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Perspectiva

24 horas tras pedir negociaciones que acaben la guerra en Ucrania, el DSA y los demócratas “progresistas” exigen una escalada

El lunes, 30 miembros de la Bancada Progresista del Congreso le enviaron una carta al presidente Joe Biden sugiriendo que EE.UU. negocie con Rusia para poner fin a la guerra en Ucrania. La carta aludió a “las posibilidades catastróficas de una escalada nuclear y errores de cálculo” y manifestó su preocupación de que la guerra esté privando a miles de millones de personas de comida y otras necesidades.

El martes, sin ningún cambio en cuanto a las “posibilidades catastróficas” del día anterior, los firmantes demócratas —incluyendo todos los cuatro miembros de los Socialistas Democráticos de Estados Unidos (DSA, por sus siglas en inglés)— retiraron su carta, rechazaron los pedidos de negociación y prometieron su apoyo pleno a la guerra.

El cambio de opinión fue inmediato y total. En una declaración publicada el martes, la presidenta de la bancada Pramila Jayapal (demócrata, estado de Washington) calificó la carta del lunes como “lamentable” y se disculpó en nombre de los firmantes por causar una “distracción” de la campaña militar. “La Bancada Progresista del Congreso retira por la presente su carta reciente a la Casa Blanca sobre Ucrania”, declaró. Ningún miembro de la bancada se ha declarado en oposición a la revocación.

Desde la izquierda: las diputadas Alexandria Ocasio-Cortez, D-N.Y., Ayanna Pressley, D-Mass, y Rashida Tlaib, D-Mich, 26 de febrero de 2019, Washington D.C. [AP Photo/J. Scott Applewhite]

Jayapal no solo retiró la carta, sino que también prometió el apoyo de la bancada a la guerra hasta que Rusia capitule. “Todas las guerras acaban con diplomacia”, escribió, “y ésta también lo hará después de la victoria ucraniana”. Pero, según la carta emitida el lunes, si el Gobierno ruso carece de “un marco realista para un cese al fuego”, tan solo crecerá “el riesgo de una catastrófica escalada”. Mientras los firmantes escribieron el lunes que “la alternativa a la diplomacia es una guerra prolongada, con sus inherentes certezas y sus riesgos catastróficos y que no se pueden conocer”, el martes eligieron “la guerra prolongada” y aceptaron los riesgos.

Esta es la dinámica reaccionaria de la política en el Partido Demócrata. Este perfil de cobardía política vuelve a demostrar que el Partido Demócrata, como su contraparte republicana, no es nada más que un pilar político del imperialismo estadounidense. Constituye un vehículo para avanzar la temeraria persecución de Wall Street del dominio mundial. Su ala “izquierdista”, representada por políticos como Alexandria Ocasio-Cortez (demócrata, Nueva York), no es la excepción.

Estos héroes y heroínas de la clase media-alta de “izquierda” están revoloteando para borrar sus firmas de la carta del lunes que pedía negociaciones. En un intento evidentemente falso de culpar a sus subordinados, Jayapal, quien dice ser defensora de los derechos de los empleados contra sus patrones, dijo de forma deshonrosa que la carta “lamentablemente fue emitida por el personal sin nuestro escrutinio”.

Muchos firmantes emplearon las mismas frases para explicar que ya no apoyan las negociaciones, como si estuvieran leyendo el mismo guion. Mark Pocan (demócrata, Wisconsin) tuiteó: “No tengo ni idea de por qué fue publicada. Mal momento”. Sara Jacobs (demócrata, California) dijo, “El momento correcto es todo en la diplomacia. Firmé esta carta el 30 de junio pero ha ocurrido mucho desde entonces”. Ilhan Omar (demócrata, Minnesota), quien fue apoyada por el DSA, dijo, “El momento correcto es todo en la política pública, las cartas se escriben para responder a un momento y, en la política, los momentos pasan a la velocidad de la luz. En este caso en particular, la carta fue una respuesta a la inteligencia que recibíamos sobre la guerra y el camino adelante”.

La referencia de Omar a la “inteligencia” por medio de informes de la CIA y el Pentágono es una muestra más de que la pseudoizquierda es un brazo del imperialismo estadounidense que “responde” a las demandas de las agencias militares y de inteligencia. La “inteligencia” que recibió Omar y el resto de la Bancada Progresista después de la carta del lunes consiste en que necesitaban retirarla y dar marcha atrás, algo que hicieron prontamente.

Horas después de la publicación de la carta, el vocero del Consejo de Seguridad Nacional, John Kirby, agradeció a los congresistas por “sus preocupaciones muy reflexivas” pero rechazó su llamado a emprender negociaciones, afirmando que solo los ucranianos pueden definir “cómo se ve el éxito y cuándo negociar”.

Luego, el martes por la mañana, la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi (demócrata, California) se refirió indirectamente a la carta en comentarios a la prensa desde Croacia, donde participa en reuniones de la Plataforma Internacional por Crimea para movilizar a los líderes del Báltico en oposición a Rusia. “El apoyo a Ucrania”, dijo Pelosi, “no se detendrá. Es bipartidista, bicameral y comienza en la Casa Blanca con nuestro presidente”. Pelosi, quien es presidenta sólo gracias a sus vínculos con el capital financiero, prometió que los demócratas apoyarán la guerra “hasta la victoria” y repitió la consigna nacionalista de la ultraderecha ucraniana: “ ¡Slava Ukraini! ”.

Después de sus comunicaciones con el Pentágono y Wall Street, la Bancada Progresista dio un giro de 180 grados. Cada uno de los firmantes que se hacen llamar “socialistas” —Ocasio-Cortez, Rashida Tlaib, Jamaal Bowman y Cori Bush— capitularon sin una pizca de oposición. Ocasio-Cortez no respondió a una solicitud de prensa del WSWS para su comentario al respecto.

El rápido silenciamiento de la carta de la Bancada Progresista es una decisión consciente de la dirección del Partido Demócrata para establecer que no tolerará ninguna expresión de sentimiento popular antibélico dentro de sus filas en el período previo a las elecciones de mitad de período.

A las pocas horas de la publicación de la carta del lunes, el Washington Post publicó una declaración del consejo editorial titulada “No es momento de flaquear en la resistencia a la agresión rusa”.

El editorial comienza haciendo referencia a las declaraciones del líder republicano de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, a principios de este mes, de que un Congreso republicano no extendería un “cheque en blanco” a Ucrania, y concluye calificando la carta original de “inútil” y afirmando que Rusia la utilizará con fines propagandísticos. El editorial del Post concluye: “La Casa Blanca rechazó la idea de forma cortés pero firme, como debió hacerlo. No es el momento de ponerse tambaleante, y eso va para los legisladores de ambos partidos”.

La declaración del martes de Jayapal cuidadosamente presentó a los demócratas como inequívocamente proguerra:

Debido al momento en que se produjo, algunos confundieron nuestro mensaje con la reciente declaración del líder republicano McCarthy, que amenazaba con poner fin a la ayuda a Ucrania si los republicanos tomaban el poder. La proximidad de estas declaraciones generó la desafortunada apariencia de que los demócratas, que han apoyado y votado firme y unánimemente todos los paquetes de ayuda militar, estratégica y económica al pueblo ucraniano, están de alguna manera alineados con los republicanos que pretenden descontinuar el apoyo estadounidense al presidente Zelenski y a las fuerzas ucranianas.

Esta patética capitulación no solo aumenta el peligro de una guerra nuclear, sino que también fortalece al fascistoide Partido Republicano, que está ganando en las encuestas debido a la ira por la inflación y que ahora podrá presentarse, aunque sea falsamente, como el opositor a la guerra.

La propia carta de la Bancada Progresista del lunes contenía un enlace a una encuesta que mostraba que una amplia mayoría de los estadounidenses pide negociaciones para evitar una nueva escalada y que hay más estadounidenses que creen que Estados Unidos debería reducir los envíos de armas frente a los que creen que debería aumentarlos. Las encuestas muestran repetidamente la creciente preocupación popular por la posibilidad de una catástrofe nuclear. Al rescindir incluso su tímido llamamiento a las negociaciones, la Bancada Progresista y el DSA han entregado a Trump un regalo en bandeja, que aprovechará para arrastrar el sistema político aún más a la derecha.

El giro de 24 horas muestra que el desarrollo de un movimiento contra la guerra solo tendrá lugar en la medida en que esté arraigado en la clase obrera y se base en una lucha contra todos los partidos capitalistas reaccionarios, incluidos sus apologistas cobardes de la pseudoizquierda. Esta es la lección crítica que debe extraerse de su capitulación.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 25 de octubre de 2022.)

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