Español

En medio de huelgas masivas, el grupo morenista francés Révolution Permanente defiende el régimen capitalista

Durante casi dos meses, millones de trabajadores y jóvenes han continuado en Francia con las masivas huelgas de protesta contra los recortes de pensiones del presidente Emmanuel Macron. Tres cuartas partes de los franceses se oponen a los recortes, y el 60 por ciento quiere una huelga general para paralizar la economía y derribar a Macron. En medio de la mayor movilización en Francia desde las huelgas generales de 1936 y 1968, se están desarrollando huelgas de masas en Alemania, Reino Unido, España, Bélgica, Portugal e Italia, al tiempo que una sangrienta guerra entre la OTAN y Rusia amenaza con convertirse en una guerra total en toda Europa.

Esto está exponiendo el abismo político y de clase existente entre el Comité Internacional de la Cuarta Internacional (CICI), el movimiento trotskista mundial, y varios partidos pseudoizquierdistas. El CICI y su sección francesa, el Parti de l'égalité socialiste (PES), subrayan la situación objetivamente revolucionaria y la necesidad de construir un movimiento revolucionario internacional en la clase obrera. Los partidos pseudoizquierdistas, por otro lado, insisten en que la situación no es revolucionaria y que la clase obrera debe subordinarse a toda costa al dominio capitalista.

Esta es la posición del grupo morenista Revolución Permanente (RP), escisión de la organización pablista de clase media Nuevo Partido Anticapitalista (NPA) y vinculado al Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS), la Organización Internacionalista Revolucionaria de Alemania (RIO) y Left Voice en Estados Unidos. Este fue el tema de una reciente discusión entre dos líderes del RP, Juan Chingo y Romaric Godin, publicada en su sitio web bajo el título “Francia: ¿en la víspera de una huelga de masas?”.

Chingo y Godin señalan el aumento de las huelgas en las que toman parte millones de trabajadores en Francia, pero insisten en que la situación no es revolucionaria. Godin comentó: “No considero que la insurrección de masas sea la hipótesis más probable, incluso si el movimiento llega a mostrar necesariamente sus propias potencialidades que pueden sorprendernos. Creo que lo que está en juego es la construcción de un movimiento social sostenible y con una base”.

“La situación no es revolucionaria, estoy de acuerdo con esta observación”, replicó Chingo. Añadió que el movimiento huelguístico no debe derrocar el capitalismo, sino tratar de trabajar bajo el dominio burgués: “El desarrollo de la huelga general y de la autoorganización de las masas bosquejan así el mismo horizonte: el desarrollo de un auténtico contrapoder al poder de la burguesía”.

Este intercambio revela la dificultad clave a la que se enfrentan los trabajadores en Francia, en toda Europa y en el mundo. La situación es objetivamente revolucionaria: el capitalismo se está hundiendo en la guerra, los Gobiernos están desacreditados y millones de trabajadores están en huelga. Pero las burocracias sindicales y los partidos pseudoizquierdistas como RP, que conservan el control legal y, hasta cierto punto, político sobre las huelgas, se oponen a las medidas revolucionarias. En cambio, subordinan a los trabajadores a negociaciones impotentes con políticos capitalistas como Macron, que están decididos a pisotear la opinión pública para llevar adelante la guerra y recortar los niveles de vida de los trabajadores.

Esto demuestra el significado imperecedero de la lucha contra el estalinismo dirigida por León Trotsky, el colíder con Vladímir Lenin de la Revolución de Octubre. Trotsky se opuso a los dirigentes estalinistas que, antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial en 1939, insistieron, como RP hoy, en que la situación no era revolucionaria. Esta fue la base de la desafortunada alianza en el Frente Popular de los estalinistas con el Partido Radical capitalista y los socialdemócratas.

En ese momento, Trotsky luchaba por fundar la Cuarta Internacional como la oposición marxista al estalinismo. En 1935, en medio de la radicalización de la clase obrera francesa frente a las crecientes amenazas del hitlerismo y las ligas locales de extrema derecha, Trotsky destrozó los argumentos contrarrevolucionarios de los estalinistas de entonces, repetidos ahora por RP. En ¿A dónde va Francia? Trotsky escribió:

El Comité Central Ejecutivo del Partido Socialista ha lanzado en enero, un programa de lucha por el poder, de destrucción del aparato del Estado burgués, de instauración de la democracia obrera y campesina, de expropiación de los bancos y de las ramas concentradas de la industria. Sin embargo, el Partido no ha movido, hasta ahora, ni un meñique para llevar este programa a las masas. A su vez, el Partido Comunista se niega, rotundamente, a tomar el camino de la lucha por el poder. ¿La causa? “La situación no es revolucionaria”

¿Las milicias obreras? ¿El armamento de los obreros? ¿El control obrero? ¿Un plan de nacionalización? ¡Imposible! “La situación no es revolucionaria”. ¿Qué se puede hacer? Enviar grandes petitorios al clero, competir en la elocuencia hueca de los radicales y esperar. ¿Hasta cuándo? Hasta que la situación se vuelva revolucionaria por sí misma. Los sabios médicos de la Internacional Comunista tienen un termómetro, que ponen bajo la axila de esa vieja que es la Historia y de ese modo determinan infaliblemente la temperatura revolucionaria. Pero no muestran a nadie su termómetro.

Afirmamos: el diagnóstico de la Internacional Comunista es radicalmente falso. La situación es tan revolucionaria como puede serlo con la política no revolucionaria de los partidos obreros. Lo más exacto es decir que la situación es prerrevolucionaria. Para que esta situación madure, hace falta una movilización inmediata, fuerte e incansable de las masas en nombre del socialismo. Esta es la única condición para que la situación prerrevolucionaria se vuelva revolucionaria. En caso contrario, si se continúa marcando el paso en el mismo lugar, la situación prerrevolucionaria se volverá contrarrevolucionaria y llevará a la victoria del fascismo.

La frase sacramental sobre la ‘situación no revolucionaria’ solo sirve actualmente para atiborrar las cabezas de los obreros, paralizar su voluntad y dejar libres las manos al enemigo de clase. Bajo la cobertura de frases parecidas, el conservadurismo, la indolencia, la estupidez y la cobardía se apoderan de las direcciones del proletariado y se prepara la catástrofe, como en Alemania.

La advertencia de Trotsky fue reivindicada por la historia. La situación era revolucionaria: apenas un año después de que escribiera esas líneas, la clase obrera se levantó en la huelga general de 1936. Y la política estalinista —bloquear la toma del poder por parte de la clase obrera, liquidar la huelga general de 1936 y salvar el dominio capitalista— condujo a la catástrofe. Desperdiciando la última gran oportunidad de evitar la guerra mundial a través de la revolución socialista, allanó el camino para otra victoria fascista.

Tres años después de la traición estalinista de la huelga general de 1936, el Frente Popular se había derrumbado y había estallado la Segunda Guerra Mundial. En medio de la derrota militar de Francia en 1940, los partidos del Frente Popular desempeñaron un papel despreciable. Mientras que la dirección estalinista francesa respaldó el pacto de paz de Stalin con Hitler en los primeros dos años de la guerra, la mayoría de los legisladores socialdemócratas y radicales votaron a favor de dar plenos poderes al dictador colaboracionista nazi Philippe Pétain el 10 de julio de 1940.

Después de 88 años, el análisis de Trotsky se erige como una acusación de la perspectiva complaciente y procapitalista de RP. Millones de trabajadores están en huelga en toda Europa, mientras que cientos de miles de soldados ya están siendo masacrados en una sangrienta guerra en Ucrania entre las potencias nucleares de la OTAN y Rusia. Con una complacencia políticamente criminal, RP se dedica en medio de una crisis llena de enormes peligros a paralizar la voluntad del proletariado y subordinarlo al “diálogo social” entre las burocracias sindicales pro-OTAN y Macron. Está haciendo todo lo posible para sentar las bases para nuevas catástrofes en el siglo veintiuno.

RP exige a los trabajadores “realizar una experiencia con la democracia representativa burguesa”

El PES explica: Lo que se necesita es una movilización vigorosa e infatigable de las masas en toda Europa y más allá de Europa en una lucha por el poder obrero y el socialismo. Llama a los trabajadores a organizarse en comités de base, independientes de las burocracias sindicales nacionales, para unificar a la clase trabajadora como una fuerza revolucionaria internacional y liberarla de la influencia de clase ajena de las burocracias procapitalistas.

Los dirigentes de RP sin duda se burlarían de los llamamientos a formar comités de trabajadores para ejercer el control sobre la producción, nacionalizar las grandes corporaciones transformándolas en empresas públicas controladas democráticamente por los trabajadores y prepararse para defenderse contra las bandas de extrema derecha o las amenazas golpistas. Chingo, por supuesto, dice que también apoya la “autoorganización” de los trabajadores. Sin embargo, no propone a tal organización un programa revolucionario internacional para el socialismo, sino un programa subordinado al Estado capitalista “democrático” sobre una base nacional.

Incluso mientras Macron y el Parlamento pisotean la opinión pública, imponen los recortes de pensiones y empobrecen a la población para desviar decenas de miles de millones de euros hacia gastos de guerra, Chingo elogia la “democracia representativa burguesa”. Para RP un desafío revolucionario de la clase obrera al Parlamento, que está al servicio de Macron, y a su maquinaria de Estado policial está fuera del orden del día. Las fuerzas de izquierda, dice Chingo,

ganarían si se relacionaran con lo mejor de la tradición revolucionaria jacobina o, mejor aún, de la Comuna, para desarrollar elementos de un programa democrático como ese, como de una Asamblea única que una la función legislativa y ejecutiva, … Todo esto sería de gran ayuda para el movimiento de masas y contribuiría a realizar una experiencia con la democracia representativa burguesa y a desarrollar la conciencia de la autoorganización, que en mi opinión es la única perspectiva democrática viable.

¿Cuál es el programa de acción política que propone Chingo? Notablemente, la única demanda concreta que avanza es combinar las dos cámaras del Parlamento francés en una sola, aunque ambas cámaras están formadas por capitalistas reaccionarios. El intento de Chingo de dotar a esta política nacionalista y procapitalista de credenciales de “izquierda” invocando la revolución de 1789 y la Comuna de París de 1871 es políticamente una falsedad.

Los revolucionarios de 1789-1794 persiguieron una política completamente diferente de la de Chingo. No aceptaron la opresión feudal ni el trabajo en el contexto de las instituciones parlamentarias del régimen feudal-monárquico existente. La Asamblea Constituyente (rebautizada como Convención en 1792) y los campesinos y ciudadanos armados se apoderaron de la propiedad feudal la cual abolieron, derrocaron la monarquía absoluta, ejecutaron al rey y aplastaron los ejércitos invasores europeos que intentaron restaurar el dominio feudal.

Desde los albores del capitalismo industrial y del marxismo en el siglo diecinueve, la clase obrera ha tenido en realidad más que suficiente experiencia, especialmente en Francia, con la “democracia representativa burguesa”.

En 1848, un año después de que Marx y Engels escribieran el Manifiesto Comunista, la clase obrera se levantó en toda Europa. En Francia, los trabajadores derrocaron al rey Luis Felipe y se proclamó la Segunda República. Cuando la República capitalista intentó cerrar los Talleres Nacionales establecidos para proporcionar trabajo a los desempleados, los trabajadores salieron a las calles para evitar la pobreza y el hambre. El general Eugène Cavaignac dirigió el ejército y las fuerzas de seguridad en la gran masacre de las Jornadas de Junio, matando a más de 3.000 trabajadores y arrestando a 25.000.

En marzo de 1871, cuando la Tercera República Francesa intentó desarmar a París robando los cañones que la ciudad había comprado para defenderse en medio de la guerra de Francia contra Prusia, la revolución volvió a estallar. La Comuna obrera tomó el poder en París. Sin embargo, no emergió como un “contrapeso” duradero al dominio burgués bajo el capitalismo, como lo concibe Chingo: surgió, en cambio, un enfrentamiento entre el Estado capitalista y el naciente Estado obrero.

Los comuneros fueron ahogados en sangre por la “democracia representativa burguesa” de la Tercera República, que mató a 20.000 de ellos durante la Semana Sangrienta del 21 al 28 de mayo de 1871. El líder del régimen burgués, Adolphe Thiers, expuso su política hacia la clase obrera el 24 de marzo de 1871, cuando el ejército de la Tercera República retomó París por la fuerza. En su informe a la Asamblea Nacional sobre sus operaciones militares en París, Thiers se jactó: “He derramado torrentes de sangre”.

La alusión de Chingo a la Comuna de París como una inspiración para una política que busca descartar la revolución y alentar a los trabajadores a “realizar una con la democracia representativa burguesa” solo refleja su total desprecio por la clase trabajadora. Lenin, Trotsky y los bolcheviques sacaron conclusiones diametralmente opuestas a la perspectiva procapitalista de RP: en períodos de crisis revolucionaria, la clase obrera solo puede salvarse a sí misma mediante una lucha despiadada, y los derechos democráticos solo pueden defenderse luchando por la revolución socialista.

Las raíces de RP en el rechazo pablista de la defensa del trotskismo por parte del CICI

El respaldo de RP al gobierno burgués y su rechazo de la revolución socialista derivan de sus orígenes pablistas. Durante más de una década después de la fundación del NPA pablista en 2009, los miembros de RP trabajaron dentro del NPA, que desciende de las fuerzas pequeñoburguesas lideradas por Michel Pablo y Ernest Mandel que, hace 70 años, rompieron con el trotskismo y se separaron del CICI. En 1953, Pablo y Mandel argumentaron que los estalinistas y las fuerzas nacionalistas burguesas, no el trotskismo, ofrecerían una dirección revolucionaria a la clase obrera.

Sin embargo, RP pasó a primer plano, ya que el papel innegablemente contrarrevolucionario del NPA quedó cada vez más expuesto en medio del crecimiento explosivo de la lucha de clases desde 2018 y las protestas de los “chalecos amarillos”. RP hizo críticas tácticas al apoyo del NPA a las guerras de la OTAN en Libia y Siria, que buscaban cambios de régimen, y los ataques del NPA sobre las protestas de los “chalecos amarillos” contra la desigualdad social y Macron. Sobre esta base, RP anunció el año pasado que funcionaría como un partido independiente.

Si bien ciertas facciones de los medios franceses han tratado de promocionar a RP como un partido “trotskista”, en realidad no ha roto con la orientación pablista del NPA hacia las burocracias estalinistas. RP ha tratado de ocultar esta orientación desarrollando una alianza con el PTS de Argentina. El PTS desciende de las fuerzas lideradas por Nahuel Moreno, quien inicialmente se puso del lado del CICI contra los pablistas en 1953, pero luego buscó una reunificación sin principios con el pablismo una década más tarde, en 1963.

Sobre la cuestión decisiva de la independencia política de la clase obrera con respecto al estalinismo y el imperialismo, RP mantiene una orientación pablista. Se describe a sí misma como una corriente que creció absorbiendo a una generación de jóvenes dirigentes sindicales que aspiran a ascender en las filas de la burocracia estalinista del sindicato CGT. Significativamente, al tiempo que RP describe el entorno del que ha sacado a sus miembros, menciona su interés en el cantante franco-camerunés antisemita y de extrema derecha Dieudonné y sus obscenos gestos de “quenelle”. RP escribe:

El movimiento obrero ha visto el surgimiento de una nueva generación que podría ayudar a construir una organización de este tipo. Lo vimos la primera vez en la huelga ferroviaria de 2014 donde, sin conocer las reglas de la izquierda política y sindical, o incluso compartiendo inconscientemente las de figuras confusas como Dieudonné (era el punto culminante del fenómeno 'quenelles'), a menudo fueron ignorados por los militantes de extrema izquierda. ...

Esta generación incluía líderes sindicales radicales cuyo surgimiento ocurre en condiciones muy particulares. A medida que el PCF pierde terreno dentro de la CGT, la cual lucha por reclutar nuevos miembros, los jóvenes dirigentes sindicales pueden encontrarse rápidamente liderando grandes organizaciones sindicales o burocracias. Además, están emergiendo en el contexto posterior a los ‘chalecos amarillos’, que lanzó a los sindicatos a la crisis, debilitando la capacidad de la burocracia para amurallar la acción política y sindical, y dando forma a esta nueva generación de militantes de la clase trabajadora.

Cualquier revolucionario digno de ese nombre debe prestar la mayor atención a este fenómeno, y tratar a toda costa de unirse a esta nueva generación.

La orientación de RP hacia la burocracia estalinista de la CGT y sus simpatías por reaccionarios como Dieudonné denuncia sus pretensiones de ser un partido revolucionario. Busca atar a los trabajadores a la burocracia de la CGT, que lideró la traición de las huelgas generales de 1936 y 1968 y ahora está evolucionado cada vez más dramáticamente hacia la derecha. Hoy, la dirección de la CGT está negociando los recortes de Macron y emitiendo declaraciones públicas respaldando a la OTAN en la guerra que lleva contra Rusia en Ucrania.

También muestra que los llamamientos de RP a la “autoorganización” de los trabajadores, independientemente de las burocracias sindicales, son un fraude. La perspectiva procapitalista de RP es aceptable para los altos dirigentes sindicales. En cuanto a RP, es poco más que una facción de la burocracia de la CGT. Su programa “democrático” no es más que un barniz fino y pseudoizquierdista para una política de subordinación de la clase trabajadora a las negociaciones de los burócratas con Macron sobre la austeridad y la guerra.

En oposición a RP, el PES llama a la formación de comités de base en la clase obrera, independientes de las burocracias sindicales. Esta es la única manera de que los trabajadores se movilicen para derrocar el Gobierno de Macron, detener la guerra de la OTAN y Rusia, revertir los ataques sociales contra los trabajadores y construir un movimiento unificado por el socialismo junto con sus hermanos y hermanas de clase que se movilizan en lucha a través de toda Europa y el mundo.

La condición previa para construir tales organizaciones es una concepción clara de que su papel es romper el obstáculo contrarrevolucionario planteado por la burocracia sindical y sus defensores pseudoizquierdistas. Esto requiere la construcción del PES en Francia y secciones del CICI en toda Europa y el mundo, luchando por construir un movimiento para transferir el poder a las organizaciones independientes de la clase obrera y por construir una sociedad socialista global.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 13 de marzo de 2023)

Loading