La extradición británica de Julian Assange a Estados Unidos ha sido bloqueado por un fallo minuciosamente elaborado que sostiene el grotesco y fraudulento caso presentado por el Departamento de Justicia de EE.UU.
El fundador de WikiLeaks se enfrenta a una extradición a EE.UU. bajo la Ley de Espionaje y una posible pena de 175 años por publicar información que expuso crímenes de guerra, planes golpistas, espionaje estatal, corrupción, tortura, y abusos de derechos humanos por todo el mundo.
La jueza distrital Vanessa Baraitser rechazó la solicitud de extradición de EE.UU. argumentando que sería “opresivo” a razón de la deteriorada salud mental de Assange y el riesgo de suicidio si fuere detenido y encarcelado en EE.UU.
Los abogados de la fiscalía dijeron que apelarían la decisión, lo que deben hacer en un plazo de 14 días. La defensa presentará una solicitud de libertad bajo fianza el miércoles por la mañana. Por lo menos hasta entonces, Assange sigue detenido en la prisión de máxima seguridad de Belmarsh en Londres en medio de la exacerbada pandemia de COVID-19.
La decisión de Baraitser fue muy inesperada. El editor en jefe de WikiLeaks, Kristinn Hrafnsson, dijo el domingo a AFP que estaba “casi seguro” de que el tribunal se pronunciara en contra de Assange. La novia de Assange, Stella Moris, comenzó sus comentarios fuera de la corte después de la audiencia, señalando, “He tenido que reescribir mi discurso”.
Las fuerzas y las consideraciones que motivaron la sentencia se aclararan en los próximos días y semanas. Lo que ya es evidente es que se ha llegado a una decisión altamente política que sostiene la amenaza a los derechos democráticos que representa el caso de la fiscalía, deja a Assange en peligro de una persecución continua y plantea la necesidad de intensificar la campaña para asegurar su libertad.
Al fallar en contra de la extradición por motivos de salud mental, Baraitser respaldó en su totalidad el rechazo por parte de la fiscalía de la libertad de expresión y la libertad de prensa, así como sus justificaciones del flagrante abuso de las garantías procesales y los derechos humanos de Assange.
El Departamento de Justicia de EE.UU. respondió con el comentario ominoso: “Si bien estamos muy decepcionados por la decisión final del tribunal, nos complace que Estados Unidos haya prevalecido en cada punto de la ley planteado. En particular, el tribunal rechazó todos los argumentos del Sr. Assange en relación con el motivo político, el delito político, el proceso justo y la libertad de expresión. Seguiremos buscando la extradición del Sr. Assange a los Estados Unidos”.
Un informe completo de los argumentos reaccionarios respaldados por Baraitser se publicará en el WSWS en los próximos días. Sus conclusiones principales fueron que Assange no puede reclamar la protección del artículo 10 de la Convención Europea de Derechos Humanos, que garantiza la libertad de expresión, opinión y prensa, y que los EE.UU. ha procedido de forma totalmente legal en su persecución. Baraitser incluso justificó la vigilancia estatal estadounidense de Assange y sus abogados en la Embajada ecuatoriana por motivos de “seguridad nacional”.
Retrató a Assange como un temerario hacker informático “fuera de cualquier papel de periodismo de investigación”. Las “condenas” en The G uardian y el New York Times contra Assange y WikiLeaks fueron citadas favorablemente. En la justificación de la vigilancia estadounidense de la Embajada ecuatoriana, Baraitser se refirió a un informe de la CNN diciendo escandalosamente, “Assange convirtió una Embajada en un puesto de mando para la intromisión electoral”.
Baraitser trató de retener en su decisión tanto como fuera posible el precedente antidemocrático establecido por este caso, retratando vengativamente a Assange como un individuo dañado cuyas publicaciones de WikiLeaks eran una amenaza para la seguridad nacional de EE.UU.
Jennifer Robinson, la abogada de Assange, concedió una entrevista después de la audiencia, advirtiendo que Baraitser se había pronunciado en contra de la extradición “por el estrecho motivo de que su extradición es opresiva, no por motivos de libertad de prensa, sino por la condición médica específica y el deterioro de la salud mental y las condiciones específicas de la prisión a las que se enfrentaría mientras estuviera detenido en los Estados Unidos...
“Esto sigue siendo muy preocupante y los grupos de defensa de libertad de expresión deberían seguir preocupándose. Estaremos observando muy de cerca el juicio en los próximos días. Ella estuvo de acuerdo con la fiscalía de los EE.UU. en todos los demás asuntos, incluso en lo que respecta a los argumentos de libertad de expresión que habíamos planteado sobre la aplicación de la Primera Enmienda, la naturaleza sin precedentes de este caso, y el hecho de que Julian no tendría un juicio justo una vez que regresara a los Estados Unidos”.
Hrafnsson resumió el resultado como “una victoria para Julian Assange, pero... no necesariamente una victoria para el periodismo”.
La victoria personal de Assange no está garantizada. Su detención continua en una prisión de máxima seguridad se ha vuelto aún más indignante e indefendible ante la negativa a extraditarlo. No se enfrenta a cargos en ningún lugar, excepto en los EE.UU., donde el tribunal británico ha dictaminado que no puede ser juzgado con justicia. No hay ni el más mínimo motivo para su encarcelamiento.
La decisión de Baraitser es también una admisión de facto de la criminalidad del Gobierno británico y su sistema legal. El hecho de que Assange sea, en sus palabras, un “hombre deprimido y a veces desesperado, que teme sinceramente por su futuro” y que corre un “riesgo considerable” de suicidarse no se debe únicamente al temor a lo que le espera en los Estados Unidos, sino al producto de su trato sádico a manos del Estado británico.
En mayo de 2019, el Relator Especial de las Naciones Unidas sobre la Tortura, Nils Melzer, visitó a Assange con un médico y un psicólogo. Ese mes anunció que Assange había sufrido nueve años de “abuso persistente y progresivamente más severo” por parte de los EE.UU., sus aliados y los medios de comunicación, lo que dio lugar a síntomas médicamente verificables de “tortura psicológica”. El Gobierno del Reino Unido rechazó sus preocupaciones.
En noviembre de 2019, un grupo internacional de médicos firmó una carta abierta en la que advertía que Assange “podría morir” en prisión debido a las condiciones de su encarcelamiento e insistía en que se le evaluara y tratara en un “hospital universitario docente debidamente equipado y dotado de personal experto”. El grupo fundó la campaña Médicos por Assange, que ha condenado la “tortura” y “negligencia médica” de Assange.
Baraitser ahora se refiere a la evidencia de los graves síntomas psicológicos, tales como alucinaciones, así como ideas y planes suicidas, para justificar su negativa a extraditarlo. La única conclusión justa que se puede sacar de su decisión es que el fundador de WikiLeaks debe ser liberado inmediatamente y recibir la atención médica y el apoyo adecuados, con plena compensación por la monstruosa persecución que ha sufrido a manos de los Estados Unidos, el Reino Unido, Australia y Suecia.
La conclusión de Baraitser de que las condiciones en el sistema penitenciario de EE.UU. conducirían a Assange al suicidio es una condena contra el imperialismo estadounidense y el bárbaro aparato de seguridad establecido bajo la bandera de la “Guerra contra el terrorismo”.
En su decisión, explicó, “El Sr. Assange se enfrenta al sombrío futuro de condiciones de detención severamente restrictivas diseñadas para eliminar el contacto físico y reducir al mínimo la interacción social y el contacto con el mundo exterior”. Citó las pruebas de la testigo de la defensa Maureen Baird, funcionaria de la Oficina de Prisiones de los Estados Unidos durante 27 años, que declaró en la audiencia de septiembre que la prisión en la que estaría detenido Assange “no fue construida para la humanidad”.
La lucha por defender a Assange debe continuar hasta que se retire totalmente la amenaza de este castigo brutal y vengativo. Stella Moris, hablando fuera de la corte, advirtió, “Mientras Julian tenga que soportar el sufrimiento y el aislamiento como un prisionero no condenado en la prisión de Belmarsh y mientras nuestros hijos sigan siendo privados del amor y el afecto de su padre, no podemos celebrar...
“Hoy es el primer paso hacia la justicia en este caso. Nos complace que el tribunal haya reconocido la seriedad e inhumanidad de lo que ha soportado y a lo que se enfrenta. Pero no olvidemos que la acusación en los EE.UU. no se ha retirado.
“Estamos muy preocupados por el hecho de que el Gobierno de los EE.UU. haya decidido apelar esta decisión. Continúa queriendo castigar a Julian y hacerlo desaparecer en el más profundo y oscuro agujero del sistema penitenciario de los EE.UU. para el resto de su vida”.
El equipo legal de Assange y sus partidarios en todo el mundo merecen ser felicitados. La decisión del lunes es una victoria para todos los que se pronunciaron sobre el caso legal más importante del siglo XXI, y es un paso necesario para poner fin a la persecución de Assange.
Pero no hay espacio para la complacencia. Hay que luchar por la libertad de Assange. La ofensiva contra los derechos democráticos de la cual el caso de Assange es la punta de lanza debe ser derrotada. Esto solo puede lograrse mediante la movilización de capas cada vez más amplias de la clase obrera internacional y de todos los defensores de los derechos democráticos.
La demanda urgente e inaplazable debe ser: ¡Liberen a Julian Assange de inmediato!
(Publicado originalmente en inglés el 4 de enero de 2021)
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