Estados Unidos cometió crímenes de guerra de proporciones impactantes durante los cuatro meses de sitio de la ciudad siria de Raqqa el año pasado, demoliendo hasta 80 por ciento de la ciudad con un bombardeo relámpago con artillería y ataques aéreos que se cobraron cientos de vidas civiles.
La devastación dejada por el ejército estadounidense y sus tropas patrocinadas en las Fuerzas Democráticas Sirias fue descrita en detalle en un reporte condenatorio publicado esta semana por Amnistía Internacional, intitulado crudamente “Guerra de aniquilación”. El secretario de defensa estadounidense, James “Perro Rabioso” Mattis, utilizaba frecuentemente esta frase para describir los esfuerzos para tomar la ciudad del control del Estado Islámico de Irak y Siria (EI).
Estados Unidos lanzó miles de bombas sobre Raqqa y 30.000 rondas de artillería en tan solo cinco meses. La población de Raqqa y las comunidades vecinas ha caído de 340.000 antes de la guerra a menos de 100.000. La mayoría de los que huyeron de la ciudad no pueden volver ya que la mayoría de las casas e infraestructura vital ha sido dañada o destruida. Aquellos que han regresado se enfrentan al peligro de bombas y misiles lanzados por EUA y sus aliados o minas escondidas por EI que siguen sin detonar.
Mientras que EUA ha estado librando una guerra en Siria oficialmente para derrotar a EI, el informe indica que las rondas de artillería y los bombardeos aéreos contra áreas civiles continuaban incluso después de que se llegara a un acuerdo para permitir que miles de miembros de EI evacuaran la ciudad. Al menos 2.000 tropas estadounidenses permanecen ocupando ilegalmente a Siria. El objetivo principal de Washington es derrocar al Gobierno de Bashar al Asad y colocar un régimen en el poder más subordinado a las necesidades del imperialismo estadounidense.
Los investigadores de Amnistía Internacional entrevistaron a más de 100 supervivientes e investigaron 42 lugares que recibieron ataques aéreos estadounidenses en la ciudad, para dar una idea de la muerte y destrucción generadas por la ofensiva del año pasado. El grupo defensor de derechos humanos hablo con los Badran, una familia que perdió a 39 de sus miembros, la mayoría de ellos mujeres y niños, como resultado de 4 distintas bombas estadounidenses cuando buscaban desesperadamente donde refugiarse.
El comandante a cargo del ataque presumió durante su punto álgido que la ofensiva en Raqqa era “la campaña aérea más precisa en la historia”. El Pentágono ha alegado absurdamente que mató a menos de 500 civiles durante el 2017 en todas sus operaciones militares en el mundo admitiendo que solo 32 civiles murieron en Raqqa.
Un reporte del Associated Press en abril informó que casi 500 cadáveres habían sido extraídos de los escombros y que cientos de cuerpos han seguido siendo encontrados muchos meses después de que acabó el sitio. Airwars, una organización que registra de cerca los ataques aéreos de EUA y sus aliados en Siria e Irak, ha documentado 1.400 muertes civiles como resultado de los bombardeos aéreos estadounidenses en Raqqa.
A diferencia de la histeria producida por el ataque con gas falso en Duma (Douma) más temprano este año, las revelaciones de crímenes de guerra siendo perpetrados comúnmente por EUA y sus aliados en Raqqa, al igual que la ofensiva en sí, han sido tratados por la prensa corporativa como eventos insignificantes. Ni el New York Times ni el Washington Post, los dos periódicos de referencia de la élite política en EUA, mencionaron el reporte de Amnistía en sus ediciones impresas.
Los columnistas del Times, Nicholas Kristof y Thomas Friedman, quienes explotan toda oportunidad para denunciar con la mayor indignación moral las presuntas atrocidades realizadas por el régimen de Asad y las fuerzas rusas a fin de demandar una escalada en la intervención “humanitaria” estadounidense, aparentemente sufrieron juntos un bloqueo de escritor.
Los editorialistas y comentaristas en la prensa estadounidense insisten en proporciones contundentes que Trump no ha ido lo suficientemente lejos en Siria y que las guerras y ocupaciones estadounidenses de los últimos 15 años deben expandirse para enfrentar cualquier desafío de parte de Rusia e Irán al dominio estadounidense sobre Oriente Próximo.
Más allá de la estigmatización interminable sobre la presunta colusión de Trump con los rusos para ganar las elecciones el 2016, todos los bandos de esta riña concuerdan en que las guerras para garantizar un control completo sobre las reservas petroleras de la región deben continuar y ser expandidas, independientemente del costo en vidas civiles.
El hecho de que los medios no han reportado las atrocidades en Raqqa y, en cambio, han encubierto los hallazgos de Amnistía, los convierte en cómplices de estos crímenes. Han tomado una decisión deliberada para ocultar del pueblo estadounidense la magnitud de los crímenes siendo perpetrados en su nombre, a fin de prevenir que la oposición generalizada a la guerra se desarrolle en un movimiento políticamente consciente contra las guerras imperialistas.
El papel crítico en este esfuerzo está siendo desempeñado por la pseudoizquierda, incluyendo a organizaciones que se dicen “socialistas” pero se dedican infatigablemente a justificar las intervenciones imperialistas. La Organización Socialista Internacional (ISO, por sus siglas en inglés) ha atacado rutinariamente a los que se oponen a la guerra estadounidense en Siria y a las fuerzas “rebeldes” que patrocina EUA. Han respondido a los repetidos ataques con misiles de Trump contra el Gobierno de Asad, los cuales pudieron haber desencadenado una guerra con la potencia nuclear de Rusia, criticando de que no fueron lo suficientemente lejos y que tanto Obama como Trump no se han esforzado lo suficiente para armar a los “rebeldes” desplegados en Siria y vinculados con Al Qaeda.
De este modo, el medio pablista International Viewpoint publicó una declaración esta semana llamando a revigorizar la guerra de cambio de régimen en Siria, afirmando que EUA y sus aliados imperialistas “se han negado a permitir que los componentes democráticos del levantamiento se defiendan a ellos mismos…”, lo que significa que EUA no ha bombardeado a Siria lo suficiente ni entregado suficientes armas para las milicias que patrocina.
Los siempre serviles medios de comunicación han coordinado con el Pentágono para presentar falsamente estas guerras como operaciones quirúrgicas y sin derramamientos de sangre para asesinar a terroristas con bombas de precisión, mientras realmente se amontonan los cuerpos de personas inocentes. Los esfuerzos estadounidenses para retomar Mosul en Irak del EI en el 2016 y el 2017 se cobró las vidas de hasta 40.000 civiles, según un estimado de la inteligencia iraquí-kurda. Además, desplazó a más de un millón de personas. La guerra encabezada por Arabia Saudita en Yemen, la cual se ha prolongado por tres años y cuenta con el respaldo de fuerzas especiales estadounidenses en el terreno, ha matado a más de 13.000 civiles y amenaza dejar a 18 millones de civiles muertos por inanición.
Ahora, el Gobierno de Trump está considerando participar más directamente en la guerra en Yemen, al mismo tiempo en que se prepara para una confrontación aún más peligrosa con Irán poniendo en riesgo millones de vidas civiles.
(Publicado originalmente en inglés el 7 de junio de 2018)