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Las protestas de los "chalecos amarillos" en Francia y el resurgimiento global de la lucha de clases

El sábado 4 de mayo, el Comité Internacional de la Cuarta Internacional celebró el Mitin Internacional En Línea por el Primero de Mayo de 2019, el sexto Mitin por el Primero de Mayo en línea anual celebrado por el CICI, el movimiento trotskista mundial. En el mitin se oyeron discursos acerca de diferentes aspectos de la crisis mundial del capitalismo y las luchas de la clase trabajadora internacional de 12 destacados miembros del partido mundial y sus secciones y organizaciones simpatizantes en todo el mundo.

En días sucesivos, el World Socialist Web Site estará publicando los textos de los discursos pronunciados en el mitin. Abajo está el discurso de Alex Lantier , secretario nacional del Parti d’égalité socialiste (PES, Partido Socialista por la Igualdad) en Francia . El martes, el WSWS publicó en español el informe de apertura del mitin, a cargo de David North, el director de la junta editorial internacional del WSWS y director nacional del Partido Socialista por la Igualdad (EUA).

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Me complace en traer los saludos fraternales del Partido Socialista por la Igualdad de Francia a esta manifestación internacional del Primero de Mayo. Celebramos, para este día de la clase obrera internacional, el resurgimiento global de la lucha de clases que ahora está sacudiendo a toda Europa.

En Francia, los "chalecos amarillos" han protestado desde hace casi seis meses contra la austeridad, el militarismo y la represión policial de Emmanuel Macron.

Este movimiento de cientos de miles de trabajadores, así como trabajadores autónomos y gente de pequeños negocios, surgió por primera vez en las redes sociales. Se desarrolló completamente fuera de todas las instituciones tradicionales de la política oficial. Los sindicatos y los partidos establecidos que, durante décadas, han pretendido representar a la izquierda, como el Partido Comunista Francés o el Nuevo Partido Anticapitalista, reaccionaron con abierta hostilidad al lanzamiento del movimiento, que inicialmente calificaron como disturbios neofascistas.

Los "chalecos amarillos" exigen la renuncia de un presidente ilegítimo de la República, que solo es "el presidente de los ricos". Apoyados por la gran mayoría de los trabajadores, se enfrentan al Estado policial francés, que ha arrestado a más de 6.000 "hombres de chaleco amarillo" y han herido a miles más —incluyendo a docenas de personas que perdieron los ojos por las balas de goma, o que las granadas de la policía les arrancaron las manos.

Y, desde que millones de trabajadores y jóvenes argelinos comenzaron a protestar, exigiendo la caída de la dictadura militar, decenas de miles de argelinos en Francia protestaron en solidaridad, después de la renuncia del presidente argelino Abdelaziz Bouteflika.

La lucha de clases está aumentando en toda Europa, con la huelga de tránsito masivo en Berlín, Alemania, la huelga nacional belga de un día y las huelgas estudiantiles albanesas para exigir tasas de matrícula más bajas. Hacia el este, los sindicatos polacos intentaron estrangular la primera huelga nacional de docentes desde la restauración estalinista del capitalismo en Polonia en 1989 —una huelga que ha impactado profundamente al gobierno de extrema derecha en Polonia.

Al sur, en Portugal, las enfermeras están organizando huelgas en las redes sociales, independientemente de los sindicatos vinculados al gobierno socialdemócrata, al igual que los estibadores, los camioneros, los trabajadores de las refinerías y los maestros.

Estas luchas reivindican la perspectiva trotskista del Comité Internacional de la Cuarta Internacional (CICI). El rechazo al dictado de los bancos, las demandas de un profundo cambio económico y los estados de ánimo favorables a la lucha irreconciliable dominan a la clase obrera. La disolución estalinista de la Unión Soviética y la restauración del capitalismo en 1991 no marcaron el "Fin de la Historia" y el triunfo final de la democracia capitalista. La era en la que estos eventos podrían suprimir la lucha de clases ha terminado.

Después de tres décadas de guerras imperialistas y una década de profunda crisis económica desde el desplome de 2008, el espectro del derrocamiento revolucionario del capitalismo, a través de la acción política consciente de la clase obrera, una vez más persigue a la clase dominante.

La revista diplomática Le Monde describió la reacción de la aristocracia financiera como "Miedo. No de perder una elección, no fallar en un recorte social determinado o de pérdidas en el mercado de valores. Sino de insurrección, revuelta e indigencia. Durante medio siglo, la elite francesa no ha sentido tanto miedo". Los empresarios temen “terminar con sus cabezas en pichos", escribe la revista financiera L’Opinion y habla entre ellos de las huelgas generales francesas de 1936 y 1968.

Después de seis meses de protestas del "chaleco amarillo", está claro que no habrá un resultado reformista de la lucha de clases. Ni Macron, quien ha declarado su admiración por el dictador fascista Philippe Pétain, ni los torturadores de la dictadura militar argelina, que mataron a cientos de miles durante la guerra civil argelina de los años noventa, darán nada a los trabajadores.

Las alternativas para los trabajadores no son la reforma o la revolución, sino la revolución o la contrarrevolución. Después de que estallaron las huelgas masivas en Argelia, Macron pidió que se enviara al ejército para ayudar a la policía con las protestas del "chaleco amarillo", con autorización para disparar. Esta fue la primera vez que el ejército francés se había desplegado contra las protestas sociales desde las "huelgas insurreccionales" de 1947–1948, cuando la clase capitalista ahogó las últimas grandes luchas de obreros contra el gobierno fascista con sangre y masivos despidos.

Uno puede identificar ciertos cálculos realizados por el gobierno de Macron. Los trabajadores fueron testigos del ejemplo del levantamiento revolucionario de los trabajadores egipcios en 2011: tres años de lucha heroica llegaron a un sangriento golpe apoyado por Estados Unidos del general Abdel Fattah al-Sisi en 2013. Del mismo modo, el régimen argelino está esperando su momento y preparando la represión, coordinado esta vez con París.

Pero para aplastar a los trabajadores argelinos, París primero quiere asegurarse de que tal represión no provoque una explosión social descontrolada en su hogar. Ya 20.000 argelinos han estado marchando en Francia, y Macron espera utilizar al ejército para asustar a los "chalecos amarillos" y someterlos.

Este Día Internacional de Mayo, organizado por el CICI, es la respuesta de mayor conciencia política de la clase obrera mundial.

El camino a seguir es para movilizar a la gran masa de obreros en una lucha internacional para tomar el poder estatal y construir el socialismo.

Para movilizar a los trabajadores en la lucha, el CICI debe construirse como el liderazgo revolucionario del proletariado. La revolución egipcia fue una lección inolvidable, pagada con la sangre de miles, de que las protestas militantes no son suficientes para vencer a las elites gobernantes atrincheradas. Los trabajadores necesitan sus propios comités de acción independientes y, sobre todo, la perspectiva política de la vanguardia trotskista.

Los trabajadores en la lucha, incluyendo muchos "chalecos amarillos", sienten cada vez más la necesidad de organizarse, pero no pueden organizarse a través de las viejas burocracias. El resurgimiento de la lucha de clases no ha surgido de las maniobras de los sindicatos o de los partidos vinculados al estalinismo o la democracia social.

El movimiento del “chaleco amarillo”, por su parte, como ha informado el WSWS, ha denunciado a los sindicatos y partidos políticos aliados como oportunistas, cobardes y, sobre todo, como elementos privilegiados, recompensados por las empresas para estrangular sus luchas e impedir la revolución que ellos quieren ver pasar.

Los movimientos que se desarrollan en Europa son la etapa inicial de una vasta radicalización que está surgiendo en la clase obrera internacional. Estas huelgas y protestas señalan luchas mucho más grandes que estallarán en todo el mundo. El único movimiento que puede proporcionarles una perspectiva revolucionaria es el CICI. Esta perspectiva, que se está introduciendo a los trabajadores que ahora se están radicalizando políticamente en todo el continente europeo, es la lucha para construir los Estados Unidos Socialistas de Europa.

(Publicado originalmente en inglés el 9 de mayo de 2019)

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