Luis Arce, del Movimiento al Socialismo (MAS), asumió la presidencia de Bolivia el pasado domingo. A la ceremonia de inauguración asistieron líderes mundiales, entre ellos el rey de España Felipe VI y el vicepresidente de Podemos, Pablo Iglesias, representantes de los gobiernos de Estados Unidos e Irán, y varios líderes latinoamericanos.
La ceremonia también llevó a miles de personas a la Plaza Murillo en la capital de La Paz, incluyendo delegaciones de sindicatos, movimientos sociales y personas indígenas de diferentes partes de Bolivia.
En su discurso inaugural, Arce mencionó a los fallecidos en las masacres de Senkata y Sacaba hace un año, que fueron abandonados por el MAS en su lucha contra el golpe de Estado que derrocó al presidente Evo Morales. También saludó a sus votantes, en sus palabras, los “héroes del pueblo que han recuperado la democracia”.
El presidente electo, quien fue ministro de Economía en el gobierno de Morales de 2006 a 2017, atacó al régimen golpista de Jeanine Áñez por hundir la economía boliviana en una “profunda recesión”. Dijo que había llevado a Bolivia del "liderazgo del crecimiento económico en América del Sur" a "la caída más fuerte de la economía en los últimos 40 años".
Concluyó su discurso reiterando su compromiso no solo con una amnistía para los sectores burgueses que encabezaron el golpe, sino con gobernar junto a ellos:
“A pesar de nuestras diferencias, tenemos la obligación de estar a la altura de las demandas de unidad, paz y certeza del pueblo ... Creo y apoyo el fortalecimiento de las instituciones estatales y la creación de un ambiente seguro y estable donde los únicos que tienen que temer son los ofensores, los criminales, los violentos y los que cometen actos de corrupción”.
El vicepresidente David Choquehuanca evocó las tradiciones indígenas del país y empleó una fraseología pseudoradical para defender la orientación directa de derechas del nuevo gobierno. Afirmando que “nuestra revolución es la revolución de las ideas, es la revolución de los equilibrios”, afirmó: “Vamos a promover la coincidencia de contrarios para buscar soluciones entre la derecha y la izquierda”.
Sintetizando la línea política corrupta del MAS, Choquehuanca declaró: “Nuestra verdad es muy simple, el cóndor solo toma vuelo cuando su ala derecha está en perfecto equilibrio con su ala izquierda”.
Desde la victoria electoral de Arce, el regreso a Bolivia del derrocado presidente Evo Morales, criminalizado por el régimen golpista, fue una cuestión controvertida. Significativamente, el presidente destituido no fue invitado a participar en la ceremonia de toma de posesión por su sucesor y no fue mencionado en el discurso de Arce.
Morales regresó a Bolivia el lunes, un día después de la toma de posesión de Arce. Salió de Argentina, donde se encontraba exiliado desde el diciembre pasado, en compañía del presidente argentino Alberto Fernández, quien lo acompañó hasta la frontera boliviana. Allí, Morales fue recibido por cientos de argentinos y bolivianos, y se unió a una caravana por todo el país junto al exvicepresidente Álvaro García.
El mismo día que Morales ingresó a Bolivia, el nuevo gobierno presentó su gabinete ministerial. Los 16 ministros elegidos por Arce fueron elogiados por la prensa boliviana como un grupo de tecnócratas que poco tenían en común con Morales.
Las decisiones de Arce revelaron su compromiso de promover los intereses de la clase dominante capitalista de Bolivia. En un breve discurso señaló: “Este será un gobierno sumamente austero”.
Las elecciones del gabinete han generado críticas y protestas dentro del propio MAS. David Apaza, un representante del MAS de El Alto, una ciudad con un historial de importantes luchas de la clase trabajadora y un centro importante para el partido, dijo que la base del partido fue tomada completamente por sorpresa por la elección de los ministros de Arce.
Apaza afirmó, según Página Siete: “Lamentablemente, la lista no se cerró en consenso ni en consulta”. El líder del MAS también advirtió: “El Alto no volverá a servir de escalera [para que el gobierno dé un paso]. Si algo pasa, ellos serán los culpables de no atender a la gente de El Alto”.
Los familiares del dirigente sindical minero asesinado Orlando Gutiérrez también protestaron por el nombramiento como ministro de Minería de Ramiro Guzmán, ex gerente general de la Compañía Metalúrgica Vinto, exigiendo que el ministerio sea entregado al hermano de Gutiérrez. Según Mario Cruz, delegado de base de los mineros de Colquiri, la población apoya la solicitud de la familia y puede marchar a la sede del gobierno si no se atiende la demanda.
La Central Obrera Boliviana (COB), que se comprometió con la elección de Arce, también criticó al gabinete. Su presidente, Carlos Huarachi, afirmó: “La gente tenía la expectativa de ver a un hombre con un poncho, un chulo, un guartatojo o una mujer en una falda pollera. Ese es el pedido del pueblo, de gente que ha luchado, gente corriente que ha estado en las calles, en las carreteras, luchando por recuperar la democracia”.
Semanas antes de su inauguración, Arce ya había señalado que iría en contra de los intereses de sectores de su propio partido y organizaciones aliadas al entregar el control sobre sectores de la maquinaria estatal. Había dicho: “Me he reunido con varias organizaciones sociales y he calculado que habría necesitado 149 ministerios, [porque] todos piden ministerios”.
Además de sus mezquinos intereses, las protestas de estas organizaciones contra los nuevos ministros expresan la fuerte presión que sienten por parte de las masas. En los últimos meses, se han involucrado en una traición a las luchas de masas contra el régimen golpista de Áñez. El MAS, los sindicatos y los movimientos sociales del Pacto de Unidad han trabajado para desviar la revuelta de los trabajadores y campesinos bolivianos hacia un canal electoral, lo que resultó en el gobierno burgués de “unidad nacional” encabezado por Arce.
El carácter derechista del nuevo gobierno ya está emergiendo en los primeros días de la administración de Arce. Los líderes del MAS y sus organizaciones afiliadas tienen toda la razón para creer que pronto se enfrentarán a un nuevo resurgimiento del movimiento revolucionario de la clase obrera boliviana.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 11 de noviembre de 2020)