La semana pasada, la nueva congresista demócrata, Alexandria Ocasio-Cortez, presentó una propuesta de un anexo a las reglas de la Cámara de Representantes de Estados Unidos para crear un nuevo comité legislativo encargado con redactar un “Nuevo trato verde” o “Nuevo trato ecológico”. Nueve demócratas ya se adscribieron a la propuesta, incluyendo Rashida Tlaib, quien es miembro junto a Ocasio-Cortez de los Socialistas Democráticos de Estados Unidos (DSA, por sus siglas en inglés).
El documento incluye el llamado a completar una transición al 100 por ciento de fuentes renovables de energía dentro de 10 años y tomar acción para “virtualmente eliminar la pobreza en Estados Unidos y hacer que la prosperidad, la riqueza y la seguridad económica estén al alcance de todos”. Llama a crear un “programa que garantice trabajos con un salario digno para cada persona que lo quiera”; una “inversión masiva en el retiro de los gases de efecto invernadero”: y “modernizar todo edificio residencial e industrial con una eficiencia, confort y seguridad de vanguardia”.
El documento, al igual que toda su política, se caracteriza por ser un masivo fraude político. Incluye una retórica que suena de izquierda pero que se dirige a y depende del Partido Demócrata. En particular, los miembros del comité serían nombrados por el presidente o la presidenta de la Cámara de Representantes, que probablemente será Nancy Pelosi, la principal representante de la élite demócrata que ha recibido el apoyo de Ocasio-Cortez.
Cualquier medida sería para detener el calentamiento global, ni hablar de asegurar un empleo y un salario digno para todos, requiere una redistribución masiva de riqueza y de los billones derrochados en las guerras neocoloniales del imperialismo estadounidense en el exterior.
Sin embargo, el documento de Ocasio-Cortez excluye cualquier carga para las fortunas de la clase gobernante. Por el contrario, demanda “estructuras innovadoras de financiamiento público y de otros tipos”, incluyendo un “nuevo banco público”, un sistema de bancos o “fondos de inversión públicos”. En términos concretos, esto no significa más que nuevas avenidas para entregar crédito barato a empresas privadas. Todo el documento está formulado como parte de una consulta para líderes “empresariales”.
Un número de sus propuestas busca promover explícitamente los intereses de distintos sectores capitalistas, incluyendo el llamado a “proveer oportunidades” para “emprendedores” y “la promoción de la seguridad económica, la flexibilidad del mercado laboral y el emprendedurismo”.
“La flexibilidad del mercado laboral” significa la habilidad de las empresas para despedir y contratar a trabajadores a voluntad. ¡Tal es el carácter de la gran reforma izquierdista de Ocasio-Cortez!
El “Nuevo trato” original, el cual incluía proyectos masivos de obras públicas, fue implementado por el presidente demócrata, Franklin Roosevelt, en los años treinta en medio de la Gran Depresión. Su propósito era prevenir una revolución socialista en Estados Unidos. Fue la respuesta a un resurgimiento militante de huelgas y batallas de clases violentas encabezadas por socialistas inspirados en la Revolución Rusa de 1917 que había ocurrido menos de dos décadas antes.
El capitalismo estadounidense pudo costear tales concesiones gracias a su dominio económico. Los últimos 40 años han sido caracterizados por la continua disminución del capitalismo norteamericano en un escenario mundial en relación con sus principales rivales. La clase gobernante ha respondido a esta crisis con una contrarrevolución social para arrancar de vuelta todas las conquistas de los trabajadores. Esto ha sido llevado a cabo tanto por Gobiernos demócratas como republicanos y con la asistencia de los sindicatos.
Desde la crisis de 2008, primero bajo Bush y Obama, y ahora bajo Trump, las élites gobernantes han perseguido una política unidireccional de enriquecimiento de las capas más pudientes por medio de créditos baratos, rescates corporativos y recortes de impuestos, mientras es eviscerado el gasto social.
Afirmar, como lo hace Ocasio-Cortez, que el capitalismo estadounidense es capaz de otro “Nuevo trato”, sea verde o de cualquier color, es promover una obvia ficción política.
Ninguno de los signatarios realmente cree que sus propuestas —excepto aquellas diseñadas para avanzar los intereses de las empresas— serán implementadas. En cambio, su propósito es fomentar la ilusión de que el Partido Demócrata, un partido que representa a la élite empresarial y financiera tanto como el republicano, puede ser transformado en una agencia de progreso social.
El documento señala que, tras su creación, el comité tendrá que completar su plan antes de enero de 2020 y publicar sus propuestas legislativas antes de marzo de 2020, inmediatamente antes de las elecciones presidenciales. Si llegara a redactarse, tal documento tendría el único fin de hacer campaña para los demócratas. Sería archivado no bien se acaben las elecciones, independientemente del resultado.
La promoción del “Nuevo trato verde” por parte de Ocasio-Cortez también pretende distraer de su propio giro veloz a la derecha desde que ganó las primarias.
Ha abandonado todas sus críticas previas de las masacres de manifestantes en Gaza a manos de Israel; aclamó al fallecido senador republicano y criminal de guerra, John McCain como un “ejemplo incomparable de decencia humana y servicio a EUA”; exigió asegurar las fronteras estadounidenses; abandono sus llamados a “Abolir ICE” (Servicio de Inmigración y Control de Aduanas; siglas en inglés); y declaró que su consigna “no significa abolir las deportaciones” de inmigrantes. El fin de semana, anunció su apoyaba que Nancy Pelosi fuera presidenta de la Cámara de Representantes.
El “Nuevo trato verde” es otra muestra de la función política de Ocasio-Cortez y el DSA de proveer un velo político “izquierdista” sobre la política capitalista del Partido Demócrata. Los demócratas están realizando una campaña contra el demagogo milmillonario de Trump desde la derecha. No lo están atacando por sus amenazas militares, diatribas fascistizantes, ataques contra los inmigrantes y esfuerzos para construir un movimiento extraparlamentario de la ultraderecha, sino por no ser suficientemente deferente hacia las agencias de inteligencia estadounidense y no ser lo suficientemente agresivo con Rusia.
No es posible alcanzar una respuesta socialista al cambio climático por medio del Partido Demócrata o dentro del marco del capitalismo. Necesita la organización de la producción de acuerdo con un plan racional y científico a escala global. Este requisito es fundamentalmente incompatible con el control privado de las fuerzas productivas de la humanidad, la subordinación de la producción al afán de lucro de la clase capitalista, y la continua división del mundo en Estados nación rivales que compiten por mercados, ganancias y control geoestratégico a instancias de sus respectivas clases capitalistas.
Lo que se necesita no es una promesa vacía de un “Nuevo trato” entregado desde arriba por la clase capitalista y que, de todas formas, es imposible, sino una revolución socialista de la clase trabajadora y una transformación de la sociedad desde sus fundaciones.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 23 de noviembre de 2018)