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GM cierra sus plantas en Colombia y Ecuador, mientras el UAW y otras burocracias guardan silencio

General Motors anunció el viernes el cierre de sus operaciones de fabricación en Colombia y Ecuador, eliminando miles de puestos de trabajo como parte de la transición hacia los vehículos eléctricos.

La empresa automotriz expulsó inmediatamente a los trabajadores y clausuró la planta Colmotores en Colombia, que fue la primera fábrica automotriz en el país, fundada en 1956. Los casi 850 trabajadores fueron convocados a reuniones en varios hoteles de la capital, Bogotá, esa misma noche, donde la gerencia los instó a firmar renuncias “voluntarias” y a no demandar a la empresa a cambio de pagos. Muchos se rehusaron a firmar y fueron despedidos, según Semana.

Sucursal de Chevrolet en Cúcuta, Colombia, febrero de 2020 [Photo by EEIM / CC BY 4.0]

Varios líderes industriales han advertido de que el cierre podría repercutir en decenas de miles de despidos a lo largo de la cadena de suministro en Colombia.

GM anunció que planea cerrar su planta OBB en Quito, Ecuador, a fines de agosto. Fue fundada en 1975 y aún emplea a 450 trabajadores directamente. Miles de empleos dependen de la armadora, ya que 25 de las 50 fábricas de autopartes en el país le suministran componentes.

Dado que tanto Colmotores como OBB sirven a los mercados nacionales o en países vecinos, los analistas han señalado a una importante caída en los niveles de vida y las compras de automóviles, agravada por la inflación y las altas tasas de interés, como un factor en los cierres.

Los grupos patronales en Ecuador también culpan a un acuerdo de libre comercio con China que entró en vigor el 1 de mayo, que reduce el costo de la importación de vehículos y otros bienes chinos. La planta de ensamble de motocicletas Motor1 de propiedad china en Quito también planea cerrar, lo que eliminará alrededor de 100 empleos directos.

GM dice que estaba operando al 9 por ciento y al 13 por ciento, respectivamente, en sus plantas en Colombia y Ecuador, y que “los números no daban”. Shilpan Amin, presidente de GM International, añadió que la decisión es parte del cambio hacia “tecnologías más avanzadas” y vehículos de “cero emisiones”.

Cualquier ahorro que se haga al eliminar los medios de vida de miles de familias en Colombia y Ecuador terminará en las cuentas bancarias de la oligarquía financiera. La decisión se tomó días después de que GM reporta un aumento trimestral del 7.6 por ciento en los ingresos a $43 mil millones y un aumento del 18.6 por ciento en las ganancias por acción, mucho más alto de lo esperado. En noviembre, la compañía entregó $10 mil millones a los accionistas en recompras.

La fuerza laboral de Colmotores ya se había reducido a más de la mitad en los últimos 15 años y continuó reduciéndose incluso después de añadir un área de estampado altamente robotizada en 2013. Además de poder llevar a cabo despidos masivos y recortes a los salarios reales en los últimos años, GM disfrutó de importantes incentivos fiscales dentro de una “zona franca” en Bogotá.

En un momento dado, había cuatro sindicatos activos en la fábrica colombiana, pero ninguno trató de emprender una resistencia real al cierre. El más activo es el Sindicato Unión de Trabajadores Enfermos de General Motors (UTEGM), que fue establecido en 2016 por docenas de trabajadores que habían sufrido lesiones y enfermedades relacionadas con el trabajo y se enfrentaban a amenazas de despido. En respuesta al cierre de la planta, el líder del UTEGM simplemente pidió al Gobierno que garantice el pago de indemnización por despido y declaró: “No podemos evitar que la empresa se cierre. Es inevitable, pero eso se veía venir”.

Mientras tanto, el Ministerio de Trabajo bajo el presidente pseudoizquierdista Gustavo Petro no ha tomado ninguna medida contra la empresa, mientras intimida a los trabajadores para que renuncien “voluntariamente”.

En Ecuador, ninguna central sindical ni partido político ha protestado por el cierre de la fábrica de OBB.

Cada vez hay más indicios de que la planta de Alvear, cerca de Rosario, la última fábrica de GM en Argentina, podría sufrir la misma suerte. Con un modelo restante, el Chevrolet Tracker, la compañía suspendió toda la producción de diciembre a marzo pasado y se detuvo nuevamente durante la última semana de abril. Después de 130 “retiros voluntarios” en diciembre, los 1.000 trabajadores restantes reciben solo el 79 por ciento de su salario durante los paros, en medio de una crisis económica cada vez más profunda y una inflación de casi el 300 por ciento.

GM ha anunciado nuevas inversiones en México y Brasil, donde mantiene numerosas fábricas de ensamblaje, estampado, motores y piezas, incluyendo una reconvertida para producir vehículos eléctricos en Ramos Arizpe, México. Sin embargo, la decisión de recortar puestos en áreas de mano de obra barata en Sudamérica es una advertencia de que ningún empleo está seguro.

Las burocracias sindicales se niegan a mover un dedo

A la hora de edición, mientras anuncian eventos del día de la solidaridad internacional de la clase trabajadora, el Primero de Mayo, ningún sindicato fuera de Colombia ha hecho declaraciones en contra de los cierres. Esto incluye el sindicato United Auto Workers (UAW) en los Estados Unidos, el SMATA en Rosario, el pseudoizquierdista CSP-Conlutas o la federación derechista Força Sindical que controlan los sindicatos en GM Brasil, o el llamado sindicato “independiente” SINTTIA y el mafioso CTM en México.

Esto no puede explicarse por la corrupción de este o aquel líder u organización sindical.

A nivel mundial, todos los sindicatos han respondido a la globalización, la capacidad del capital para trasladarse internacionalmente en busca de las condiciones más lucrativas, convirtiéndose en brazos de las empresas y haciendo cumplir concesiones masivas en materia de empleos, salarios y prestaciones para “salvar” las fábricas y la “competitividad” local. Pero cuando se producen cierres, sofocan o aíslan cualquier lucha, al tiempo que emplean el veneno nacionalista para enfrentar a los trabajadores de un país contra otro.

Tal complicidad prevaleció cuando Ford anunció que terminaría sus operaciones de producción en Brasil e India en 2021 y ante sus planes de cierre en Saarlouis, Alemania, después de una guerra de ofertas con la fábrica de Almussafes en España.

Más recientemente, Caterpillar cerró efectivamente su fábrica en Tamaulipas, al norte de México, y se negó a pagar cualquier indemnización o negociar con los 400 trabajadores después de que votaran por un nuevo sindicato. El presidente de UAW, Shawn Fain, emitió una declaración en video a principios de abril afirmando “estar con ustedes”, pero se ha negado a mover un dedo para organizar acciones entre los trabajadores de Caterpillar de EE. UU. para poner imponerse ante la empresa.

Respondiendo al puñado de grupos financieros que las controlan y actúan como vampiros insaciables, las multinacionales automotrices se abalanzan para competir en nuevos mercados como los vehículos eléctricos e implementar nuevas tecnologías en robótica e inteligencia artificial.

También hay presiones para que reorganicen sus cadenas de suministro en respuesta a los primeros disparos de otra guerra mundial. Washington está alentando abiertamente a las empresas con sede Estados Unidos como GM a acercar su producción y alejarla de Asia, en medio de preparaciones para un conflicto militar con China.

Mientras las burocracias sindicales protegen sus privilegios sirviendo a las transnacionales y sus respectivos Gobiernos capitalistas, los trabajadores en Colombia, Ecuador y todo el continente americano deben organizarse de forma independiente y unir fuerzas siguiendo una estrategia global en defensa de sus empleos y medios de vida.

La Alianza Internacional Obrera de Comités de Base (AIO-CB) está organizando esta lucha, que requiere poner fin al sistema de lucro capitalista. Todas las grandes corporaciones a nivel mundial deben ser transformadas en empresas públicas gestionadas democráticamente, para poder emplear las nuevas tecnologías para reducir la semana laboral y satisfacer las necesidades de toda la humanidad, no para intensificar la explotación, aumentar las ganancias ni librar guerras.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 30 de abril de 2024)

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