Contrariamente a lo alegado por la prensa corporativa y los Gobiernos de todo el mundo de que la pandemia de COVID-19 se acerca a su fin, las sombrías estadísticas indican robustamente que la crisis sanitaria global se está empeorando. Muchos científicos y especialistas de enfermedades infecciosas temen que el desafiante invierno resulte en otro devastador rebrote.
En la última semana, según las cifras oficiales, aproximadamente 2,8 millones de personas se contagiaron de COVID-19 y 45.256 murieron por el virus en el mundo. Para fines del mes, la cifra oficial de muertes globales probablemente superará los 5 millones, mientras que se estima por el exceso de mortalidad que la cifra real de muertes es mayor a 15 millones.
El peligro ha sido intensificado por el abandono de cualquier estrategia para poner fin a la pandemia por parte de los Gobiernos. De hecho, al anteponer los intereses corporativos-financieros a la protección de la vida, están mostrando un grado impactante de indiferencia a la ola en curso de muertes. Los medios de comunicación penden entre un optimismo atolondrado y afirmaciones apáticas de que no existe ninguna alternativa a esperar estoicamente a que el COVID-19 desaparezca.
Entretanto, la imprudente reapertura de escuelas en todo EE.UU. ha impulsado un aumento en contagios, hospitalizaciones y muertes infantiles. Casi 2 millones de niños se ha infectado, 6.523 han sido hospitalizados y exactamente 200 han muerto por el virus desde el 29 de julio, según datos de la Academia Estadounidense de Pediatría. Hay cifras así de desgarradoras en Reino Unido, Canadá, Brasil y todo el mundo.
Los estudios preliminares de vacunas de refuerzo parecen prometedores, mostrando niveles sumamente altos de anticuerpos después de una tercera dosis de mARN. Sin embargo, debido al imperativo de lucro de los monopolios farmacéuticos y la falta de un programa global de vacunación bien financiado, solo el 36 por ciento de la población global está completamente vacunada, incluyendo solo el 5 por ciento de los africanos. Simultáneamente con las vacunas, está en marcha un proceso de evolución viral que amenaza con crear variantes de SARS-CoV-2, el virus que causa el mal de COVID-19, más transmisibles y potencialmente resistentes a las vacunas.
En este contexto, es esencial que los científicos y los trabajadores adopten y luchen por una política correcta hacia la pandemia. El desarrollo de una colaboración activa entre los científicos y un público informado es la tarea más crítica que enfrenta la humanidad en la actualidad y tiene el potencial de poner fin a las muertes y el sufrimiento innecesarios de millones de personas en todo el mundo. Este es el propósito del webinario del 24 de octubre auspiciado por el World Socialist Web Site y la Alianza Internacional Obrera de Comités de Base (AIO-CB), intitulada, “Cómo poner fin a la pandemia: el caso a favor de la erradicación”.
El WSWS ha utilizado ambos términos—eliminación y erradicación—en su lucha contra las políticas irresponsables e incluso homicidas de los Gobiernos. Consideramos que estos términos caracterizan elementos interconectados de una estrategia científicamente fundamentada contra el COVID-19. La eliminación de nuevos casos de COVID-19 en regiones cada vez más amplias pondría fin a la pandemia a nivel global, es decir, llevaría los contagios y las muertes a cero. Para todo propósito práctico, el COVID-19 dejaría de ser una amenaza directa e inmediata a la vida humana. Tal logro impactante conduciría en última instancia a la erradicación posterior del virus, es decir terminar su existencia en el planeta.
Hay un debate entre científicos sobre si la erradicación, dada la existencia de reservas de COVID-19 en animales como visones, venados, gatos, perros y otras especies, es un objetivo factible, al menos a corto plazo. En condiciones normales, este debate tendría un carácter esencialmente teórico, de poco o ningún impacto en las políticas públicas.
Sin embargo, los científicos involucrados en la lucha por acabar la pandemia le han reportado al WSWS que los defensores sin principios de la política oficial han buscado desacreditar la lucha de los científicos y de los activistas anti-COVID-19 generando confusión sobre la diferencia entre eliminación y erradicación y sacando provecho de esta confusión.
Argumentan engañosamente que, en la medida en que es posible erradicar el COVID-19, la lucha por eliminarlo es una pérdida inútil de tiempo y recursos. Por ejemplo, la Dra. Helen Jenkins, una defensora de reabrir escuelas a toda costa—recientemente tuiteó mensajes que buscaban desacreditar el webinario del 24 de octubre del World Socialist Web Site. Atacando el evento, tuiteó el 17 de octubre, “Esto es increíblemente irresponsable. Hacer creer al público que la erradicación del covid es posible a este punto es divulgar desinformación”.
Este ataque es de mala fe. Presuntamente Jenkins sabe que los desafíos de lograr una erradicación total no menoscaban del todo la posibilidad de políticas que busquen eliminar el virus. Dado que la transmisión entre animales y humanos es sumamente inusual, la eliminación global del COVID-19 entre humanos, efectivamente deteniendo la pandemia, sigue siendo un objetivo completamente alcanzable con las políticas de salud pública necesarias a nivel global.
Las medidas fundamentales para la eliminación global del COVID-19 siguen siendo las mismas promovidas por el WSWS a lo largo de toda la pandemia: eliminar los derechos de propiedad intelectual de las vacunas para vacunar rápido a toda la población mundial; pruebas masivas, rastreo de contactos, poner en cuarentena a las personas expuestas, y aislar de manera segura a los pacientes infectados para identificar y cortar la cadena de transmisión; el cierre temporal de las escuelas y los negocios no esenciales unto a apoyos financieros y sociales para todos los trabajadores y pequeños empresarios afectados; restricciones estrictas de viajes y controles en las fronteras; el uso universal de las mascarillas, ventilación mejorada y otras medidas necesarias para minimizar los contagios en los lugares de trabajo esenciales.
Estas medidas de salud pública simples y altamente efectivas ya resultaron en la eliminación del COVID-19 en China, Nueva Zelanda, Singapur y un puñado de otros países en la región de Asia-Pacífico, así como en la región atlántica de Canadá y otras regiones, en marzo-abril de 2020 y posteriormente —todo antes del desarrollo de las vacunas. Si se coordinara a escala global, la implementación de una estrategia de eliminación en todos los países pondría fin a la transmisión entre humanos del COVID-19 en todo el mundo en cuestión de dos a tres meses.
Bajo la enorme presión de Wall Street y la oligarquía financiera global, en conjunto con la propagación de la variante más transmisible delta que vuelto más difícil las medidas de contención, casi todos los países abandonaron la estrategia de eliminación, con la excepción más notable de China. El hecho de que China, una sociedad masiva de aproximadamente 1,4 mil millones de personas, haya mantenido una estrategia de eliminación por más de un año, conteniendo rápido todos los brotes, definitivamente demuestra la viabilidad de la estrategia de eliminación en cada país.
El debate entre los eliminacionistas y erradicacionistas —firmes aliados en el combate por detener la pandemia— debe continuar y tan solo se resolverá en la práctica, en la medida en que las medidas de salud pública respondan a los avances en las investigaciones científicas. Sin embargo, entre científicos serios, no existe ningún debate sobre la necesidad urgente de eliminar el COVID-19 y detener la pandemia.
La eliminación global en humanos no solo sería un gigantesco paso adelante al salvar millones de vidas, sino que sentaría las bases para la erradicación del COVID-19, un conjunto de otras enfermedades y de futuros patógenos. Cualquier intento de oponerse o envilecer tales esfuerzos dará fomentará la atmósfera derechista y dejará a la sociedad global aún menos preparada para nuevas pandemias, que ocurrirán con cada vez más frecuencia a menos que se frene y revierta el cambio climático, advierten los científicos.
En el análisis final, los esfuerzos combinados de los científicos en la epidemiología, virología y otras disciplinas relacionadas de la salud pública y el apoyo por medio de vigilancia de un público informado decidirán si el COVID-19 puede ser erradicado. Pero el esfuerzo por eliminar el coronavirus no es del todo incompatible con y no requiere abandonar el objetivo a largo plazo de la erradicación.
El concepto de erradicación es importante y debería ser el objetivo con respecto a la mayor cantidad posible de enfermedades. En un influyente artículo de 2013 titulado “Erradicación de enfermedades”, Donald R. Hopkins subrayó el impacto movilizador de adoptar una estrategia para erradicar un patógeno específico. Si los científicos y el público informado fueran a avanzar una estrategia global de eliminación para poner fin a la pandemia de COVID-19, se harían sentir los mismos efectos a nivel global:
Los riesgos inherentes de no lograr la erradicación se cancelan por los beneficios acumulados indefinidamente de una campaña exitosa de erradicación. El poder único de las campañas de erradicación deriva de la claridad suprema del propósito, su capacidad incomparable para inspirar dedicación y sacrificio entre los trabajadores de la salud y su atracción para los donantes, siendo todos necesarios para superar las barrearas a una erradicación exitosa. La evidencia de que la incidencia de las enfermedades y la cobertura de las intervenciones están siendo monitoreadas de cerca y que se está progresando hacia la erradicación puede garantizar los recursos necesarios para estas campañas exigentes.
La lucha por poner fin a la pandemia no se logrará únicamente a través de los esfuerzos de los científicos que trabajan diligentemente en la epidemiología, virología y otras disciplinas relacionadas a la salud pública. Sus nobles esfuerzos necesitan un apoyo masivo, particularmente en un periodo en que las fuerzas reaccionarias propagan descaradamente ignorancia, confusión y supersticiones.
El webinario del 24 de octubre auspiciado por el WSWS reunirá a científicos, especialistas de salud pública y trabajadores involucrados en la lucha por salvar vidas. La discusión buscará educar, esclarecer y sentar las bases para acciones de masas efectivas que pongan fin a la pandemia.
Urgimos a todos nuestros lectores internacionalmente a que se registren, inviten a sus compañeros de trabajo, amigos y familiares, y divulguen el evento lo más ampliamente posible en redes sociales esta semana.
(Publicado originalmente en inglés el 20 de octubre de 2021)