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El saqueo de los museos de Irak

Estados Unidos emprende guerra contra la cultura y la historia

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El saqueo de los museos y de la Biblioteca Nacional de Irak, con la destrucción de una gran herencia cultural, es un crimen histórico del cual la Administración Bush es responsable.

Las autoridades del gobierno de los Estados Unidos fueron advertidas repetidamente en cuanto al posible daño de piezas irreemplazables a causa de las bombas y los cohetes teledirigidos norteamericanos o de la inestabilidad que vendría luego de la guerra y del derrocamiento del gobierno iraquí, pero ellas no hicieron nada para prevenirlo. Esta acción constituye una flagrante violación de la Convención de La Haya de 1954 que protege los tesoros artísticos en tiempo de guerra y que fuera adoptada en reacción al saqueo Nazi de la Europa ocupada durante la Segunda Guerra Mundial.

Por lo menos 80% de los 170.000 objetos almacenados en el Museo Nacional de Antigüedades en Bagdad fueron robados o destruidos durante el saqueo que siguió la ocupación militar de Bagdad. El Museo fue el único más grande almacén de materiales de las antiguas civilizaciones de la Mesopotamia, incluyendo a Sumeria, Akadia, Babilonia, Asiria y Caldea. También preservaba objetos de Persia, Antigua Grecia, el Imperio Romano y varias dinastías Árabes.

El Museo tenía las tablillas del Código de Hanmurabí, quizás el primer sistema de leyes del mundo y textos cuneiformes que son los ejemplos más antiguos de escritura-poemas épicos, tratados matemáticos y recuentos históricos. Una biblioteca completa de tablillas de arcilla que no han sido descifradas o investigadas, en parte por las sanciones y el bloqueo impuestos por los Estados Unidos que restringieron los viajes a Irak.

El Viejo Jarrón Uruk de Alabastro, de 5000 años de antigüedad, es las más temprana representación conocida de un ritual religioso. El rostro de piedra de una mujer, modelado 5.500 años atrás, es de los más antiguos ejemplares sobrevivientes de escultura representativa. El más viejo vaciado de cobre del mundo era el busto de un rey Akadio, de 2.300 A. d. C.

Otra pérdida significativa se ha dado por el incendio alrededor de la Biblioteca Nacional, la que contiene decenas de miles de viejos manuscritos y libros y periódicos desde el Imperio Otomano hasta el presente. Las salas de lectura de la Biblioteca y los estantes fueron reducidos a ruinas humeantes.

Irónicamente, la única esperanza que algunos tesoros arqueológicos hayan podido salvarse es si han sido sacados del museo antes de la guerra y llevados a una u otra de las residencias privadas de Saddam Hussein y su familia. Gran cantidad de artefactos de oro fueron depositados para salvaguardarlos en el Banco Central de Irak, pero también ese local fue saqueado e incendiado.

Las autoridades no hicieron caso de las advertencias

La declaración de los Estados Unidos afirmando haber sido tomado por sorpresa por el pillaje de las entidades de cultura en Bagdad, Mosul y otras ciudades, no tienen ninguna credibilidad. Tal tragedia no sólo fue posible predecirla, sino que, por el contrario, hubo una advertencia específica. Al fin de enero de este año, una delegación de intelectuales, directores de museos y coleccionistas visitaron el Pentágono y explicaron el significado del Museo Nacional de Irak y de otros locales de cultura.

Un participante de esta delegación dijo al Washington Post, “Les dijimos que el saqueo era el más grande peligro, y yo siento que ellos comprendieron que el Museo Nacional era el más importante sitio arqueológico en todo el país. Y lo mismo de otros sitios.”

El Instituto Arqueológico de los Estados Unidos llamó a “todos los gobiernos” a proteger los sitios culturales, y parece que el gobierno iraquí tomó este llamado más en serio que los gobiernos de EEUU. e Inglaterra. Después del saqueo en 1991, durante los levantamientos que siguieron a la primera Guerra del Golfo Pérsico, el gobierno iraquí aprobó una legislación restringiendo la exportación de piezas históricas.

Existe un gran interés tradicional en la historia y el patrimonio cultural de Irak. Tan pronto se estableciera su independencia nominal en 1920, el gobierno iraquí pidió que se estableciera un registro del Museo y de todas las excavaciones arqueológicas. Más recientemente, todo el material excavado tenía que ser presentado al Museo para catalogarlo, formando así una central de datos adecuada para la labor en todo el país. Cuando la invasión estadounidense de Bagdad se avizoraba, las autoridades del Museo Nacional realizaron todos los preparativos para salvaguardar sus invaluables colecciones, sacando algunas piezas a lugares secretos y poniendo los objetos principales en bóvedas especiales de seguridad bajo estratos de ladrillo y cemento que los protegieran de las bombas. Aquellos objetos considerados demasiado grandes para ser extraídos de las galerías fueron cuidadosamente empacados. Los saqueadores tomaron o destruyeron todo en las galerías, luego perforaron las bóvedas subterráneas y vaciaron el contenido. También destruyeron el catálogo y dañaron el sistema de computadoras del Museo.

El Pentágono no sólo sabía de la amenaza potencial a la herencia cultural de Irak, sino que el ejército estadounidense recibió llamadas directas para salvaguardar el Museo Nacional cuando empezó el saqueo. Un arqueólogo iraquí, Ra`ìd Abdul Ridhar Mohammed, declaró al New York Times que él fue directamente a una escuadra de marinos de guerra que estaba alrededor de un tanque Abrams en la Plaza del Museo, menos de un cuarto de milla del Museo, y les pidió que detuvieran el saqueo.

Los marinos fueron al Museo, ahuyentaron a la primera onda de saqueadores y se fueron después de 30 minutos. “Les pedí que llevaran su tanque al terreno del Museo”, Mohammed dijo al Times, “pero ellos me rechazaron y se fueron.” Continúa: “Alrededor de una media hora después, los saqueadores regresaron y amenazaron con matarme o decir a los estadounidenses que yo era un espía de Saddam Hussein para que los estadounidenses me mataran. Así que me atemorizé y me fui a la casa.”

El arqueólogo añadió: “La identidad de un país, su valor y su civilización residen en su historia. Si la civilización de un país ha sido saqueada, como la nuestra ahora aquí, su historia termina. Por favor, dígale esto al Presidente Bush. Por favor recuérdele que él prometió liberar al pueblo iraquí, pero que esto no es una liberación, esto es una humillación.”

La política de destrucción cultural

Existen razones comerciales urgentes para que el gobierno de Bush permita el pillaje de los tesoros culturales de Irak. De acuerdo a un Informe del 6 de abril en el Sunday Herald, periódico escocés: entre aquellos que se reunieron con el Pentágono antes del inicio de la guerra, se encontraban los representantes del Consejo de los Estados Unidos sobre la Política Cultural [ ACCP, en las siglas inglesas], grupo de gran influencia para los ricos coleccionistas y comerciantes de arte, que han buscado relajar las prohibiciones para la exportación de tesoros culturales.

El tesorero del grupo, William Pearlstein, ha criticado la política de Irak como “retencionista” y expresó que él solicitaría al gobierno post bélico hacer más fácil la exportación de artefactos a los Estados Unidos. El grupo busca modificar el Acta de Instrumentación de la Propiedad Cultural, ley que en los Estados Unidos regula el tráfico internacional de tesoros artísticos y antigüedades. Conforme a este recuento de prensa, “Las noticias de la reunión del grupo con el gobierno ha alarmado a científicos y arqueólogos, quienes temen que la ACCP esté elaborando una agenda oculta que permita a las autoridades de los Estados Unidos la manera de suavizar, después de la victoria de la coalición contra Irak, las restricciones que frenan el traslado de antigüedades.”

El Los Angeles Times informó el martes que un coleccionista de arte iraquí del Norte de California, que había “recibido comunicación subrepticia antes de la guerra, había declarado que las antigüedades iraquíes pronto estarían asequibles. Especuló el coleccionista que los ladrones actuarían de acuerdo a cierto plan, pero que todavía no se había revelado ningún propósito.” Apaciguó así a un grupo de millonarios con predilección por las curiosidades orientales que, ciertamente, cumple con las características que definen al gobierno de Bush.

Mucho más fundamental, sin embargo es el valor político—para la élite dominante de los Estados Unidos—de permitir que tales riquezas de la historia y la cultura de Irak sean destruidas.

El objetivo de la ocupación militar de los Estados Unidos es imponerle a Irak cierto tipo de dominio colonial y apoderarse de sus vastos recursos petrolíferos. Ello sirve a los intereses del imperialismo estadounidense para humillar a Irak y condicionar a su población con tal de someterla a los Estados Unidos y al régimen títere que se establecerá en Bagdad. La agresión contra los recursos culturales que vinculan al pueblo iraquí a 7 mil años de historia forma parte de todo un proceso: destruir sistemáticamente su identidad nacional.

La trágica consecuencia es que los tesoros que sobrevivieron hasta al saqueo de los mongoles a la ciudad en el Siglo XIII no pudieron resistir el impacto de la tecnología del Siglo XXI y la barbarie imperialista. Bush, Rumsfeld y compañía son los nuevos bárbaros: un “líder” semi-alfabeto que se revuelca en su religión reaccionaria; cuyo gobierno está poblado de antiguos jefes empresariales quienes consideran que un artefacto de la antigua Sumeria le sirve más de protección contra los impuestos que de clave para la evolución histórica y cultural de la humanidad.