Español
Perspectiva

Durante aumento de casos en EE.UU.

CDC respalda demandas de la patronal de obligar a los enfermos a volver al trabajo

El lunes, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) de EE.UU. actualizó sus guías sobre tiempos de aislamiento y cuarentena, disminuyendo el aislamiento recomendado para las personas infectadas de COVID-19 a la mitad, de 10 a 5 días. Se insta a las personas expuestas a alguien contagiado que solo hagan cuarentena por cinco días “si es posible”, o no del todo si recibieron una dosis de refuerzo de la vacuna.

La pauta significa que cinco días después de dar positivo o haberse expuesto a alguien que dio positivo, se esperará que los trabajadores vuelvan al trabajo si no tienen síntomas. No hace ninguna referencia a la necesidad de que los trabajadores den negativo al COVID-19 antes de regresar a la fuerza laboral.

La directriz tan solo añadirá fuerza a las demandas de los patrones de que los trabajadores enfermos regresen a trabajar. El lunes, decenas de miles retuitearon una publicación de una trabajadora infectada cuyo empleador le ordenó regresar a trabajar. Cientos de trabajadores de servicios, tiendas, transporte, salud e incluso soldados comentaron que les dieron las mismas órdenes.

El Dr. Anthony Fauci, asesor médico jefe de la Casa Blanca y directo del NIAID, y la Dra. Rochelle Walensky, directora de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, en el edificio ejecutivo Eisenhower del campus de la Casa Blanca, 27 de diciembre de 2021, Washington (AP Photo/Carolyn Kaster)

En combinación con la escasez nacional de pruebas, las nuevas políticas de los CDC tan solo agravarán el aumento ya masivo de casos, alimentado por la variante ómicron, que es más transmisible y mejor para evadir la inmunidad. Desde que inició la pandemia, se ha sabido que las personas infectadas con COVID-19 pueden transmitir el virus incluso cuando no muestran síntomas.

Durante las últimas dos semanas, el promedio diario de siete días en EE.UU. se ha duplicado con creces, de 120.563 a 266.563, principalmente debido a ómicron. Según los datos recopilados por newsnodes.com, Estados Unidos registró la cifra pasmosa de 472.000 casos de COVID-19 el lunes.

La decisión provocó contundentes ataques por parte de los expertos de salud pública y fue ridiculizada por el público, reconociéndola como una capitulación a las demandas de las empresas que provocará contagios masivos. Millones vieron claramente que el cambio de política de los CDC estuvo dictado por intereses empresariales y representa el más reciente incumplimiento de su responsabilidad de proteger la salud pública.

El científico de datos, el Dr. Jorge Caballero escribió, “Perdí todo el respeto por los CDC”. El científico Eric Topol tuiteó un cuadro en blanco que representa “los datos que respaldan” la decisión de los CDC. La viróloga Angela Rasmussen tildó la decisión de “imprudente y francamente estúpida”.

Una de las críticas compartidas más ampliamente fue la del cardiólogo Dr. Haitham Ahmed, quien señaló, “Los CDC disminuyeron la cuarentena de 10 a 5 días. Consideran que esto hará que los trabajadores regresen antes y ‘minimizará las interrupciones’. Excepto que el promedio de diseminación del virus es más que 5 días y estamos al inicio de la ola. Los CDC no son los centros para el comercio y las corporaciones. Son los centros para el CONTROL DE ENFERMEDADES”.

No existe ningún fundamento de la salud pública para las nuevas recomendaciones de los CDC. En cambio, fueron claramente determinadas por las necesidades de las empresas, que enfrentan recortes cada vez más graves en los niveles de personal. En particular, la industria aérea ha presionado con cabilderos a los CDC durante la última semana para que cambiara sus directrices, dado que miles de vuelos se vieron cancelados por contagios masivos en el personal.

Además de estas presiones corporativas descaradas de la principal agencia de salud pública, un artículo en el Washington Post señaló que los CDC “estaban preocupados de que la abundancia de contagios podría significar que decenas de miles de policías, bomberos, trabajadores de tiendas y otros empleados esenciales tendrían que dejar sus puestos”.

En otras palabras, la prioridad de los CDC claramente no es garantizar la seguridad de estos trabajadores ni detener la transmisión del COVID-19, sino mantener a los trabajadores enfermos en sus puestos para mantener la economía.

Haciéndose eco de este rechazo a cualquier esfuerzo por detener la pandemia, el martes el alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, la gobernadora Kathy Hochul y el alcalde electo Eric Adams anunciaron en una conferencia de prensa conjunta que un millón de estudiantes volverán a las escuelas de Nueva York el 3 de enero. Cuando las escuelas vuelvan a abrir, las aulas con brotes de COVID-19 dejarán de hacer cuarentena, y los alumnos solo estarán en cuarentena si dan positivo.

Las hospitalizaciones de niños por COVID-19 se han quintuplicado en la ciudad de Nueva York en solo tres semanas, y el número de personas hospitalizadas con COVID-19 en el estado de Nueva York ha aumentado un 12 por ciento en solo un día. Una de cada 50 personas en Manhattan se ha infectado con COVID-19 en la última semana.

Con este desastre como telón de fondo, el Gobierno de Biden está enviando el mensaje de que dejará incluso de pretender que sus políticas quieren acabar con la transmisión del COVID-19. Junto con la declaración de Biden de que no existe una “solución federal” para la pandemia, el Gobierno estadounidense se está lavando las manos.

La doctrina elaborada por primera vez a principios de 2020 de “inmunidad colectiva” y de “vivir con el COVID-19” se está aplicando por medio de la demanda de la Administración de Biden de que se permita que la enfermedad se vuelva “endémica”.

Toda la clase política, con el respaldo de los medios de comunicación corporativos y las instituciones oficiales como los CDC, dan por sentado el COVID-19, como si fuera la gripe o un resfriado común. Cada vez se afirma más que todos los que no trabajan desde casa se infectarán en algún momento con el virus. El corolario de esto es que un gran número de personas morirá, y la esperanza de vida se reducirá significativamente.

El lema del primer ministro británico, Boris Johnson, “No más cierres, dejemos que los cadáveres se apilen por miles”, se está aplicando en la práctica bajo la Administración de Biden.

Se están intensificando los intentos de normalizar las infecciones, las hospitalizaciones y muertes masivas, mientras se omite o se niega la posibilidad de eliminar el virus. La experiencia de China, que desmiente esta falsa narrativa, está siendo universalmente demonizada.

En oposición a la política china de Cero Covid, que ha salvado millones de vidas, la Casa Blanca se está embarcando en una estrategia de “Covid Ilimitado”, sin hacer cuenta del nivel de infecciones, muertes y las discapacidades a largo plazo que produce esta política homicida.

La clase dirigente estadounidense está decidida a no permitir que ningún esfuerzo para detener la propagación de la pandemia de COVID-19 se interponga frente a los intereses corporativos y financieros. Solo importa una cosa: asegurarse de que los precios de las acciones suban, sin importar la pérdida de vidas humanas.

En respuesta al cambio de directrices de los CDC, Wall Street subió inmediatamente, alcanzando un nuevo récord el lunes y otro el martes. Cuando 470.000 personas murieron en 2021, el índice Promedio Industrial Dow Jones se disparó en 6.000 puntos, cerrando el año con un salto de 20 por ciento, la mayor subida de puntos de la historia.

En esta borrachera especulativa, hay un elemento que va más allá de la indiferencia ante las muertes masivas. Dentro de la oligarquía capitalista, hay quienes ven la pandemia como un medio para reducir los gastos en atención médica para los adultos mayores, muchos de los cuales seguirán muriendo a medida que se permita que el COVID-19 se extienda sin control entre la población.

El cambio de los CDC en la recomendación de aislamiento y cuarentena agravará una situación que ya es de pesadilla, en la que todos los lugares de trabajo y las escuelas se convertirán en un caldo de cultivo para la transmisión del virus a un nivel que aún no se ha visto en toda la pandemia.

Cuando se le preguntó si la pauta de los CDC fue “impulsada únicamente por la escasez de trabajadores y no por el interés de la salud pública”, el Dr. Anthony Fauci respondió que “en su conjunto, si se considera la seguridad del público y la necesidad de que la sociedad no se vea interrumpida, esta fue una buena decisión”.

La respuesta de Fauci pone en evidencia una traición completa a sus responsabilidades, y lo mismo ocurre con los CDC. Su deber es velar por la salud de la sociedad, no por los intereses de las corporaciones. No puede haber mayor “interrupción” para la “sociedad” que las muertes, las discapacidades y los problemas graves de la salud.

Por “sociedad”, la Casa Blanca entiende el lucro capitalista, es decir, la extracción de plusvalía de la clase trabajadora. La exigencia de “balancear” la salud pública y los intereses “económicos” no es otra cosa más que la exigencia de que se sacrifiquen vidas humanas por el lucro privado.

La indignación de los científicos con principios ante el amaño de las normas por parte de los CDC es totalmente correcta. Pero los científicos por sí solos no pueden llevar a cabo un cambio de política. Sus demandas deben basarse en un movimiento de la clase trabajadora decidido a oponerse al contagio masivo, que es lo que les interesa.

La resistencia a la pandemia solo puede surgir del accionar popular. Lo que es claramente necesario es el cierre de todas las escuelas y la producción no esencial, con pleno apoyo social para todos los trabajadores afectados, en combinación con una expansión masiva de las pruebas, el rastreo de contactos, el aislamiento seguro de los pacientes infectados, y otras medidas de salud pública para frenar el virus de una vez por todas.

Esta estrategia de eliminación del COVID-19 demostró ser exitosa en China, donde tan solo han muerto dos personas por COVID-19 este año. Si fuera adoptada a nivel global, se podrían salvar millones de vidas y terminar la pandemia.

Los científicos necesitan seguir pronunciándose en contra de la negativa del Gobierno de Biden a enfrentar la pandemia y aumentando sus esfuerzos para educar al público sobre la ciencia de la eliminación. Los trabajadores en cada industria deben desafiar las guías de los CDC y aquellas implementadas en sus lugares de trabajo, y deben construir comités de base para tomar control de esta grave situación y tomar decisiones propias sobre seguridad.

(Publicado originalmente en inglés el 29 de diciembre de 2021)

Loading