The Socialist Equality Party is publishing today the Spanish translation of the statement issued by SEP presidential candidate Jerry White announcing the party’s campaign in the 2012 US elections. The statement summarizes the political basis of the party’s decision to run Jerry White and Phyllis Scherrer for president and vice president.
With more than 45 million Spanish-speaking people in the United States, it is vital for a movement representing the working class to publish material in their language. This is particularly true under conditions where the main bourgeois parties are either openly appealing to anti-immigrant and anti-Hispanic prejudice (the Republicans), or preside over a government that has arrested and deported record numbers of undocumented workers (the Democrats).
This statement is only the first of many documents and statements that the SEP will publish in Spanish, as part of its struggle to unite all sections of the American working class, against racism and bigotry, and to unite American workers with working people throughout the world.
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¡Votar por el Partido Socialista por la Igualdad!
Declaración de Jerry White, candidato para la presidencia de Estados Unidos
Para los comicios del 2012, el Partido Socialista por la Igualdad (PSI) de los Estados Unidos postulará a Jerry White y a Phyllis Scherrer como candidatos para la presidencia y vice presidencia, respectivamente. White, de 52 años de edad, es escritor para el World Socialist Web Site y fue candidato presidencial del PSI en el 2008. La Sra. Scherrer, de 48 años de edad, es maestra de escuela en la zona de la ciudad de Pittsburgh, estado de Pennsylvania. La declaración de White que reproducimos forma las bases de la campaña del PSI. Visite SEP election site y participe en la campaña.
Me siento orgulloso de ser el candidato del Partido Socialista por la Igualdad para la presidencia. Junto con mi compañera, Phyllis Scherrer, candidata a la vice presidencia, dedicaré mi campaña, en este año electoral tan importante, a la defensa de los intereses de la clase trabajadora basándome en un programa socialista.
En los Estados Unidos y a nivel mundial, el pueblo trabajador se enfrenta a la peor crisis económica, social y política desde los días más sombríos desde la Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial durante las décadas de los 1930 y 1949.
El último colapso del sistema capitalista fue horrible. Causó un sufrimiento enorme, una pérdida de vidas y la destrucción a niveles catastróficos. El desempleo de las masas, la pobreza y el fascismo llevaron a la humanidad al borde de la ruina completa. Cuando la crisis llegó a su fin, la clase gobernante—atemorizada por el espectro de la militancia de los trabajadores y las luchas revolucionarias a través de todo el mundo—afirmaron que habían escarmentado, que el capitalismo sería reformado, y que la pesadilla del pasado nunca se repetiría.
Pero el sistema capitalista otra vez se encuentra en una crisis desesperada. En los Estados Unidos, millones se encuentran desempleados y han perdido sus hogares. A decenas de millones se les reduce el sueldo y se les elimina acceso a los servicios sociales más elementales. A la juventud se la priva del derecho a una buena educación a la vez que se cierran las escuelas y los maestros son despedidos. Y los que logran asistir a la universidad asumen deudas enormes y se dan, después de graduarse, con la sorpresa que no pueden conseguir empleo. Millones de trabajadores de edad avanzada han perdido sus pensiones y sido forzados a trabajar hasta los 70 y 80 años de edad porque sus ahorros han sido decimados. Miles de negocios pequeños y de tamaño mediano han sido forzados a cerrar sus puertas porque los grandes bancos se niegan a prestarles dinero.
Detrás de las cortinas de la crisis económica, la clase gobernante en los Estados Unidos, codiciosa por obtener mayores ganancias y mayor poder, usa su poderío militar cada vez de manera más temeraria. Después de toda una década de guerra tras guerra, ahora llega al borde de una guerra mundial catastrófica.
Hay que ponerle paro a este descenso desastroso.
El programa del Partido Socialista por la Igualdad le ofrece a la clase trabajadora el camino hacia delante. Phyllis Scherrer y yo basamos nuestra campaña en varios principios fundamentales.
En primer lugar, insistimos en que el futuro sólo puede salvarse con la unidad internacional de la clase trabajadora. Los intereses de la clase trabajadora no pueden defenderse si se basan en un programa nacional. Las empresas multinacionales en todos los países, las cuales buscan mayores beneficios por cielo y tierra en todo el mundo, oprimen al pueblo trabajador. Los conglomerados financieros e industriales exigen que se reduzcan los salarios y se eliminan los servicios sociales esenciales para un buen nivel de vida. En Europa, los bancos internacionales ahora transforman a Grecia en un país del tercer mundo; han reducido sus niveles de vida hasta el 50 por ciento.
No importa cuáles sean sus nacionalidades, grupos étnicos, religión o idiomas, los trabajadores y la juventud de todo el mundo tienen los mismos intereses. Por lo tanto, la clase trabajadora necesita una estrategia internacional. Los trabajadores del Oriente Medio, Europa, África, Asia y América Latina son aliados de los trabajadores estadounidenses en la lucha mundial contra el capitalismo.
Segundo, luchamos por la igualdad social, la cual forma las bases fundamentales del socialismo y una sociedad más humanitaria. Luego de estancarse durante casi cuatro décadas, las normas de vida de la clase trabajadora han caído en picada desde el “crash” de Wall Street en el 2008. Pero para un pequeño sector de la sociedad—el 5% más rico—la riqueza ha subido hasta las nubes. En la sociedad de masas, que exige la distribución racional de los recursos económicos para asegurar un buen nivel de vida a millones de millones de personas, no existe ninguna justificación para derrochar cientos de millones de dólares anualmente para pagar los salarios y las ventajas adicionales de los súper ricos.
El PSI insiste en que los buenos empleos con salarios adecuados, la educación de buena calidad, la vivienda asequible, el seguro médico universal, la jubilación digna y el acceso a la cultura no son privilegios, sino derechos sociales inalienables: la versión moderna de “vida, libertad y la búsqueda de la felicidad”. Los trabajadores no tienen que suplicar por estos derechos; tienen que luchar por ellos.
El capitalismo ha mostrado que no puede garantizar las necesidades más básicas que la vida moderna exige. Ha fracasado por completo y tiene que ser reemplazado por un sistema económico más avanzado: el socialismo. Las necesidades de la clase trabajadora tienen mayor prioridad que las ganancias empresariales.
Tercero, el PSI se opone al militarismo imperialista y a los ataques contra los derechos democráticos, ambos bajo la dirección del gobierno de Obama. Luego de las guerras en Afganistán, Irak y Libia, la Casa Blanca ahora toca los tambores de guerra para lanzar intervenciones militares contra Siria e Irán, lo que a su vez presenta la posibilidad de guerra contra Rusia y China. Los bancos y las empresas no dejarán de levantar la última piedra con tal de expandir sus poderes y sus ganancias. Bajo el falso pretexto de lanzar la “guerra contra el terrorismo”, el imperialismo ha aterrado al mundo aún más. En nuestro país mismo, protecciones constitucionales fundamentales, tales como el derecho a habeas corpus, han sido pisoteadas.
Cuarto, el PSI se opone a que la clase trabajadora se subordine a los Demócratas y Republicanos, los cuales funcionan como instrumentos comprados y pagados por las grandes empresas. Abogar por los Demócratas como si constituyeran un “partido del pueblo” es un gran engaño. A pesar de la sarta de insultos que los dos partidos se lanzan mutuamente, las diferencias entre los dos son insignificantes.
En el 2008, millones votaron por Obama con las esperanzas de ponerle fin a la política pro empresarial y militarista de los Republicanos. Pero el Presidente Obama no sólo ha continuado esa política derechista, sino que la ha expandido al rescatar a los bancos y atacar a los trabajadores automotrices y a los maestros de escuela, así como también a otros sectores de la clase trabajadora. En este proceso, se ha unido a los Republicanos para reducir los programas sociales y declarando que tiene “derecho” a lanzar guerras dondequiera son amenazados los intereses de Estados Unidos en el mundo. Los años de la presidencia de Obama dejan bien claro el hecho no puede haber ningún cambio a través del sistema de dos partidos controlados por los intereses empresariales.
La campaña electoral del PSI le dará voz a todos los que este sistema político ignora. No será una campaña convencional, pues su objetivo es unir las luchas de la clase trabajadora y organizarlas políticamente para llevar a cabo la transformación revolucionaria de la sociedad. La propiedad privada de los bancos, las industrias principales y los recursos más importantes han de convertirse en propiedad pública. La anarquía del mercado tiene que reemplazarse con la planificación económica racional para satisfacer las necesidades del pueblo bajo su propio control democrático.
Hay muchos que dicen que este plan no es realista. Pero ¿qué puede ser menos realista que sostener un sistema que perpetúa la riqueza de los pocos a costa de los demás?¿Es más realista decirle a los trabajadores que acepten la reducción de sus salarios en un 50 por ciento para quedarse con sus empleos, o decirle a los ancianos que se las arreglen por sí solos sin seguro médico, o decirle a los jóvenes que dejen de prescindir de la educación?
El sistema capitalista se basa en la desigualdad. Le da prioridad a las ganancias y a la riqueza privada por encima de todos los intereses sociales.
El principio sobre el cual este país se fundó es que “Todos los hombres son creados iguales”. Se reanudó en la Guerra Civil de hace 150 años; guerra cuya promesa fue un “gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo que no perecerá de la faz de la tierra”. Pero, ¿qué tenemos hoy día? Una plutocracia de multimillonarios y billionarios controlada por la empresarial: ¡un gobierno de los ricos, por los ricos y para los ricos!
Los trabajadores por todo el país comienzan a darse cuenta que es necesario hacer un cambio fundamental. Están despertando y comenzando a darse cuenta que los viejos partidos políticos y los sindicatos obreros no tienen nada que ofrecerles. Por mucho tiempo los políticos capitalistas y la prensa controlada por los intereses empresariales les han metido en la cabeza a los trabajadores que deben tenerle miedo al socialismo. Pero si llegan a comprender lo que el socialismo verdaderamente significa, se darán cuenta que es la única manera de luchar por el futuro.
Hay que establecer un nuevo movimiento socialista de la clase trabajadora. Si usted está de acuerdo con nuestro programa, le instamos que no sólo apoye nuestra campaña, sino que participe en ella. Esta campaña es lucha suya. Establezca en su lugar de trabajo, en su vecindario o en su escuela un comité del PSI para las elecciones del 2012 y así promover nuestro material electoral y engendrar apoyo para nuestra campaña. Contribuya dinero a nuestro Fondo Electoral.
Durante las semanas y los meses venideros, Phyllis Scherrer y yo trataremos de que nuestros nombres se incluyan en las listas electorales en tantos estados como sea posible. Pero en muchos estados, debido a leyes anti democráticas que efectivamente le niegan el derecho a participar en las elecciones a los que no tienen acceso a decenas de millones de dólares, organizaremos una campaña para que los votantes escriban nuestros nombres en las papeletas. Ayude en su propio estado a colocarnos en las listas o lleve a cabo la campaña más eficaz posible para que los votantes escriban nuestros nombres el día de las elecciones.
El 2011 presenció el surgimiento de poderosos movimientos sociales desde Egipto al estado de Wisconsin, inclusive manifestaciones por todo el mundo en contra de Wall Street. Esto fue sólo el comienzo. A través de toda su campaña, el PSI luchará para unificar las luchas sociales de la clase trabajadora en los Estados Unidos y a nivel internacional y ofrecer un programa político que abogue por la igualdad, la paz y el socialismo.