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La campaña del Partido Socialista por la Igualdad en el 2004:

Hacer preparaciones para las luchas venideras

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Las elecciones del 2004 han concluído. El gobierno de Bush ha ganado un segundo plazo durante el cual planea intensificar sus agresiones militares por todo el mundo y en contra de las condiciones sociales y derechos democráticos del pueblo trabajador.

El Partido Demócrata ha sufrido una derrota humillante. No sólo perdió la presidencia; también perdió en el Senado y la Cámara de Diputados [del Congreso nacional].

El partido ha sido desacreditado ante decenas de millones de personas que se ilusionaban con que éste podría ser el mejor conductor para hacer retroceder la política reaccionaria del gobierno. Pero las elecciones comprobaron que este partido, que supuestamente es la oposición, fue incapaz de hacerle frente serio a esta política.

Por otra parte, el Partido Socialista por la Igualdad obtuvo una importante victoria. Cuando lanzamos nuestra campaña, le presentamos al público nuestras perspectivas, las cuales han sido totalmente reinvidicadas. Desde un principio declaramos que la lucha contra la guerra y la reacción podía avanzar sólo si sucede una escisión absoluta con el sistema basado en dos partidos capitalistas y se construía un partido independiente de la clase obrera en oposición al sistema de ganancia privada.

Aunque la cantidad de votos que nuestros candidatos recibieron fue pequeña, el contenido político de nuestra campaña presentó un contraste enorme a las mentiras y a la demagogia de los dos partidos de las grandes empresas. Ese contenido sirvió para darle mayor calidad al debate político y educar a una capa muy significante de la clase trabajadora, de los estudiantes y de la juventud acerca de la índole de la crisis sociopolítica y del programa socialista internacionalista necedsario para hacerle frente.

Bush, el Vicepresidente Cheney y otros integrantes del gobierno han declarado que los resultados electorales constituyen un mandato popular para la continuación de su política militarista y pro guerra y el comienzo de un programa en el interior del país que desmantelará todas las reformas sociales y restricciones establecidas durante el transcurso del Siglo XX para frenar el poder de las empresas.

En primer lugar, han propuesto una reforma al código de las rentas internas: drásticas reducciones, para no decir la eliminación, de todos los impuestos sobre la riqueza acumulada, además de cobrar impuestos aún mayores a los ingresos de los trabajadores. Bajo el lema de "una sociedad de propietarios", ahora abogan por la privatización del programa de Seguro Social, lo que subordinaría los beneficios limitados de las personas jubiladas a las ganancias lucrativas de Wall Street. La reforma del Seguro Social ha de establecer el precedente para la destrucción de lo que todavía queda de los programas sociales, tales como Medicare [Seguro médico para ancianos].

En su discurso triunfalista del miércoles, Cheney declaró que Bush había conducido su campaña a base de un "franco y bien definido programa para guardar el futuro de la nación. La nación respondió y le dio un mandato".

Mentira! La campaña Republicana trató lo más posible de terrorizar al pueblo estadounidense recurriendo a la supuesta omnipresencia de la amenaza terrosita. Fue una práctica basada en el cinismo que se valió de la religión y del atraso social con referencias continuas al matrimonio entre homosexuales, el aborto, y la investigación científica basada en las células trocales

A este voto tan confuso a favor de Bush—basado en semejante política—no se le puede llamar mandato. El margen de victoria de los Republicanos en las urnas electorales fue relativamente pequeño. No fue lo suficiente para hacer desaparecer la peste que todavía queda de las elecciones del 2000. Este gobierno fue, y todavía es, un gobierno criminal basado en la mentira.

Al conceder las elecciones a Bush el miércoles, John Kerry, candidato del Partido Demócrata, llamó a un "esfuerzo común". Aludió a la necesidad de la "unidad nacional" y se comprometió a "a la disminución de la gran división partidaria" que existe. Y hasta llegó a sugerir, de la manera más desingenua, que durante su segundo plazo Bush podría ser capaz de mostrarse "compasivo".

Kerry no es vocero de los grandes sectores de la población cuya oposición a la guerra en Irak es profunda, y que igualmente se oponen a las agresiones contra las libertades civiles, y al enorme traslado de la riqueza, que ha ido de las manos del pueblo trabajador a la clase gobernante que domina la economía; es decir, las piedras angulares de los primeros cuatro años del gobierno de Bush. Al contrario; a llamado a la clase política gobernante a que cierre sus filas con tal de que pueda llevar a cabo esta política de manera más efectiva.

Los Demócratas han rehusado exigir que haya un cuento completo del voto en el estado de Ohio. Tampoco han querido investigar informes acerca de votos sin contar o de fraude electoral en varios de los otros estados. Es el acto final de una campaña cobarde que terminó en el fracaso. Sólo se puede imaginar la reacción de los Republicanos si lo contrario habría sucedido; es decir, si Bush habría perdido el voto en Ohio por un mero 2 por ciento. Como en la Florida en el 2000, habrían movilizado a batallones de abogados, a jueces de la Corte Suprema y a chusmas derechistas para apoderarse, con métodos sucios y limpios, de los votos electorales del estado.

Pero hay algo mucho más fundamental. La manera en que los Demócratas se han dado por vencidos manifiesta las verdaderas bases sociales del partido, que no se arraigan en la población trabajadora sino en sectores de la clase gobernante y de las capas sociales más priviligeadas. No importa que las pugnas con los Republicanos acerca de las maniobras tácticas hayan sido tan amargas: los Demócratas defienden los intereses más básicos de la misma oligarquía.

Kerry puntualizó su llamado a la unidad al declarar que "Ahora, más que nunca, con nuestros soldados en peligro, tenemos que unirnos y lograr el éxito en Irak y ganar la guerra contra el terror". Y con esto dio la señal para que los Demócratas brinden su apoyo al baño de sangre que se acerca.

El gobierno ha falsamente declarado que las elecciones son un referendum cuyos resultados son un apoyo a la guerra criminal contra Irak. Apenas se han contado los votos y ya el Pentágono se está lanzando una ofensiva militar que acabará con las vidas de más iraquíes y de más soldados estadounidenses. El jueves tanques de guerra se unieron a barcos de guerra para bombardear y ametrallar a Fallujah con el fin de prepararse para un asalto por tierra contra la ciudad. El atque se suspendió hasta después de las elecciones para no causar daño a Bush en las urnas electorales.

El partido Socialista por la Igualdad hizo campaña durante las elecciones del 2004 para que se retiren inmediata e incondicionalmente a todas las tropas estadounidenses de Irak. Esta exigencia, apoyada por millones de ciudadanos estadounidenses, no encontró ninguna expresión en los partidos principales. Tenemos confianza que esta oposición a la guerra va a intensificarse en proporción a la expandiente agresión militar contra el pueblo iraquí.

A la vez que la prensa pinta al gobierno de Bush de haber sido refortalecido por las elecciones, el año venidero ha de presentarle al gobierno y al pueblo de Estados Unidos crisis inmensas.

Los tanques cuyo objetivo es arrasar a Fallujah no van a aplastar la resistencia popular a la ocupación estadounidense de Irak. Al contrario; la desenfrenada matanza de civiles provocará mayor resistencia y a la vez ocasionará una ira mayor entre las masas del Oriente Medio. Los burdos esfuerzos de Washington en inponer un régimen colonial inevitablemente terminarán en el ignominio.

Esta campaña militar es una atrocidad espeluznante. Ahora se calcula que casi 100,000 iraquíes, en su mayoría civiles, han sido muertos como resultado de la invasión y ocupación estadounidenses. Es obsceno que bajo estas condiciones el Partido Republicano haya llevado a cabo una campaña electoral basada en los "valores morales" y que el Partido Demócrata haya tratado de imitarlo. ¿Acaso es moral asesinar a mujeres y niños para apoderarse de un país y de su petróleo?

Las acciones militares en Irak se despliegan simultáneamente con indicios, cada vez más claros, que la economía del capitalismo va directamente al naufragio. Justamente el día después de las elecciones, el gobierno de Bush anunció que el estado estaba al borde de la bancarrota, y le exigió al Congreso nacional que extendiera los límites de la deuda total a $8.074 trillones para que Washington poder seguir recibiendo préstamos con los cuales cubrir los déficits que continúan expandiéndose enormemente. Estos déficits presupuestales, junto con el déficit del balance de pagos por cuenta corriente, y los precios petrolíferos que siguen aumentando, amenazan al dólar con una caída estrepitosa, lo cual desataría una crisis económica mundial.

Tenemos confianza que la labor política de nuestra campaña electoral ha preparado al Partido Socialista por la Igualdad (PSI) para la explosión de enormes luchas políticas y sociales que se acercan. La campaña sirvió para arraigar a nuestro partido de manera ún más firme en la perspectiva del internacionalismo socialista. Al luchar por nuestro programa, no sólo fuimos defensores de los intereses de la clase obrera de Estados Unidos, sino de los de las masas trabajadoras y oprimidas en todos los rincones del mundo que sufren las consecuencias de la política militar y económica del imperialismo estadounidense. La lucha por la unidad internacional de la clase obrera la fue la piedra angular de nuestra campaña.

Durante las últimas semanas antes de las elecciones, yo tuve el privilegio de dirigirme a trabajadores, estudiantes y profesionales en Inglaterra y en Sri Lanka. Estas reuniones se celebraron para explicar la política del PSI n cuanto a la guerra en Irak y las elecciones del 2004. La perspectiva de formar un partido socialista independiente de las masas en Estados Unidos, como parte de un movimiento mundial contra el imperialismo, fue un polo de atracción muy poderoso en ambos países. El conocimiento que en el centro del imperialismo existe una enorme fuerza social—la clase obrera estadounidense—cuyos intereses son objetivamente contrarios a los que Bush, Kerry y la clase gobernante defienden tiene un significado revolucionario para los pueblos de todo el mundo.

 

El gran interés en nuestro partido, además del apoyo que se le ha dado a su lucha por una perspectiva internacionalista dentro de Estados Unidos, es un indicio de que todo desarrollo de la lucha de clases en Estados Unidos tendrá su reacción: la explosión de luchas enormes a nivel internacional.

Durante la campaña, nuestro partido atrajo a una capa muy significante de nuevos partidarios. Muchos participaron en la difícil lucha del PSI, o por lo menos le brindaron su ayuda, para que sus candidatos aparecieran en las papeletas de voto, desafiando así las leyes electorales anti democráticas y las sucias artimañas de las que se han valido los funcionarios de los Partidos Demócrata y Republicano. Esta lucha sirvió para educar a muchos acerca de la índole del sistema político actual y de la profunda erosión de los derechos democráticos, que se arraiga en el crecimiento de la polarización social en Estados Unidos.

Al Partido Socialista por la Igualdad no le impresionan los adelantos electorales del gobierno de Bush. Tenemos confianza en que las masas, impulsadas por las profundas contradicciones económicas, sociales y políticas que forman las bases de este gobierno, participarán en nuevas olas de luchas. Nos hemos aprovechado de las elecciones del 2004 para cimentar las bases políticas de un nuevo movimiento de las masas trabajadoras y luchar por el socialismo. Tras el voto del 2 de noviembre, continuaremos alentando nuestros esfuerzos y utilizando el World Socialist Web Site para difundir ampliamente nuestro programa y unificar las luchas de los trabajadores estadounidenses con las de los pueblos trabajadores de todo el mundo.

Nuestro partido no simplemente consagra sus esfuerzos a campañas electorales. Si bien las elecciones juegan un importante papel, el objetivo de nuestra participación ha sido la organización, la movilización y, sobretodo, la educación. Esta labor no dejará de continuar. Durante los meses venideros, continuaremos aprendiendo las lecciones que estas elecciones nos han ofrecido y seguiremos hacia adelante con el establecimiento del Partido Socialista por la Igualdad. Es nuestra intención adelantar la labor que empezamos con la campaña del 2004, y le rogamos a todos nuestros lectores que se integren a este esfuerzo. Les instamos que den un paso hacia adelante y que se unan al PSI para luchar por el socialismo.