistémica cada vez más profunda del capitalismo mundial que desencadenó la guerra están obligando a las élites gobernantes de todos los países a atacar lo que queda de los derechos democráticos y sociales de los trabajadores:
- En Francia, el presidente Emmanuel Macron recurrió a una brutal represión policial frente a las protestas masivas contra un salvaje ataque a las pensiones, considerado indispensable para financiar cientos de miles de millones de euros en gasto militar adicional.
- En Reino Unido, el Gobierno ha encarcelado ilegalmente al fundador de WikiLeaks, Julian Assange, durante más de cuatro años en una prisión de máxima seguridad por denunciar los crímenes de guerra de las potencias imperialistas. Las huelgas en amplios sectores de la economía, incluyendo la salud y el transporte, han sido prohibidas en virtud de una legislación draconiana reciente.
- En Alemania, el Partido Socialista por la Igualdad ha sido objeto de ataques por su oposición de principios a la guerra y al rearme alemán. Facebook prohibió un vídeo que exponía los orígenes históricos de la guerra de Ucrania en marzo de 2022 y hubo intentos infructuosos de cancelar una reunión del JEIIS contra la guerra en la Universidad Goethe de Fráncfort el mes pasado.
El uso cada vez más abierto de la censura y las formas dictatoriales de gobierno por parte de las élites dominantes en todos los países demuestra su debilidad y aislamiento más que su fortaleza. Enfrentadas a las irresolubles contradicciones del sistema capitalista global –entre el carácter global de la producción y los Estados nación, y entre la propiedad privada de los medios de producción y su carácter social—, las potencias imperialistas rivales no tienen otra opción más que disputar mercados, recursos y ganancias adicionales a través de un nuevo reparto del mundo. Esto conduce inexorablemente a otra guerra mundial.
Pero estas mismas contradicciones están impulsando a millones de trabajadores de todo el mundo a emprender luchas revolucionarias, que crean la posibilidad de una resolución progresista de la crisis. Las luchas masivas de la clase obrera contra el aumento del coste de la vida, por empleos dignos y seguros, y por el acceso a servicios públicos que necesitan desesperadamente, deben ser conectadas con la lucha para poner fin a la guerra imperialista y su origen, el sistema de lucro capitalista.
Una condición para la construcción de ese movimiento internacional contra la guerra en la clase obrera es la defensa de los derechos democráticos contra los ataques de la élite gobernante y sus cómplices de extrema derecha, que están decididos a aplastar violentamente la oposición popular. Esta es la razón por la que la campaña por la defensa de la reunión antibélica del JEIIS en Toronto debe considerarse una tarea urgente para los trabajadores y los jóvenes de todo el mundo.
Instamos a todos los lectores a que firmen la petición del JEIIS en apoyo del derecho del movimiento juvenil del PSI a celebrar su reunión contra la guerra este domingo.
(Publicado originalmente en inglés el 1 de junio de 2023)
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