Español
Perspectiva

Cuando los ricos acumulan miles de millones en ganancias

El aumento en los precios de alimentos impulsa el hambre en todo el mundo

El Índice Global del Hambre (GHI, por sus siglas en inglés) publicado el jueves reveló que los niveles de hambre se están disparando entre los pobres y los trabajadores de todo el mundo.

El prólogo, escrito por los titulares de las organizaciones Welthungerhilfe y Concern Worldwide a cargo del GHI, declaró que el reporte “apunta a una situación grave en materia de hambre, el resultado de un coctel tóxico de la crisis climática, la pandemia de COVID-19 y conflictos cada vez más graves y prolongados”.

El aumento en los precios de los alimentos es un factor contribuyente crítico en el aumento del hambre global durante el último año. La aceleración de la inflación y la interrupción de las cadenas de suministro del capitalismo global están incrementando los precios de todos los bienes básicos de consumo. La Autoridad de Información Energética de EE.UU. reportó que casi la mitad de todos los hogares de EE.UU. que utilizan gas natural para la calefacción tendrán que pagar en promedio de 30 a 50 por ciento más este invierno que el anterior.

Colas de coches en el comedor móvil del Banco de Alimentos de Utah en el Maverick Center, 24 de abril de 2020, West Valley City, Utah (crédito: AP Photo/Rick Bowmer)

Los sueldos reales por hora de los trabajadores estadounidenses cayeron 1,9 por ciento desde enero. Los trabajadores en todos los países del mundo se enfrentan a una situación similar e intolerable. Viéndose cada vez menos capaces de costear la renta, comida apropiada y combustible, están siendo conducidos a luchar.

Enfrentan un sistema social, el capitalismo, que los explota, los agobia con sobretrabajo y luego los deja sin las necesidades básicas. Los productores de los bienes del mundo se encuentran sin los medios para vivir. La evidencia más clara son los aumentos meteóricos en el hambre mundial.

El reporte del GHI fue publicado una semana después de que las Naciones Unidas celebrara un evento de alto nivel llamado Acciones en Apoyo a Prevenir y Acabar con las Hambrunas Ahora. El director general de la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés), dijo en la asamblea: “Hoy nos enfrentamos a varias crisis alimentarias sin precedentes en múltiples frentes. Las muertes relacionadas con la inanición y el hambre son una realidad actual… Según nos acercamos al final de 2021, la situación ha seguido deteriorando”.

El reporte declaró que el hambre mantiene “niveles serios, alarmantes o extremadamente alarmantes en casi 50 países” e indicó que, “tras décadas de deterioro, la prevalencia global de la desnutrición… está aumentando”.

Según el GHI, hay tres factores que aumentan los niveles de hambre, conduciendo a 41 millones de personas “al borde extremo de una hambruna”: “los conflictos, el cambio climático y la devastación económica generada por el Covid-19”.

Impulsada por la inflación y la dislocación económica causada por la pandemia, los precios globales de los alimentos están aumentando fuertemente. El Índice de los Precios Alimentarios de la FAO, que mide los cambios en los precios internacionales de la canasta básica, reportó en septiembre que los precios eran 32,8 por ciento mayores que hace un año. Los precios de los bienes más básicos aumentaron aún más; el trigo subió 41 por ciento y el maíz 38 por ciento desde septiembre de 2020.

Estas cifras conllevan una inmensa miseria. Según un artículo publicado en Nature Food en julio, tres mil millones de personas no podían permitirse una dieta saludable antes de la pandemia. El aumento en los precios alimentarios y en los bienes de consumo en general han empeorado drásticamente la situación. Mientras que el 43 por ciento de la población mundial no podía costear una dieta saludable antes del COVID-19, para fines de 2020 estas cifras habían alcanzado el 50 por ciento.

Un aumento del 32 por ciento en los precios de la comida tiene un impacto profundo en los pobres. En los países subdesarrollados, la mayoría de la población gasta entre 40 a 50 por ciento de los ingresos por hogar en comida. El 20 por ciento más pobre de la población en EE.UU. gasta entre 30 y 40 por ciento del ingreso por hogar en comida. Los aumentos en los precios se traducen en la inhabilidad de pagar la renta y otros gastos o recortar la calidad y las calorías de su dieta.

Los niveles masivos de hambre y desnutrición que enfrenta un sector sustancial de la clase obrera global constituyen una catástrofe social, no una natural. Es un inmenso crimen perpetrado por la clase capitalista de todo el mundo.

Los tres factores determinantes identificados por el GHI —los conflictos, la dislocación económica de la pandemia y el cambio climático— son todos resultados del carácter irracional y rapaz del capitalismo.

El fuerte aumento global del hambre en el último año se debe ante todo al manejo criminal de la respuesta a la pandemia de COVID-19 por parte de los Gobiernos capitalistas de todo el mundo. Entre los efectos económicos de la pandemia en el consumo alimentario global, la FAO citó “los saltos en los precios alimentarios, las restricciones al movimiento que limitan las actividades tanto del mercado como ganaderas, el aumento de la inflación, la reducción del poder adquisitivo”.

Hay 2,37 mil millones de personas en la categoría de “inseguridad alimentaria”. La mayoría subsiste con una o dos comidas pequeñas al día sin una nutrición adecuada, usualmente un grano acompañado por una fuente insuficiente de grasa y un vegetal.

En todo el mundo, los padres de clase trabajadora pasan hambre para que sus hijos tengan que comer. Se las ingenian para que rinda. Hallan cómo cocinar los desechos. Calman los dolores del hambre con café instantáneo. Comen arroz con una pizca de pasta de pescado y un chorrito de aceite vegetal.

Los bienes básicos se venden en gran parte del mundo en unidades pequeñas que es todo lo que puede costear la mayoría. El arroz se compra por tazas; el aceite en bolsitas selladas de plástico.

El problema de la desnutrición y el hambre oprimen a la clase obrera incluso en el país más rico del mundo. Los cascos urbanos son desiertos alimentarios donde la fuente más cercana de comida usualmente se encuentra a varias millas de distancia y no es accesible por medio del transporte público. Lo único disponible en la tienda de licores cercana es Spam y Zucaritas. Se forman colas fuera de los bancos de alimentos que se extienden más de una cuadra. Uno de cada cinco estadounidenses dependió de los bancos de alimentos en 2020.

Todos los días, más de 700 millones de personas, el 8,8 por ciento de la población mundial, se va a dormir con el estómago vacío, según el Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la ONU. El hambre y la desnutrición conducen a una menor esperanza de vida, un desarrollo mental truncado, la muerte prematura de seres queridos; se traduce en viudas, viudos, huérfanos y padres que pierden hijos.

La crisis de la pandemia, el impulso de la clase capitalista para obligar a los trabajadores a regresar a las fábricas y el fuerte aumento en el coste de la comida y otros bienes básicos están provocando un crecimiento explosivo en la lucha de clases global. Los trabajadores de todo el mundo están comenzando a moverse, en oposición a la clase capitalista y en desafío a los sindicatos corporativistas que han sofocado sus luchas por décadas. Están involucrados en una lucha por sus vidas que implica cómo se distribuyen los recursos de la sociedad.

La enorme riqueza de la humanidad, el producto de nuestra labor colectiva, basta para alimentar, dar abrigo y refugio y ofrecer una vida enriquecedora y trascendente a cada ser humano del planeta.

No obstante, estos inmensos recursos están controlados por un puñado de milmillonarios y los superricos, que lucran como parásitos de la explotación de la clase obrera global y despilfarran su riqueza. Se han enriquecido durante la pandemia. En 2020, los milmillonarios a nivel mundial añadieron $1,9 billones a su riqueza personal.

Elon Musk, Richard Branson y Jeff Bezos compiten entre ellos para tomar viajes vanidosos al espacio cuando la mayoría de la población global no puede permitirse una dieta saludable. La sociedad puede costear alimentar a cada persona de la Tierra, pero no puede costear a los milmillonarios.

(Publicado originalmente en inglés el 14 de octubre de 2021)

Loading