Lo que sigue es una redacción de una presentación del 25 de marzo. La grabación y las imágenes se pueden están accesibles haciendo clic aquí [para ver cada imagen, mover el punto rojo al tiempo indicado]. Para registrarse a esta serie de charlas haga clic en wsws.org/1917.
Para Lenin, la revolución de 1905 fue un “ensayo general” de la revolución de 1917. Para Trotsky fue un “preludio magnífico”. En verdad lo fue. El World Socialist Web Site (wsws.org) publicó un artículo (en inglés) hace unos días donde Trotsky usa esa frase y habla de la necesidad de que los trabajadores aprendan de la revolución de 1905.
En 1905 el zar Nicolás II, déspota absoluto, reinaba sobre el imperio ruso. Emitía decretos; y dependía de una capa de nobles y burócratas para administrar su enorme aparato estatal. El zar también estaba al frente de una gran fuerza militar, que consumía una gran tajada de la riqueza nacional.
No existía la libertad de expresión en Rusia en ese entonces. No había libertad de Prensa. Existía una estricta censura. No había libertad de reunión, o de hacer pedidos del zar, derecho reservado sólo para un puñado de nobles. No existía el derecho a la huelga, o a formar un sindicato. No existía ninguna legislatura, ningún derecho al voto. Ni siquiera existía la jornada laboral de ocho horas; a fines del siglo XIX, la jornada laboral típica era de catorce horas, doce, con suerte. En magnánimo zar en 1897 redujo la jornada laboral a once horas y media, aunque muchas fábricas lo ignoraron. A los obreros se los multaban por la menor infracción, un día de sueldo por llegar quince minutos tarde, más si cometían algún error. Los salarios eran de los más bajos en Europa.
El imperio ruso incluía a gentes de muchas nacionalidades. Los rusos —la gente de etnia rusa— representaban un cincuenta por ciento del imperio. La cuestión nacional afectaba en tiempos modernos a unas ciento cincuenta nacionalidades distintas. Las más numerosas son bastante bien conocidas, como los polacos dentro del imperio. Polonia había sido dividida hacia fines del siglo XVIII. Bajo el régimen de los zares, a los polacos se los obligaba a rusificarse. Se les prohibía estudiar su lenguaje en las escuelas; debían aprender ruso. Lo mismo era con los finlandeses; Finlandia era parte del imperio. Lo mismo valía para los judíos, en ese entonces miembros de una de las más oprimidas nacionalidades del imperio ruso. La población judía, de unos cinco millones estaba obligada a vivir en las márgenes del imperio, la denominada zona, o empalizada, de asentamiento (Черта оседлости). Se le prohibía ejercer ciertas profesiones. Había cuotas que restringían su entrada a la universidad. Por supuesto no tenía derecho al voto. Después del asesinato en 1881 del zar anterior, Alejandro II, ocurrieron calamidades de pogromos contra la población judía; éstos consistían de pandillas armadas deliberada y directamente bajo el control de la policía, o con la policía haciendo la vista gorda. Entraban en vecindarios judíos, asesinando, torturando, robando hogares, destruyendo negocios, etcétera, sin sufrir ellos ningún daño. Dos de los pogroms más infames de la revolución de 1905 ocurrieron en Kishine, en la actual República de Moldavia.
Rusia era mayormente una nación de campesinos, casi en su totalidad analfabetos y muy pobres. Vivían en 500 mil pueblitos. Trotsky habla de lo desconectados que estaban los campesinos; lo que causaba un inmenso problema político: ¿Cómo unir a gente tan esparcida en un país tan grande?
Existía una diferenciación social en el campesinado. Algunos era muy ricos. En verdad algunos eran grandes terratenientes, ligados a los capitalistas. En el otro extremo había campesinos sin ninguna propiedad, peones agrícolas. Se veían obligados ofrecer a sueldo su fuerza de trabajo a los capitalistas o a fincas más ricas.
Unos sesenta mil latifundistas controlaban unos cien millones de campesinos; era una capa muy pequeña de terratenientes, frecuentemente de la nobleza. A fines del siglo XIX, la nobleza pasaba por malos tiempos y comenzaba a vender sus tierras a la burguesía, causando mucha tensión social. No obstante, los nobles eran muchísimo más ricos que la gran mayoría de campesinos.
En 1861 se emancipan los siervos, el equivalente a esclavos. Esa emancipación fue muy limitada; resultó en un gran endeudamiento. En muchos casos les tardó a esos campesinos “emancipados” cuarenta y ocho años para pagar su deuda. También estaban sujetos a altos impuestos. Por lo tanto vivían en la miseria. Desesperadamente deseaban una reforma agraria y la cancelación de sus deudas.
Hacia fines del siglo XIX, se acelera el crecimiento de la industria. Ésta dependía de capitales extranjeros, primordialmente de Inglaterra y Francia, un poco menos de Alemania. Esa transformación ejemplifica lo que Trotsky llama “desarrollo desigual y combinado”. A pesar de que Rusia estaba muy por detrás de los países avanzados del occidente, cuando capitalistas ingleses o franceses invertían en Rusia, importaban capitales que representaban la tecnología más avanzada, las fábricas más grandes, las máquinas industriales más modernas, etcétera. Por lo tanto Rusia saltó sobre varias las etapas intermedias de desarrollo que otros países no pudieron evitar. Se concentraron obreros en fábricas de más de mil trabajadores cada una (mayor concentración que en los Estados Unidos de ese entonces, país modelo de ese tipo de plantas industriales). Así es que nace un proletariado joven, migrante del campo y empleado en textiles, metales, minería, tabaco, etcétera. Ese proletariado se concentró en centros industriales, generalmente en los suburbios. Fueron plantas industriales que no evolucionaron dentro de zonas urbanas.
Entre tres y cinco millones de obreros en grandes centros industriales, en San Petersburgo, Moscú, Ivánovo, Kiev y otras ciudades producían la mitad del ingreso nacional. Lo que equivalía a todo el sector agrícola; una cantidad de obreros relativamente pequeña, tenía un enorme impacto económico. Su influencia social y económica era grandísima.
La primera ruta ferroviaria, entre Moscú y San Petersburgo, comienza en 1851. Fuera de esto imperaba en Rusia lo que Trosky llamó una “virginal ausencia de caminos”. Los caminos eran terribles en Rusia. En la primavera y durante las lluvias otoñales, o cuando se derretían las nieves eran intransitables. El lodo llegaba a las caderas; no era posible moverse. Por lo tanto los ferrocarriles se convirtieron en el principal enlace entre los centros industriales.
Cuando detona la revolución de 1905, 667 mil ferrocarrileros protagonizan un extraordinario rol político. Este ejército proletario desempeñaría un papel decisivo.
El liberalismo político existía en algunas de los centros administrativos rurales, los zemstvos, encargados de los caminos, la educación y la previsión de salud, y poco más. Los liberales tenían poca influencia política. No eran muchos. Por lo general los liberales pequeño burguesas de las ciudades era muy pocos y con poca influencia política.
Muchos anticipaban una revolución que barriera con el zarismo e inaugurara una república burguesa. Parecía quimérico el socialismo, particularmente cuando se comparaba a Rusia con los países económicamente más desarrollados de Europa Occidental.
Sin embargo apareció en 1872 la traducción rusa del Capital de Marx. Fue una de las primeras traducciones de esa obra. Los censores zaristas lo permitieron porque para ellos se trataba de una muy sobria colección de estadísticas económicas.
El movimiento populista, que había tenido gran influencia en la década de los 1870, intentaba introducir el socialismo en base a la comuna campesina y la propiedad colectiva del campo, quizás saltando sobre la etapa de desarrollo capitalista. En 1881 le escribieron a Marx. “¿Qué podemos anticipar en Rusia? ¿Existe un fundamento legítimo para establecer el socialismo en base as la comuna campesina?”
Seis revolucionarios exilados establecen el primer grupo marxista ruso en 1883 en Ginebra. Su líder es Gueorgui Plejánov, en el medio de la foto, autor de importantes traducciones. Escribió obras introduciendo a Marx. Participó en la Segunda Internacional de Europa, establecida en 1889. En ese año Plejánov hizo su famoso pronóstico: “El movimiento revolucionario ruso o vence como movimiento de los trabajadores o no vence”. A sus opositores les parecía absurdo hacer esa declaración sobre una clase obrera mucho más pequeña que el enorme campesinado.
En los 1870 y 1880 se forman pequeños grupos obreros (Liga del Norte, Liga del Sur).
Se da un gran paso en 1895 en San Petersburgo cuando se establece la “Liga de Lucha por la Emancipación de la Clase Obrera”. Dos de sus dirigentes principales eran Vladimir Ulyanov (más tarde conocido como Lenin, dirigente del Partido Bolchevique) y Lulli Martov; éste más tarde sería un dirigente de los Mencheviques, Martov a la derecha, Lenin al centro, junto a la mesa.
La huelga textil de San Petersburgo, capital del imperio ruso, en mayo y junio 1896 influenciaría grandemente a la Liga de Lucha, a poco de formarse ésta. En esta imagen el mapa indica las fábricas donde la Liga de Lucha tenía contactos y llevaba a cabo labor política. El mapa es de San Petersburgo. Fue una huelga general de obreros textiles, una de las más grandes huelgas; impulso tremendamente la evolución del movimiento laboral ruso.
No se trataba de un fenómeno exclusivo de San Petersburgo. Esta imagen muestra ciudades marcadas con puntos donde la Liga de Lucha distribuía literatura y volantes, y laboraba regularmente.
Quiero plantear dos interrogantes: “¿Quién organiza a la clase obrera? ¿Cómo se hace revolucionaria la clase obrera?” La labor que se hace en los 1890, la obra de Plejánov desde 1883 en adelante, el trabajo de los revolucionarios en las ciudades principales, fue un elemento indispensable para la revolución.
Recordemos que toda esa actividad era ilegal. No era posible tener una reunión pública. Para celebrar el Primero de Mayo (actividad anual) era necesario juntarse en un bosque, o en las márgenes de algún río. Era imposible alquilar algún salón. Con suerte se encontraría un almacén vacío. La policía estaba en todas partes. Los espías pululaban. Si uno comenzaba a hablar, tenía diez o quince minutos antes que aparecieran los cosacos o la policía. Disparaban a la gente. Uno podía ser detenido. Un obrero de fábrica podía perder su trabajo. El trabajo que hacían los revolucionarios estaba totalmente prohibido. En diciembre 1895, Lenin fue arrestado. Cuando a uno lo arrestaban bajo estas condiciones la policía secreta ( Okhrana ) lo fichaba, fotografiaba. Conservaba esa ficha por mucho tiempo.
En 1898 ocurre en Minsk el congreso que funda el Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia con nueve delegados presentes. En pocos días todos ellos son arrestados.
En diciembre 1900, se funda en el extranjero el periódico socialdemócrata Iskra (Chispa) y se introduce de contrabando dentro de Rusia como parte de la construcción de un partido nacional de la clase obrera. Eso no era poca cosa; imprimir el periódico en Múnich o en alguna de las ciudades principales de Europa, para luego introducir de contrabando una buena cantidad de ejemplares viene a ser una labor dificilísima. Lo que más complicaba las cosas es que la policía secreta estaba por doquier. Había infiltrado el movimiento socialdemócrata. Se descubriría que la misma persona a cargo de contrabandear Iskra durante un par de años era un agente de la policía. Sabía donde iba todo; conocía las direcciones, los contactos; organizaba el envío de los ejemplares.
Aunque durante el siglo XIX Rusia era considerada un centro de reacción, uno de los marxistas más perceptivos de Europa, Karl Kautsky, sugería en 1902 que algo nuevo nacía en este vasto imperio. Declara que “habiendo absorbido tantas iniciativas revolucionarias occidentales, puede que Rusia se esté convirtiendo en una fuente de energía revolucionaria para el occidente”. [1]
El segundo congreso del Partido Revolucionario Socialdemócrata Ruso, toma lugar en Bruselas y Londres (estaba prohibido hacerlo en Rusia) en julio y agosto 1903. En ese congreso ocurre una escisión entre las fracciones mayores, los bolcheviques y los mencheviques. Muchos miembros del partido consideraban que la división no duraría. No entendían bien las razones de la escisión. Trotsky, por ejemplo, creía que las diferencias políticas podían ser solucionadas y que el partido se reunificaría.
Así habla Trotsky sobre ese segundo congreso, haciendo referencia a la atmósfera rusa en la antesala de la revolución de 1905:
“ Aun durante el congreso del partido, una poderosa serie de huelgas acogotaba a todo el Sur de Rusia [la famosa huelga de Rostov de noviembre 1902 y las movilizaciones de julio 1903 que se afectaban a todo el sur industrial, y que anticipaban todas las movilizaciones futuras del proletariado.] Las rebeliones campesinas ocurrían con mayor frecuencia. Las universidades hervían. La guerra Rusa Japonesa interrumpe ese movimiento, pero el desastre militar del zarismo se convierte en una formidable palanca de revolución. La prensa se arriesga más; los actos terroristas se hacen más frecuentes; los liberales se despiertan y lanzan ‘la campaña de los banquetes’. Se ponen al orden del día los fundamentos de revolución”. [León Trotsky, Mi Vida , capítulo 13]
Esta charla tiene poco que ver con el terrorismo. Solamente mencionaré, sobre la referencia de Trotsky a los terroristas: Entre 1893 y 1917, los terroristas que mayormente estaban ligados a viejos movimientos populistas, como Narodnaya volya [Voluntad Popular] y que luego se unieron al Partido Socialista Revolucionario, asesinaron unos doce mil oficiales zaristas. Estudiantes u obreros jóvenes llevaban a cabo esos asesinatos. Se aproximaban a algún gobernador u oficial de la policía y le disparaban. A veces le tiraban una bomba a su víctima, muriendo también ellos. Ejecutaron a famosos individuos. En 1904, mataron a Pleve, el ministro de interior, encargado de toda la actividad policial en Rusia. Un joven Socialista Revolucionario lo hizo añicos. También asesinaron al tío del zar. Otros individuos sobrevivían atentados, como Trepov; pero vivían en temor de ser asesinados.
Tanto el partido bolchevique como los mencheviques rechazaban la táctica del terrorismo individual. No creían que derrocaría al zar. Si se mata a un oficial zarista, es remplazado por algún otro, que quizás sea peor. Sin embargo este fenómeno era común y ocurría durante el periodo que nos concierne.
Trotsky también se refiera a la guerra ruso japonesa de febrero 1904. La época de guerras imperialistas comienza en 1898 con la guerra hispano estadounidense. Durante esa guerra ocurre la salvaje invasión de las Filipinas por Estados Unidos. Pronto ocurriría la guerra de las guerras Bóers (1899-1902) donde Gran Bretaña era el principal agresor imperialista.
El imperio ruso no quería quedarse atrás de las guerras imperialistas de saqueo y conquistas de territorios. En esta imagen vemos que pensaba un estudiante japonés del imperio ruso, como un gran pulpo con sus tentáculos alrededor de varias naciones. Polonia está a la izquierda, en la esquina superior. Otros tentáculos rodean a Turquía, Persia y Tibet. Otro abraza a China; otro se dirige a Corea y, quizás, al Japón.
Esta otra imagen representa el pensamiento del zar Nicolás. Dado que Rusia y Japón apetecían a Manchuria, Korea, y competían contra Gran Bretaña, Francia y Estados Unidos, por la división de China el zar pretendía derrotar militarmente a Japón.
El zar tenía la expectativa de una conquista fácil. Esta imagen representa al zar Nicolás, abajo en la esquina derecha; derribando con su aliento a un soldado japonés; la armada japonesa ha sido destruida y los niños japoneses golpeados reciben auxilio del tío Sam y de John Bull, personificaciones de Estados Unidos y Gran Bretaña; ambas potencias apoyaban a Japón.
En 1895, Rusia obliga a China a ceder el puerto manchuriano de Port Arthur , para convertirlo en una supuesta formidable fortaleza y base naval, con un ramal de ferrocarril que pasaba por Harbin, en el noreste chino. Aun no se había completado el ferrocarril transiberiano; el pasaje a través de Manchuria era arriesgado.
Sin embargo la armada japonesa en los primeros días de guerra causa grandes daños sobre la flota rusa. Luego de asediar a Port Arthur durante 300 días los japoneses lo conquistan y destruyen en el puerto a la mayor parte de la flota rusa, bombardeándola desde las colinas que rodeaban el puerto.
La rendición de Port Arthur causa tensión en Rusia. Un creciente número de personas consideran que el zar y sus fuerzas armadas eran corruptos e ineptos. El sentimiento antibélico aumenta en la clase obrera y entre algunos liberales.
El próximo paso, que detonaría la revolución de 1905 parece inocente. Cuatro obreros habían sido despedidos de la fábrica metalúrgica de Putilov en los suburbios de San Petersburgo. Fracasadas las negociaciones para devolverles sus empleos, se declara una huelga el 3 de enero 1905.
Feodor Dan, un líder menchevique, escribiría: “A nadie se le ocurriría, que esa huelga, que tenía por objeto devolverle sus empleos a cuatro trabajadores, que habían sido echados por los capataces de la fábrica, durante la semana siguiente paralizaría a esta capital y se transformaría en un gigantesco movimiento del proletariado de San Petersburgo”. [2]
En menos de una semana, el domingo 9 de enero, ocurriría una manifestación donde, el padre Gapón, al centro de esta imagen con una cruz, dirigiría una procesión de 150 a 200 mil fieles, incluyendo obreros, estudiantes, mujeres y niños, para pedirle socorro al “papa zar”.
Exigían: una jornada laboral de ocho horas, derecho de asamblea para los obreros y tierra para los campesinos; libertad de expresión y de prensa; separación de la iglesia del estado; el fin de la guerra y la creación de una Asamblea Constitucional que creara los fundamentos de una república parlamentaria.
Cuando la procesión llegaba a la plaza delante del Palacio de Invierno, donde vivía el zar, éste no los recibió. Le dispararon las tropas zaristas y la policía. La procesión había tomado diferentes rutas hacia la Plaza del Palacio. Cosacos a caballo, con sus sables desenvainados acuchillaron a muchos. Muchos fueron víctimas de balas. No existe una cifra exacta. Se estima que mil fueron murieron y dos mil resultaros heridos. Muchos cuerpos fueron arrastrados del lugar y enterrados en fosas comunes. Nunca se supo el número exacto de muertos. Desde ese día el 9 de enero, el “Domingo Sangriento”, pasaría a la historia.
La masacre golpeó a toda Rusia. En muchas zonas industriales, los obreros se volcaron a la huelga. Estudiantes cerraron universidades. Hubo una ola de enormes movilizaciones y huelgas en Georgia, Bakú, Odesa, Ivanóvo-Voznesensk, Łódź (Polonia), Nizhini-Novgoród, Sormóvo, etcétera. Se movilizaron también algunas tropas, no muchas, durante la primavera, el verano y el otoño de 1905.
Miembros de la intelectualidad burguesa liberal repudiaron al zar, llamándolo carnicero. Esta imagen es de uno de sus periódicos, Osvobozhdenie , editado por Struve, quien había abandonado el marxismo legal e ido a la derecha hasta convertirse en un liberal burgués. El Titular dice “Revolución en Rusia”; el título del artículo principal dice “Verdugo del Pueblo”, repudiando al zar por ser carnicero. Sigue un artículo de Jean Jaurès, intitulado “Fin del Zarismo”. Los liberales rechazaban el absolutismo pero no tenían ni la fuerza ni la voluntad políticas para derribar al zar.
La marea de huelgas importantes creció y bajó durante los próximos meses. Ocurrieron cientos. Una en especial es notable.
En Ivanóvo-Voznesensk, centro textil a doscientos cincuenta kilómetros de Moscú, ocurrió una de las huelgas más largas. Duró más de cien días. En el transcurso de esa huelga surge un nuevo tipo de organización, el soviet , o junta. Los obreros eligieron los líderes de éste para que dirigieran la huelga y presenten sus exigencias. La mayoría de las exigencias eran económicas, aunque si se llamó a derribar al zar, crear una asamblea constitucional, y otras exigencias políticas. Los obreros de Ivanóvo más tarde reclamarían el honor de haber creado el primer Soviet de Rusia, la primera junta de trabajadores. Si bien esa es la verdad, fue el Soviet de San Petersburgo de octubre 1905, es que tuvo mayor importancia.
Enormes manifestaciones también ocurrieron en otras partes del imperio, como en Latvia en mayo 1905.
Mientras ocurría la huelga de Ivanóvo, llegaban pésimas noticias del frente. El zar seguía convencido de que su armada destruiría la flota japonesa. La mayor parte de la flota del Pacífico había sido destruida, así que en octubre se envía la flota del Báltico a Port Arthur. El viaje de treinta y tres mil kilómetros duró entre octubre y mayo. Mientras viajaban se enteraron de la desastrosa derrota militar de la Batalla de Mukden (febrero y marzo 1905), donde el ejército ruso perdió noventa mil soldados. Desmoralizados los marineros, los buques siguieron; el admirante Rozhdestvensky tuvo que colgar varios marineros que trataban de organizar un motín para regresar. Todos sabían que de continuar hacia su destino les iría mal. El admirante los ordenó a seguir de todos modos y varios de los marineros fueron ejecutados.
Dado que su destino original, Port Arthur, se había rendido a los japoneses, los buques fueron más al norte, a Vladivostok. Al llegar al estrecho de Tsushima, una isla cerca de Japón, fueron atacados por la armada japonesa y destrozados. Los rusos perdieron ocho buques de guerra, muchos buques más pequeños, y más de cinco mil marineros. Sólo se salvaron tres buques grandes. O sea que en entre el 27 y 28 de mayo la flota rusa había sido destrozada. En contraste, Japón había perdido tres lanchas de torpedo y 116 hombres.
La noticia fue un gran golpe en Rusia. ¿Cómo podía haber ocurrido esa derrota desastrosa?
Trotsky escribió un volate sobre el desastre de Tsushima que se repartió en San Petersburgo. En parte dice así:
¡Abajo con la vergonzosa carnicería!
Luego de la batalla cerca de la isla de Tsushima ya no existe la flota rusa. Los buques de guerra fueron hundidos sin gloria. Miles de nuestros hermanos perecieron en el Océano Pacífico, víctimas de los crímenes del zarismo. … La flota rusa, que costó tanto en crearse, ya no existe. Cada mástil, cada tuerca representa el sudor y sangre de la gente trabajadora. Cada buque es el producto de muchos años de trabajo de familias campesinas. Todo ha desaparecido, en el fondo del mar: tanto los desafortunados hombres como la riqueza inútil que sus manos crearon…
¡Abajo con esta vergonzosa matanza! Que esta exigencia, de obreros con conciencia política desde el primer día de la guerra, cuente con el apoyo de todos los trabajadores, y de todos los ciudadanos honestos.
¡Abajo con el responsable de esta vergonzosa matanza —el gobierno del zar!
¡Abajo con los carniceros cubiertos de sangre!
¡Exigimos paz y libertad! [3]
Siguió a todo esto un acontecimiento que atrajo gran atención, el motín del buque de guerra Potemkin en Odesa en junio 1905, inmortalizado por Sergei Eisenstein en un film de 1925. Durante 1905 la armada seguía fiel al zar; el que se amotinara la tripulación de una nave de entre las mejores de la flota del Mar Negro, planteó la posibilidad en el gobierno del zar que otros motines ocurrirían en las fuerzas militares. La mayoría de los marineros del Potemkin escaparon con sus vidas cuando el buque evadió a otros de la flota y se refugió en el puerto Constanza de Rumania. Esta imagen muestra los líderes sobrevivientes del motín de Potemkin.
El próximo acontecimiento del ese año revolucionario fue la huelga general de octubre. En cierto sentido, la huelga no había sido parte de ningún plan. Los dirigentes de los partidos del movimiento obrero proyectaban una huelga de gran envergadura para enero 1906, el primer aniversario del Domingo Sangriento. Una simple huelga en una imprenta de Moscú dio comienzo a los acontecimientos.
Así lo resume Trotsky en su obra 1905:
“El 19 de septiembre, los cajistas de la imprenta Sitin, en Moscú, se pusieron en huelga. Exigían una disminución de las horas de trabajo y un aumento del salario a destajo basado en mil caracteres, incluidos los signos de puntuación: este pequeño acontecimiento no tuvo otro resultado, ni más ni menos, que abrir la huelga política general de toda Rusia; se comenzaba por los signos de puntuación y se debía, al fin de cuentas, echar abajo el absolutismo”. [pag. 75]
En la tarde del 24 cincuenta imprentas se hallaban ya en huelga. … Los panaderos de Moscú dejaron las artesas…
El 2 de octubre, los cajistas de las imprentas de Petersburgo decidieron probar su solidaridad con los camaradas de Moscú mediante una huelga de tres días.
La asamblea de diputados obreros de las corporaciones de la imprenta, de la mecánica, de la carpintería, el tabaco y otras ramas, adoptó la resolución de constituir un consejo (soviet) general de los obreros de Moscú.
El 7 de octubre… las locomotoras en los ferrocarriles de Moscú se apagaban una tras otra.
El 9 de octubre igualmente, en una sesión extraordinaria del congreso de delegados ferroviarios de Petersburgo, se formula y expide inmediatamente por telégrafo a todas las líneas el lema de la huelga de los ferrocarriles: la jornada de ocho horas, las libertades cívicas, la amnistía, la Asamblea constituyente.
Por encima de las necesidades económicas de las profesiones, se elevan las reivindicaciones revolucionarias de la clase. Despegándose de los marcos corporativos y locales, comienza a sentir que es ella misma la revolución, y esto le confiere una audacia inesperada.
Todo el ejército de ferroviarios estaba huelga: 750.000 hombres
El 13 de octubre, en el edificio del Instituto Tecnológico, tuvo lugar la primera sesión del futuro soviet de San Petersburgo.
Era asombrosa la enormidad de la huelga. Casi todas las ciudades estaban paralizadas; también los ferrocarriles; los telégrafos y el correo estaba en manos de los trabajadores.
Enormes manifestaciones ocurrían en otras partes del imperio: Varsovia (Polonia) en octubre, Taskent (en Asia Central, hoy Uzbekistán); y en Finlandia, una manifestación de masas. Esas tres regiones resistían la política de imposición de la cultura idioma y rusos del zarismo, mencionada más arriba. Sin embargo el zar tenía un compromiso con la política oficial: de “autocracia, nacionalismo (chovinismo Gran Ruso) y Ortodoxia (Iglesia Ortodoxa Rusa)” —a fuerza de bayonetas, si fuera necesario.
La huelga general develó el enorme poder de la clase obrera. ¿Cómo pasa de huelga a revolución? ¿Quién organizaría y dirigiría un levantamiento nacional? Para eso fue clave la formación del soviet de San Petersburgo; éste, en embrión, era el futuro gobierno obrero.
Trotsky señala que una huelga general no puede durar para siempre. Si se paralizan los ferrocarriles, nada se mueve. Si el telégrafo se cierra —no hay comunicación. Las panaderías cierran; no se produce comida. ¿Cuál es la capacidad de aguante de la gente, Sin comida, sin comunicaciones, sin movimientos de una ciudad a otra?
Trotsky describe al soviet en su libro 1905:
“La historia del Soviet de Diputados Obreros de Petersburgo es la historia de cincuenta días. El 13 de octubre, la asamblea constituyente del soviet se reunió por primera vez. El 3 de diciembre, la sesión del soviet fue interrumpida por los soldados del gobierno [todos son detenidos].
En la primera sesión no había más que varias docenas de hombres. Y a mediados de noviembre el número de diputados llegaba a 562, entre ellos 6 mujeres. [pag. 203] ”
Se hace un llamado a cada fábrica a elegir delegados, uno por cada 500 obreros. Esto no era cumplido al pie de la letra. Si se tratara de una fábrica grande, veinte mil obreros, digamos, se elegía un delegado por cada 500 obreros. Si se tratara de una fábrica de dos o trescientos obreros, valía elegir un delegado. Sigue Trotsky:
“Representaban a 147 fábricas, 34 talleres y 16 sindicatos. La mayor parte de los diputados –351– pertenecían a la industria del metal. Desempeñaron un papel decisivo en el soviet, la industria textil envió 57 diputados, la del papel e imprenta 32, los empleados de comercio tenían 12 y los contables y farmacéuticos 7. Se eligió un comité ejecutivo el 17 de octubre, compuesto por 31 miembros: 22 diputados y 9 representantes de los partidos (6 para las dos fracciones de la socialdemocracia y 3 para los socialistas revolucionarios)”.
“…El soviet organizaba a las masas obreras, dirigía huelgas y manifestaciones, armaba a los obreros y protegía a la población contra los pogromos”. [pag. 203] [el zarismo estaba en plena campaña de provocar pogromos]
“Si los proletarios, por su parte, y la prensa reaccionaria por la suya dieron al soviet el título de ‘gobierno proletario’ fue porque, de hecho, esta organización no era otra cosa que el embrión de un gobierno revolucionario. El soviet detentaba el poder en la medida en que la potencia revolucionaria de los barrios obreros se lo garantizaba; luchaba directamente por la con-quista del poder, en la medida en que éste permanecía aún en manos de una monarquía militar y policíaca”. [pag. 203]
Algo tenía que pasar. ¿Cómo podrían las fuerzas zaristas tolerar al soviet? El 17 de octubre, el zar publica su infame Manifiesto. La nobleza lo considera una postración a la huelga general, aunque engañoso.
Dos días antes, Trepov, el viceministro del interior del zar, encargado de reprimir a las masas, recomienda ametrallar a los huelguistas sin hacer ninguna concesión. Cambia de opinión al día siguiente. No obstante el 15 de octubre hace la infame declaración, que todos recordarían: “No usen balas en blanco, no escatimen las balas”.
La costumbre cuando la policía, el ejército o los cosacos encaraban a huelguistas o manifestantes, era atacarlos a latigazos. A veces los atacaban con sables, y mataban a unos cuentos, seguido por disparos en blanco, para asustar a los manifestantes. Si éstos no se asustaban, entonces recurrían a balas de verdad y les disparaban. Trepov recomienda dejar a lado las balas en blanco.
En momentos en que el zar imprimía su Manifiesto, el soviet de San Petrogrado publicaba su propio periódico Izvestia. Algunas observaciones de cómo se imprimía: era un periódico ilegal; ¿qué hacer? Sin una imprenta propia, que la policía del zar hubiese ocupado inmediatamente, el soviet organiza un pelotón de obreros armados que se apoderan por algunas horas de alguna imprenta de diarios, burgueses o zaristas, “para imprimir nuestro periódico”. Muchos de los cajistas hubieran cooperado con gusto, pero decían: “al menos apunten sus escopetas para que podamos decir que fuimos obligados a hacer esto”. Así se imprimía Izvestia. Días después repetían la operación.
El zar también tenía problemas imprimiendo cosas. Todas las impresoras estaban en huelga. Los huelguistas se rehusaron a imprimir el Manifiesto del zar —el gran zar, el rey de todo. De todos modos el Manifiesto se imprimió. El ejército fue encargado de esa tarea e imprimió el documento con rapidez.
El documento del zar prometía algunos cambios, quizás una evolución hacia derechos electorales y una Duma, una legislatura con poderes limitados. Las reacciones fuero mixtas. Algunos obreros repudiaron al Manifiesto; imprimieron un afiche del Manifiesto con la mano sangrienta de Trepov. Los estudiantes de la Universidad de San Petersburgo iniciaron una huelga al día siguiente.
La burguesía liberal manifestó su júbilo. Para ellos, estaba cerca la creación de un parlamento democrático burgués.
El Soviet de San Petersburgo pensaba diferente:
“De manera que se nos da una constitución. Nos es concedida la libertad de reunión, pero las reuniones son acosadas por la tropa. Se nos ha dado la libertad de palabra y no ha sido tocada la censura. Se nos ha dado la libertad de la ciencia, pero las universidades están ocupadas por los soldados. Se nos ha dado la inviolabilidad de la persona, pero las prisiones están atestadas. Se nos ha dado a Witte, pero se ha dejado a Trepov. Se nos ha dado una constitución, pero la autocracia permanece. Se nos ha dado todo, y no tenemos nada” [1905, pag. 104]
Bajo esas condiciones, algo tenía que pasar. El gobierno del zar preparaba sus fuerzas para una enorme represión.
Un día después de la publicación del Manifiesto del zar, se lanzan pogromos. El más horripilante fue el de Odesa, puerto del Mar Negro. Entre el 18 y el 20 de octubre hordas centenegristas invadieron barrios judíos; asesinando, golpeando, torturando la gente. Saquearon hogares y tiendas. Hubo cuatrocientos muertos. Unos cincuenta mil tuvieron que huir de sus casas. Los obreros organizaron escuadrones de defensa que, aunque limitaron, no pudieron prevenir los asesinatos. Esta imagen muestra una de las escuadras de defensa, con algunos de sus camaradas muertos en defensa de los barrios en que vivían.
Las cosas se salían de las manos. La huelga de Moscú acaba el 19 de octubre. El Soviet de San Petersburgo decide terminar la huelga el 21 de octubre.
Sin embargo el Soviet de San Petersburgo continúa su trabajo. Complementando su popular periódico Izvestia, aparece uno nuevo el 13 de noviembre, Nachalo (El comienzo). Su cabecera proclama con orgullo que era un periódico del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso. Uno de sus autores principales, virtualmente su editor, era León Trotsky, quien había regresado a San Petersburgo de Finlandia el 14 de octubre, el segundo día del Soviet. Otros de sus corresponsales eran Parvus, Martov, Dan, y otros autores, casi todos mencheviques. Sólo salieron 14 ediciones de este diario. Su publicación cesa con la detención del Soviet el 3 de diciembre.
Aclaro que cuando Trotsky había llegado desde Finlandia, había llegado a Kiev del extranjero en febrero cuando se desarrollaba el proceso revolucionario, de donde se trasladó a San Petersburgo. El primero de mayo, Natalia, esposa de Trotsky, es arrestada; Trotsky tiene que escapar a un lejano pueblo finlandés. Allí desarrolló los fundamentos de su Teoría de la Revolución Permanente. El Soviet de San Petersburgo nace el 13 de octubre. Trotsky llega al día siguiente.
Una de las decisiones del Soviet fue importantísima: exigió que en todas las fábricas los trabajadores impusieran la jornada de ocho horas. Nadie les dio ese derecho. Cumplidas las ocho horas, los trabajadores simplemente bajaban sus brazos y se iban. La patronal, los capataces y los dueños amenazaron con un lock out general. Por el momento, tuvieron que retroceder los obreros. Dice Trotsky:
“Cuando tropezó con la resistencia organizada del capital, detrás de la cual se alzaba el poder del Estado, la masa obrera volvió a la idea del golpe de Estado revolucionario, de la inevitable insurrección, del armamento indispensable”. [1905, pag. 154] ¿Cuál sería el paso siguiente?
Concluyendo la discusión de 1905, voy a discutir el levantamiento armado de diciembre en Moscú.
El 4 de diciembre, el Soviet de Moscú aprueba el “manifiesto financiero” escrito por Parvus. Éste rechazaba los sistemas bancarios e impositivos del zar. El 6 de diciembre, bajo la influencia directa de tensiones en la base militar de Moscú, el Soviet, que en ese momento representaba a cien mil obreros en Moscú, y los partidos revolucionarios deciden, llamar a una huelga general al día siguiente, 7 se diciembre, y hacer lo posible para que la huelga se transformara en insurrección armada. La declaración del Izvestiia de Moscú dice:
“El Soviet de Delegados Obreros de Moscú, el Comité y Grupo del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso, y el Comité del Partido Revolucionario Socialista, DECRETAN: una huelga general política en Moscú para el miércoles 7 de diciembre al mediodía que intentan transformar en una insurrección armada”.
Moscú fue la primera ciudad en huelga (el 7 de diciembre). El siguiente día, se unen San Petersburgo, Minsk, y Taganrog, seguidas por Tiflis, el 10; Vilna, el 11; Cracovia, Kiev y Nizhniy Nóvgorod, el 12; Odesa y Riga, el 13; Łódź , el 14 y Varsovia, el 15, entre otras ciudades más. Treinta y tres ciudades participaron en la huelga, comparado con 39 en octubre.
La movilización de diciembre se centraba en Moscú. El primer día cien mil participan en la huelga, ciento cincuenta mil al día siguiente. La huelga de Moscú se hace general y se esparce a fábricas en los suburbios de Moscú. Ocurren grandes concentraciones en todas partes. En poco tiempo se construyen barricadas y comienza la batalla.
El propósito de la barricada en estas imágenes no es proteger a los obreros armados, sino frenar el progreso de las tropas zaristas por la ciudad. Una minoría de las barricadas sí eran ocupadas por los insurreccionistas, obreros.
¿Cómo fue la batalla? Desde el punto de vista de los obreros fue como guerra de guerrillas. Trotsky da un ejemplo de cómo se luchaba:
“Un grupo de trece obreros armados, emboscados en un edificio, resistió durante cuatro horas a quinientos o seiscientos soldados que disponían de tres cañones y dos ametralladoras. Después de haber terminado sus cartuchos e infligido serias pérdidas al ejército, los francotiradores se alejaron sin un herido. Pero los soldados destruyeron a cañonazos varias manzanas de casas, quemaron otras y asesinaron buen número de personas inofensivas y aterradas, todo para dominar a una docena de revolucionarios”. [1905, pag. 196]
Esa era la manera de combatir de los trabajadores, organizados en grupos de dos, tres o cuatro, disparando desde patios, desde las azoteas; moviéndose rápido y sin permanecer en un mismo lugar por mucho rato.
Dubasov, encargado de suprimir la insurrección, informó en San Petersburgo que sólo se podría contar con cinco mil, de los quince mil en la base de Moscú. No era confiable el resto. Directamente le dijo as zar que él no podría garantizar que la autocracia “saldría intacta” si el zar no enviaba más tropas. De inmediato se da la orden de enviar al regimiento élite Semyonovsky a Moscú. En verdad, casi no llega. Los ferrocarrileros intentan sabotear las vías en algunos lugares, pero el ejército se los impide y las tropas llegan a su destino.
El 16 de diciembre el Soviet y los partidos deciden suspender la huelga el 19 de diciembre.
En total, murieron mil en el levantamiento de Moscú, con el mismo número de heridos. Varios cientos de soldados también murieron.
En la batalla del distrito Presnya, los trabajadores encararon incesantes bombardeos entre las seis de la mañana y las cuatro de la tarde, siete proyectiles por minuto. Nos podemos imaginar el daño que ese bombardeo causa en una zona urbana repleta de civiles y con algunos obreros armados. El distrito es totalmente destruido, incluyendo algunas fábricas.
Aunque el levantamiento de Moscú fue el más grande, hubo luchas armadas en otras ciudades. También surgen soviets en muchas otras ciudades —Odesa, Novorosíisk, Kostromá, etcétera.
La enorme escala de la Revolución de 1905 se ve en este mapa. Todos los puntos negros representan ciudades en que hubo levantamientos o huelgas generales. Los ferrocarriles estuvieron muy involucrados también.
Entre 1905 y 1907 ocurre un periodo de enorme y carnicera represión de parte del zar. Éste envía expediciones de castigo, particularmente contra los ferrocarriles. En verdad los ferrocarrileros habían jugado un papel muy importante en la revolución. Los soldados llegan a estaciones de tren y comienzan a disparar contra todos —mujeres, niños, ferrocarrileros, quienquiera estuviera allí. Algunos son ahorcados, para aterrar a la gente.
Trotsky escribe:
“En las provincias bálticas, donde la insurrección estalló quince días antes que en Moscú, … Muchos letones, obreros y campesinos, fueron fusilados, ahorcados o apaleados hasta la muerte, ejecutados al son del himno de los zares. En dos meses hubo en las provincias bálticas, según informes no muy completos, 749 ejecuciones, más de cien granjas quemadas o destruidas e innumerables víctimas azotadas”.
“Desde el 9 de enero de 1905 hasta la convocatoria de la primera Duma de Estado, que tuvo lugar el 27 de abril de 1906, el gobierno del zar hizo exterminar —según cálculos aproximados, pero ajustados a la realidad— a más de 14.000 personas; ejecutó a más de 1.000; hubo unos 20.000 heridos (muchos de los cuales murieron); y 70.000 personas fueron detenidas, deportadas o encarceladas. El precio no les parecía muy alto, pues lo que se jugaba era nada menos que la existencia misma del zarismo”. [1905, pag. 202]
No todos fueron ejecutados. En esta imagen vemos a dirigentes del Soviet de San Petersburgo; Trotsky está en la segunda fila. Fueron arrestados, puestos en el banquillo en 1906 y “solamente” condenados al exilio en partes lejanas de Siberia. No fueron ahorcados.
El régimen de zar, golpeado, organiza sus fuerzas para consolidar su sistema. La nobleza considera que la insurrección había sido aplastada. Llega el momento de tomar el mando, de la verdad.
En los espacios de tiempo, antes y después de la Revolución de1905, hubo una tormenta de debates dentro de la socialdemocracia sobre el fundamento de la revolución. Surgieron tres importantes variantes de cómo ocurriría la revolución, las de Plejánov, Lenin y Trotsky.
El primero opinaba que ocurriría una revolución burguesa, en que un proletariado, hegemónico (con papel principal) estaría aliado a la burguesía liberal. El objetivo sería una democracia parlamentaria, con el voto directo, universal, ecuánime, y secreto. Antes de que la revolución socialista comenzara en Rusia, tomaría lugar en Europa.
Plejánov sí dijo en 1905, reaccionando a los acontecimientos que habían ocurrido, particularmente la insurrección armada de Moscú: “Los trabajadores no deberían haber tomado las armas”. Con esa declaración perdió legitimidad en la opinión de muchos obreros y miembros de la socialdemocracia.
Lenin adopta una segunda perspectiva. Estaba de acuerdo en que la revolución burguesa necesitaba completarse. A diferencia de Plejánov, Lenin reclama una “dictadura democrática del proletariado y los campesino”; rechaza la alianza con la burguesía liberal; y propone una solución radical al problema agrario aliándose los obreros con los campesinos más pobres, en particular. Pensaba que la revolución socialista europea auxiliaría a la revolución rusa; “nos enseñarán como hacerlo”, dijo.
La posición de Trotsky rechaza una alianza del proletariado con la burguesía liberal y detenerse en la revolución burguesa. Reclama la dictadura del proletariado con el apoyo de los campesinos. Sería una revolución sin interrupción, permanente, desde el principio imponiendo medidas socialistas. La revolución socialista rusa sería la chispa de revoluciones socialistas en Europa Occidental. Esa perspectiva no era la aceptada.
En enero 1922, Trotsky desarrolla su perspectiva de revolución permanente:
“Fue precisamente en ese intervalo entre el 9 de enero y la huelga de octubre de 1905, donde el autor llegó a concebir el desarrollo revolucionario de Rusia bajo la perspectiva demarcada en la teoría llamada “revolución permanente”.
“Esta designación, ciertamente algo abstrusa, quería expresar que la Revolución Rusa, obligada en primer término a considerar en su porvenir más inmediato determinados fines burgueses, no podría sin embargo detenerse ahí. La revolución no resolvería los problemas burgueses que se presentaban ante ella en primer plano más que llevando el proletariado al poder. Y una vez que éste se hubiera apoderado del poder, no podría limitarse el marco burgués de la revolución. Bien al contrario, y precisamente para asegurar su victoria definitiva, la vanguardia proletaria debería, desde los primeros días de su dominación, penetrar profundamente en los dominios prohibidos de la propiedad, tanto burguesa como feudal. En estas condiciones, era inevitable el encuentro con manifestaciones hostiles por parte de los grupos burgueses que la sostuvieran en el comienzo de su lucha revolucionaria, y por parte asimismo de las masas campesinas cuya cooperación la habría empujado hacia el poder”. [1905, pags 4 y 5]
[¿Cómo solucionar esta contradicción?]
“Los intereses contradictorios que dominaban la situación de un gobierno obrero, en un país atrasado en que la inmensa mayoría de la población se componía de campesinos, no podían conducir a una solución sino en el plano internacional, sobre el fondo de una revolución proletaria mundial”. [1905, pag 5]
Por lo tanto, es imposible resolver esa contradicción sólo en el contexto ruso.
Rosa Luxemburgo, quien participa en la Revolución de 1905 brevemente antes de ser arrestada en Varsovia, escribe un importante análisis en 1906 sobre los acontecimientos rusos. Exige un debate dentro del Partido Socialdemócrata Alemán sobre la influencia de la huelga de masas; los sindicatos rechazan ese debate; una veda es impuesta prohibiendo discutir esa cuestión. En el Congreso de Londres de 1907, del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso, Luxemburgo apoya el análisis de Trotsky.
Los acontecimientos de 1905 ocurrieron en una enorme escala. Muchos consideraron la Revolución de 1905 una victoria parcial y una derrota parcial al mismo tiempo. El zarismo siguió reinando pero agonizaba. A principio del siglo XX, la clase obrera se había convertido en la fuerza revolucionaria más poderosa de la historia. Habían nacido nuevos partidos, nuevos proyectos, y nuevas formas de organización. La socialdemocracia rusa demostraba en acción su capacidad de organizar y dirigir la clase obrera. Era necesario estudiar la huelga de masas y su relación con la lucha armada y la conquista del poder.
Mundialmente, los acontecimientos tuvieron un impacto particularmente poderoso sobre los movimientos revolucionarios de tres países: China, Turquía y Persia (actualmente Irán). En Estados Unidos nace la IWW ( Industrial Workers of the World ) en 1905; en Francia el sindicalismo recibe un tremendo ímpetus.
Las lecciones que aprendió la clase obrera rusa en 1905 bien le sirvieron cuando se preparaba para Octubre.
En su autobiografía, 25 años después, Trotsky resume la Revolución de 1905:
“El triunfo a medias de la huelga de Octubre tuvo para mí, aparte de su importancia política, una significación teórica inmensa. No había sido el movimiento de oposición de la burguesía liberal, ni el levantamiento elemental de los campesinos, ni los actos de terrorismo de los intelectuales, sino la huelga obrera, la que, por vez primera en la historia, había conseguido que el zarismo hincase la rodilla. Después de aquello, ya no podía dudarse, pues era un hecho indiscutible, de la hegemonía revolucionaria del proletariado. Yo veía claro que la teoría de la revolución permanente había resistido a la primera prueba. La revolución abría, nítidamente, ante el proletario las perspectivas de la conquista del Poder. Los años de reacción que pronto sobrevinieron no lograron desalojarme de esta posición conquistada. Mas de los hechos rusos podían sacarse también, y yo las saqué, conclusiones de interés para los países occidentales. Si en un país como Rusia el proletariado, en plena juventud, tenía tal poder, ¿cuál no sería su fuerza revolucionaria en las naciones de mayor progreso?” [Mi vida, capítulo 15]
Bibliografía
Las referencias al 1905 de Trotsky son de la página de Web CEIP (Centro de Estudios, Investigaciones y Publicaciones sobre León Trotsky)
Las referencias a Mi Vida de León Trotsky son de la página de Web marxists.org/espanol/trotsky/1930w/mivida/15.htm.
[1] Kautsky, “The Slavs and Revolution,” in: Witnesses to Permanent Revolution, ed. by Richard B. Day and Daniel Gaido, Brill, 2009, p. 64. [nuestra traducción]
[2] Theodore Dan, The Origins of Bolshevism, edited and translated by Joel Carmichael, Schocken Books, 1970, pp. 299-300. [nuestra traducción]
[3] “An Anti-War Leaflet,” in: The Russian Revolution of 1905 : Change Through Struggle, Revolutionary History, Volume 9, No. 1, pp. 85-87. [nuestra traducción]