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Empleados públicos realizan huelga nacional en Italia

Ayer, una huelga nacional paralizó gran parte del sector público en Italia. Mientras cientos de personas siguen muriendo todos los días por la pandemia de coronavirus y la política del gobierno de dejar que se extienda el virus, hay una oposición masiva en la clase trabajadora a la falta de condiciones de trabajo seguro y los niveles malignos de desigualdad social alimentados por décadas de austeridad y agravados por la pandemia.

Según los sindicatos, más de tres millones de trabajadores participaron en la huelga. Las federaciones sindicales de empleados públicos que convocaron la huelga abarcan a empleados de la administración pública, funcionarios públicos, trabajadores de la educación y de la sanidad, aunque los empleados de hospital permanecieron en sus puestos.

La huelga fue animada por la oposición de masas a los recortes a la financiación pública durante décadas, particularmente en la sanidad. Hay actualmente 350.000 trabajadores públicos con contratos informales sin seguridad laboral, incluyendo a 60.000 en la sanidad. Aunque ha aclamado cínicamente a los enfermeros como "héroes" en la lucha contra la pandemia, el gobierno del primer ministro Giuseppe Conte se ha negado a otorgar fondos para puestos fijos o aumentos salariales.

Un hombre con mascarilla caminando por la Plaza de San Pedro en el Vaticano, el viernes, 6 de marzo de 2020. (Foto AP/Andrew Medichini)

La huelga ocurrió en medio de una serie de protestas y paros de trabajadores en todo el mundo. En la vecina España, miles de médicos y enfermeros protestaron en Madrid el 29 de noviembre contra planes para recortar la financiación de la sanidad. En Portugal, habrá una huelga nacional de docentes de preescolar, primaria y secundaria este viernes. En Grecia, cientos de miles de trabajadores paralizaron el sector público del país el 26 de noviembre, para protestar contra una ley que acaba con la jornada laboral de ocho horas.

En Francia, cientos de miles de trabajadores participaron en manifestaciones en todo el país hace una semana contra la violencia policial y para oponerse a los planes del gobierno de Macron de criminalizar la filmación de policías. Y en Alemania, hay una oposición creciente entre docentes y estudiantes a la política de tener abiertas las escuelas para permitir la difusión del virus.

Bajo estas condiciones, la huelga en Italia casi no ha salido en las noticias del mundo. La radio estatal France Info sacó un solo artículo sobre la huelga, el único que apareció en francés. Ninguno de los principales medios en inglés ni en alemán publicó ningún artículo sobre la huelga.

En contraste, cuando grupos de varios cientos de manifestantes derechistas hicieron manifestaciones contra los confinamientos en Alemania este año, tuvieron una cobertura internacional inmediata. En el establishment político y mediático europeo hay una intensa preocupación por el estallido de una oposición de la clase trabajadora a sus políticas que han permitido que se extienda el virus al rechazar un cierre económico prolongado que impactaría las ganancias empresariales.

La cifra de fallecidos por coronavirus en Italia es catastrófica, entre las más altas per capita en todo el mundo. Solo ayer murieron 634 personas por el virus. Está habiendo más de 500 muertes por el virus cada día desde el 20 de noviembre. El 3 de diciembre, hubo 993 muertes, lo que eclipsó el récord de 921 muertes al que se llegó esta primavera, el 27 de marzo, cuando Italia era uno de los primeros países del mundo en ser abrumados. Con la población italiana de 60 millones, la cifra de muertos del 3 de diciembre equivaldría a unas 5.300 muertes en un solo día en los Estados Unidos. En total, más de 60.000 personas han muerto desde que empezó el año.

Italia tiene el segundo mayor número de contagios de Europa, después de Francia, en 1,77 millones de casos. El número total de casos registrados permaneció en medio millón el 24 de octubre y se ha más que triplicado en menos de dos meses. Entre 10.000 y 20.000 nuevos casos se registran por día.

Esta masiva cifra de muertos no era inevitable. El gobierno de Conte se vio obligado a imponer medidas de cuarentena en marzo, después de que huelgas espontáneas en plantas automotrices y de otras industrias en Italia pidieran la paralización de la producción no esencial para dejar que los trabajadores se refugien en sus casas. Cuando terminaron los confinamientos, el gobierno de Conte, como sus homólogos europeos, reabrió la economía, incluyendo la producción no esencial, bares, restaurantes y escuelas para asegurar la reanudación de la extracción de ganancias para las empresas.

El gobierno de Conte desde entonces ha rechazado la reimplantación de una cuarentena total como piden los profesionales de la salud. El 9 de noviembre, el presidente de la Federación Italiana de Gremios Médicos exigió un confinamiento total para evitar la difusión del virus.

Ese mismo día, el jefe del departamento de enfermedades infecciosas del Hospital Sacco de Milán dijo en las noticias de la RAI que era necesario un nuevo confinamiento, "o si no la pandemia terminará causando estragos que irán más allá del ya triste número de muertos". Conte replicó en una entrevista en La Stampa el 11 de noviembre que tal confinamiento "no debería ser la primera opción" porque "los costes son demasiado altos".

En cambio, el gobierno ha mantenido un toque de queda nacional de las 10 de la noche a las 5 de la mañana. Los institutos que abarcan los dos últimos años de la educación secundaria están cerrados en todo el país, pero las escuelas medias y primarias han permanecido abiertas en todas partes excepto las "zonas rojas", donde el virus se está extendiendo con la mayor velocidad. Actualmente, solo la región central de Abruzzo está marcada como "roja". En las "zonas naranja", están cerrados bares y restaurantes, pero siguen abiertos establecimientos comerciales y minoristas. Lombardía, Piemonte, Calabria, Bolzano y Toscana están entre las zonas "naranja".

Los sindicatos no han convocado la huelga más reciente como un acto de oposición contra el gobierno y sus políticas ante el coronavirus. Por el contrario, los sindicatos han apoyado la apertura de las escuelas, y se han opuesto a cualquier acción para exigir un confinamiento con plena remuneración a los trabajadores.

Han convocado una serie de paros de un día cuyo propósito es que los trabajadores se desahoguen, al tiempo que no hacen nada para oponerse a las políticas del gobierno. Los sindicatos convocaron la última huelga después después de un paro similar nacional simbólico de cuatro horas el 25 de noviembre, que paralizó el transporte, la educación y los servicios sanitarios en todo el país, incluyendo los autobuses de Roma.

(Publicado originalmente en inglés el 9 de diciembre de 2020)

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