Mientras más de 10.000 maestros y otro personal escolar en Chicago avanzan una lucha para oponerse a la reapertura de las escuelas públicas en la ciudad, toda la prensa estadounidense está librando una campaña para presionar a los educadores a reanudar las clases presenciales
Todos los principales diarios nacionales en EE.UU., sin importar su afiliación política, han publicado en la última semana declaraciones falsas de que es seguro reabrir las escuelas. Estos reportes afirman incorrectamente que los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en ingles) ha declarado que las escuelas son seguras. Despotrican contra los maestros afirmando que sus preocupaciones sobre la seguridad se basan en esfuerzos anticientíficos para crear pánico.
La expresión más burda de esta campaña fue el editorial del martes en el Chicago Tribune, alegando que los profesores “ignoran la ciencia”. El artículo afirmaba que los profesores pretendían falsamente “ser la voz de 'los niños'”, mientras que la “ciencia real” está “dificultando que los sindicatos de profesores sigan justificando que se queden en casa”.
El editorial del Chicago Tribune se hacía eco de los puntos de discusión del editorial del viernes del Washington Post, titulado “El peligro del Covid-19 no está en el aula, sino en la comunidad”.
“Un estudio tras otro ha demostrado que las escuelas pueden ser seguras”, escribió David Brooks del New York Times. “Un informe de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades acaba de avalar este hecho”, dijo Brooks, declarando que la resistencia de los educadores a la reapertura de las escuelas es una “ola de antiintelectualismo que barre EE.UU.”.
Estos tres artículos de opinión basan sus afirmaciones en una tergiversación de un artículo del Journal of the American Medical Association (JAMA). Ninguno de estos editoriales y artículos de opinión, que declaran sin aliento que los CDC dicen que las escuelas son seguras, citan el aviso al pie del artículo a que se refieren: “Los resultados y conclusiones de este informe son los de los autores y no representan necesariamente la posición oficial de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades”.
Incluso el Gobierno de Biden, que está al frente de la campaña para reabrir las escuelas en Estados Unidos, se sintió obligado a distanciarse del mal uso que los medios de comunicación hicieron del informe de JAMA y de otro estudio publicado en la revista Morbidity and Mortality Weekly Report (MMWR) de los CDC.
En una rueda de prensa celebrada el jueves, la portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki, dejó en claro que no se trataba de directrices oficiales de los CDC, y añadió que “los CDC no han emitido recomendaciones ni requisitos formales sobre cómo pueden abrir todas las escuelas del país. Hicieron un informe, como lo hacen con frecuencia, basado en una zona de Wisconsin”, subrayando que el informe tenía una aplicabilidad extremadamente limitada respecto a zonas urbanas como Chicago.
En realidad, la abrumadora preponderancia de las pruebas científicas demuestra que el cierre de las escuelas, junto con otras medidas vitales de distanciamiento social, conduce a una reducción de la propagación del COVID-19.
Tal y como lo han documentado la denunciante Rebekah Jones y su equipo en COVID Monitor, casi 600.000 estudiantes y personal escolar han dado positivo al COVID-19 en instituciones de prescolar a doceavo año de todo el país.
Un estudio publicado el 19 de noviembre de 2020 en Nature encontró que el cierre de las escuelas es una de las formas más eficaces para contener el COVID-19. El informe, “Clasificación de la eficacia de las intervenciones gubernamentales contra el COVID-19 en todo el mundo”, señaló que “se ha comprobado que el cierre de escuelas en los Estados Unidos reduce la incidencia y la mortalidad del COVID-19 en aproximadamente un 60 por ciento”.
El artículo de Nature citaba un estudio publicado en julio por JAMA, “La asociación entre el cierre de escuelas a nivel estatal y la incidencia y mortalidad por COVID-19 en los Estados Unidos”, en el que se constataba que “el cierre de escuelas se asociaba a un descenso significativo tanto de la incidencia de COVID-19... como de la mortalidad”.
Otro estudio reciente publicado en la revista Science descubrió que limitar las reuniones sociales a 10 personas es el método más eficaz para contener la pandemia, seguido de cerca por el cierre de escuelas y universidades, y luego por el cierre de “la mayoría de los negocios no esenciales”.
Un estudio publicado este mes por la Dra. Simona Bignami, de la Universidad de Montreal, y el Dr. John F. Sandberg, de la Universidad George Washington, descubrió que las infecciones en niños de 10 a 19 años precedieron aumentos de casos entre adultos de 30 a 49 años. Esto significa que los niños contagiados estaban infectando a sus padres, y no a la inversa. “La transmisión del COVID entre los niños en edad escolar no parece ser la consecuencia, sino un importante determinante del nivel general de contagio en las comunidades circundantes”.
En Reino Unido, después de que se observara en diciembre que los niños tenían tasas de infección más altas que los adultos, el primer ministro Boris Johnson tuvo que reconocer que “el problema es que las escuelas pueden actuar como vectores de transmisión, haciendo que el virus se propague entre los hogares”.
Después de que los distritos escolares de todo EE.UU. reabrieran sus puertas en verano y otoño en medio de un contagio generalizado en la comunidad, se produjo un aumento masivo de casos que contribuyó a elevar la cifra de muertos en EE.UU. a más de 450.000.
La campaña para reabrir las escuelas es aún más criminal ahora, en condiciones en las que nuevas cepas de COVID-19 están volviéndose prevalentes en Estados Unidos, incluyendo algunas formas que pueden ser más resistentes a las vacunas.
En su intervención del domingo en Meet the Press, el experto en salud pública y enfermedades infecciosas Michael Osterholm, antiguo asesor del equipo de transición de Biden, comparó el aumento previsto debido a estas nuevas cepas con un huracán de categoría cinco. “Tú y yo estamos sentados en esta playa donde hay 21 grados, cielos perfectamente azules, brisa suave”, dijo Osterholm. “Pero veo que hay un huracán de categoría cinco o superior a 450 millas de la costa”.
“Vamos a ver algo que todavía no hemos visto en este país”, dijo. “Inglaterra, por ejemplo, está hospitalizando al doble de personas del máximo que hemos tenido hospitalizadas”.
“Todos estamos aflojando en este momento... Tenemos que darle la vuelta a ese barco también”, añadió Osterholm. “Somos muy buenos en este país en frenar después de pegar el coche al árbol”.
A pesar de estas graves advertencias, el Gobierno de Biden está ignorando flagrantemente el consejo de su propio exasesor. Está avanzando a toda velocidad en reabrir las escuelas, con el director del Consejo Económico Nacional de Biden, Brian Deese, declarando: “Tenemos que abrir las escuelas para que los padres... puedan volver a trabajar”.
La unanimidad de los medios de comunicación, tanto los alineados con los demócratas como con los republicanos, a la hora de exigir que los profesores abandonen las clases remotas y reanuden el aprendizaje presencial, muestra lo crítica que es la campaña de reapertura para los intereses sociales de la clase capitalista. La oligarquía financiera se ha dado a sí misma varios billones de dólares en los rescates financieros del último año, lo que ha alimentado una enorme burbuja bursátil.
Pero este esquema Ponzi --construido enteramente para el enriquecimiento de los milmillonarios-- no puede seguir funcionando sin constantes infusiones de la riqueza derivada del trabajo humano. Por eso todos los sectores de la élite política están unidos en exigir que los trabajadores vuelvan a las fábricas y otros lugares de trabajo donde abundan los brotes de COVID-19.
Los maestros en lucha contra el regreso inseguro al trabajo no solo están actuando en nombre de sus propios intereses, sino de los intereses de toda la sociedad. Cualquier orden social racional cerraría las escuelas y los negocios no esenciales hasta que la pandemia pueda ser contenida a través de una combinación de pruebas masivas, rastreo de contactos y vacunación, mientras se proporciona el pago completo a todos los trabajadores y se asignan los recursos sociales necesarios para asegurar que los niños puedan ser educados desde casa.
Los padres, los miembros de la comunidad y la clase trabajadora en su conjunto deben hacer todo lo posible para apoyar la postura adoptada por los profesores de Chicago y los educadores de todo el país. Millones de trabajadores de todo Estados Unidos y de todo el mundo saben que los maestros de Chicago están luchando por toda la clase trabajadora. Necesitan el apoyo de todos los sectores de la clase obrera para continuar y ampliar su lucha.
Al enfrentarse a la campaña de vuelta al trabajo de la clase dominante, los docentes de Chicago están poniendo en evidencia la siguiente verdad fundamental: la clase obrera está a favor de salvar vidas y contener la pandemia, mientras que la clase capitalista y el capitalismo en su conjunto exigen el sacrificio de vidas humanas por las ganancias.
(Publicado originalmente en inglés el 2 de febrero de 2021)