La batalla contractual en la empresa de aluminio Arconic es el último episodio de la lucha cada vez más amplia entre la clase obrera y los sindicatos patronales.
El miércoles por la noche, el sindicato United Steelworkers (USW) afirmó que se había ratificado un contrato mediocre para más de 3.000 trabajadores, enfureciendo a las bases y haciéndolas sospechar de un fraude en la votación. Hubo reportes conflictivos sobre el margen de la aprobación. Algunas fuentes alegan que el voto se dividió 60 a 40, mientras que otras reportan una ventaja mínima de 51-49.
A inicios del mes, los trabajadores de Arconic votaron casi unánimemente a favor de realizar una huelga. Esta fue una demonstración poderosa de la determinación de ser compensados por los años de concesiones y de prevenir un empobrecimiento más profundo debido al aumento descontrolado de la inflación.
Pero, en vez de organizar una lucha, el USW mantuvo a los trabajadores desinformados antes de anunciar repentinamente un acuerdo en el último momento. El contrato contenía aumentos salariales mucho menores que la inflación de 8,3 por ciento: un 7 por ciento para el primer año y 4,5 por ciento en los siguientes tres años.
Los trabajadores estaban furiosos con el acuerdo, lo que condujo al sindicato a censurar sus páginas de Facebook locales, desactivando los comentarios. Mientras tanto, los trabajadores crearon su propio grupo de Facebook, al que se han unido cientos de miembros. Este es un foro de discusión democrática fuera del control del sindicato.
El World Socialist Web Site urge a los trabajadores de Arconic a que avancen inmediatamente esta iniciativa a través de la organización formal de un comité de base, independiente de los oficiales del USW y controlado por los propios trabajadores. Las bases necesitan exigir un recuento de los votos. No se puede confiar en la integridad de una votación completamente controlada por la burocracia sindical.
La lucha en Arconic es la muestra más reciente de que los sindicatos ya no son organizaciones obreras en ningún sentido significativo, sino títeres comprados de la gerencia.
Varias de las luchas que han estallado en los últimos meses tienen ciertos aspectos en común. Los votos unánimes o casi unánimes para autorizar huelgas demuestran la voluntad de los trabajadores de luchar, pero luego los sindicatos bloquean cualquier huelga o la mantienen aislada y limitada a pocos días o a solo una fracción de la fuerza laboral. Los sindicatos anuncian abruptamente un acuerdo entreguista que casi siempre contiene aumentos salariales que solo llegan a la mitad de la tasa de inflación o menos, lo que conduciría a importantes recortes en los salarios reales a lo largo de la vigencia del contrato.
Los sindicatos organizan una votación rápida de aviso y llevada a cabo en condiciones sospechosas y bajo el control de burócratas que los presionan a votar a favor. En algunos casos, los sindicatos no logran aprobarlo en el primer intento, pero luego convocan un segundo voto para un acuerdo prácticamente idéntico y eventualmente el declaran que fue aprobado.
Además de Arconic, estas son otras luchas que han seguido el mismo patrón:
- En Detroit Diesel, el 99 por ciento de los trabajadores votó a favor de autorizar una huelga y cuatro votaron en contra del convenio propuesto por cada uno que votó a favor. El sindicato United Auto Workers (UAW), cuyo presidente Ray Curry pertenece a la junta ejecutiva de la empresa matriz de Detroit Diesel, eventualmente impuso el acuerdo a la fuerza pese a solo involucrar aumentos salariales de 10 por ciento a lo largo de seis años.
- Tres mil transportistas de autos en la industria automotriz estaban preparados para hacer huelga en la media noche del martes cuando expiró su contrato actual, pero el sindicato Teamsters anunció un acuerdo en el último momento y les ordenó seguir trabajando.
- Cincuenta y cinco mil trabajadores públicos del condado de Los Ángeles votaron a favor de autorizar una huelga, pero el sindicato Service Employees International Union (SEIU) reimpuso un acuerdo con aumentos salariales de 3,25 a 5,5 por ciento.
- Una huelga de 500 trabajadores de Chevron en una refinería en Richmond, California, fue aislada por el USW, que impuso a la fuerza un acuerdo entreguista nacional en colaboración con el Gobierno de Biden. El presidente del USW, Tom Conway presumió abiertamente que el convenio nacional “no es inflacionario”, es decir, que contiene aumentos salariales menores a la inflación. El sindicato luego impuso un acuerdo en Richmond después de aislar a los trabajadores por dos meses.
- En Houston, 2.800 conserjes estaban listos para hacer huelga la noche del martes, pero fue cancelada por el SEIU, que anunció un acuerdo tentativo el día siguiente. Los conserjes son trabajadores altamente explotados y en gran medida inmigrantes que actualmente solo ganan $10,75 por hora antes de restar las cuotas salariales.
- Una huelga de 1.100 trabajadores en la empresa de equipo agrícola CNH en el centro del país ha permanecido aislada por el UAW por más de un mes.
A esta lista, se le suman las luchas cada vez más extensa de los enfermeros en todo EE.UU. Mientras los sindicatos se han dedicado a aislar sus huelgas —incluyendo en Stanford en abril y mayo y las huelgas en curso en Minnesota y Nueva Jersey—las bases organizaron independientemente una poderosa campaña contra la victimización de RaDonda Vaught y en oposición a los niveles inseguros de personal.
La central sindical AFL-CIO y los otros sindicatos oficiales están controlados por una burocracia privilegiada, que cobra sueldos de seis cifras de activos sindicales de nueve cifras y que depende financieramente de su capacidad para imponer una “paz” laboral favorable a las empresas. Su objetivo no es organizar una lucha de los trabajadores por mejores salarios y condiciones de trabajo, sino reprimir las huelgas, imponer acuerdos favorables a las empresas y defender el “derecho” de las empresas a lucrar.
La función social de los sindicatos como policía laboral quedó demostrada por las cifras oficiales de los salarios en Estados Unidos, que aumentaron en general un 4,7 por ciento el año pasado, un repunte sustancial (pero aún muy por debajo de la inflación) impulsado por una escasez de mano de obra que ha fortalecido objetivamente la posición negociadora de los los trabajadores. Pero el aumento entre los trabajadores sindicalizados de solo 3,3 por ciento de marzo de 2021 a marzo de 2022 fue muy inferior al promedio nacional. En otras palabras, los propios sindicatos han desempeñado un papel clave en la limitación de los aumentos salariales.
Estas cifras recuerdan la profunda observación de León Trotsky en la década de 1930: “El carácter de una organización obrera como un sindicato está determinado por su relación con la distribución de la renta nacional”. Si los sindicatos “defendieran los ingresos de la burguesía de los ataques de los trabajadores; si llevaran a cabo una lucha contra las huelgas, contra los aumentos salariales, contra la ayuda a los desempleados, entonces tendríamos una organización de esquiroles, y no un sindicato”. Esto es exactamente en lo que se han convertido los sindicatos.
Para hacer frente a la creciente rebelión desde abajo, los sindicatos están desarrollando vínculos más estrechos e íntimos con el Estado capitalista. Este es el significado de la promesa del presidente Biden de ser el presidente más “prosindical en la historia de Estados Unidos” mientras ataca los salarios de los trabajadores con medidas como el aumento de las tasas de interés federales. Está tratando de desarrollar una estructura corporativista obrero-patronal-estatal para sofocar la lucha de clases y disciplinar a los trabajadores en casa mientras prepara las guerras en el extranjero.
Además del contrato nacional de las refinerías, elaborado en estrecha colaboración con el USW, la Administración ha avanzado mucho en los preparativo s con los operadores portuarios y el sindicato International Longshore and Warehouse Union (ILWU) para evitar paros en los puertos del Pacífico cuando expire el contrato de 20.000 estibadores el 1 de julio. En la industria ferroviaria, donde los trabajadores llevan dos años sin un contrato nacional, los sindicatos están apelando a Biden y al Congreso para que intervengan y hagan cumplir unilateralmente un acuerdo. Un juez federal intervino recientemente para bloquear una huelga contra una nueva política punitiva de asistencia en BNSF, una clara indicación de que cualquier intervención gubernamental favorecería a la patronal.
Entre los sindicatos y la clase trabajadora hay una colisión de intereses sociales fundamentales. En todo el mundo, los trabajadores se están levantando contra el aumento vertiginoso del coste de la vida, la subordinación durante la pandemia de las medidas de salud pública y la vida humana a las ganancias, y las guerras temerarias del imperialismo estadounidense y mundial. Pero los sindicatos, integrados financiera e institucionalmente con las corporaciones y dependientes del apoyo del Estado capitalista, no responden cediendo a la presión popular desde abajo, sino esforzándose cada vez más abierta y descaradamente para reprimirla.
Pero el aparato sindical no puede detener la rueda de la historia. Los trabajadores se ven empujados a la lucha por el desmoronamiento global del sistema capitalista, que es incapaz de resolver ninguno de los problemas sociales básicos a los que se enfrenta la sociedad moderna y que, de hecho, es la causa de estos problemas. Cada nueva traición de la burocracia sindical no hace más que desacreditar estas instituciones y radicalizar a los trabajadores.
La lucha en Arconic y otros sectores de la clase obrera en todo Estados Unidos y a nivel internacional requiere el desarrollo de organizaciones independientes, coordinadas y unificadas en la Alianza Internacional Obrera de Comités de Base.
Para más información sobre formar un comité de base, llena el siguiente formulario.
(Publicado originalmente en inglés el 2 de junio de 2022)