El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, presionó reiteradamente a sus principales asesores, así como a los jefes de los gobiernos de derecha en América Latina, sobre la posibilidad de una invasión estadounidense a Venezuela, según un informe del Associated Press (AP).
El informe se produce en medio de una creciente campaña de sanciones y presión política montada por la Administración de Trump contra el Gobierno del presidente venezolano, Nicolás Maduro, con el objetivo de provocar su colapso o derrocamiento mediante un golpe militar.
Las primeras discusiones sobre una intervención militar directa de Estados Unidos se produjeron en agosto pasado, un día antes de que Trump protagonizara una extraordinaria aparición pública con su entonces secretario de Estado, Rex Tillerson, el extitular de ExxonMobil, cuya precursora dominó durante mucho tiempo la producción petrolera de Venezuela, y la embajadora de Estados Unidos ante las Naciones Unidas, Nikki Haley.
Trump declaró: "Estamos en todo el mundo y tenemos tropas en todo el mundo en lugares que están muy, muy lejos. Venezuela no está muy lejos y la gente está sufriendo. Se están muriendo. Tenemos muchas opciones para Venezuela, incluida una posible opción militar, si es necesario".
Cuando un periodista le preguntó si su declaración implicaba una operación militar de Estados Unidos en el país sudamericano, Trump respondió: "No hablamos de eso, pero una operación militar, una opción militar es ciertamente algo que podríamos perseguir".
Ahora está claro que dicha declaración no fue meramente escenificada para las cámaras, sino que reflejó tanto el pensamiento genuino de Trump al respecto como las discusiones tras bambalinas. Según el informe de AP, Tillerson y el general H. R. McMaster, entonces asesor de seguridad nacional de Trump, intentaron convencerlo de que una invasión implicaría riesgos sustanciales, incluidos los trastornos políticos en toda América Latina. Ambos ya fueron despedidos.
De acuerdo con un oficial de alto rango del Gobierno citado de forma anónima por AP, Trump argumentó contra sus asesores, señalando las exitosas intervenciones militares estadounidenses llevadas a cabo en Granada en 1983 y en Panamá en 1989-1990. El hecho de que Venezuela es más de 10 veces el tamaño y tiene casi 10 veces la población de Panamá, donde EUA tenía bases militares extensas en ese momento, mientras que Granada es una isla pequeña de apenas 100.000 habitantes, aparentemente no le cruzó la mente al mandatario.
El Associated Press también citó a fuentes colombianas que confirmaron que Trump había planteado la posibilidad de una invasión estadounidense con el presidente colombiano Juan Manuel Santos, el aliado más cercano de Washington en la región. Santos, que ha llevado a cabo repetidas provocaciones contra Venezuela y enviado tropas a su frontera, será reemplazado el próximo mes por el presidente electo, Iván Duque, quien es aún más derechista y antivenezolano.
Trump planteó lo mismo nuevamente en septiembre durante una reunión celebrada al margen de la Asamblea General de la ONU con Santos y otros líderes no identificados de Gobiernos derechistas latinoamericanos alineados con Washington.
Mientras la Casa Blanca declinó a comentar sobre las discusiones de Trump sobre la invasión de Venezuela, un vocero del Consejo de Seguridad Nacional dijo a la agencia de noticias que Estados Unidos "considerará todas las opciones a su disposición para ayudar a restaurar la democracia venezolana y traer estabilidad".
La semana pasada, el vicepresidente de EUA, Mike Pence, realizó una gira por América Latina dedicada en gran medida a promover regionalmente los esfuerzos de Washington para aislar a Venezuela económica y políticamente en preparación a un cambio de régimen.
Como parte de la gira, Pence realizó una visita el miércoles pasado a un refugio para inmigrantes venezolanos en la ciudad de Manaos, en el Amazonas brasileño, y les dijo a los inmigrantes: "Vamos a seguir con ustedes hasta que se restaure la democracia en Venezuela".
El vicepresidente estadounidense fue inmediatamente criticado por la grotesca hipocresía de presentarse como partidario de los migrantes venezolanos en Brasil, incluso cuando la Administración estadounidense trata a todos los refugiados que llegan a la frontera estadounidense como delincuentes y encierra a familias y niños en jaulas.
En vísperas de su llegada, el Ministerio de Relaciones Exteriores brasileño publicó una carta a Washington en la que describía la separación de los niños de sus padres como una "práctica cruel".
Las sanciones de Estados Unidos contra Venezuela fueron impuestas por primera vez bajo la Administración de Obama a través de una orden ejecutiva que calificó a la nación sudamericana como "una amenaza extraordinaria a la seguridad nacional y la política exterior de Estados Unidos". Ahora, bajo Trump, las sanciones incluyen prohibiciones contra Venezuela a recibir créditos o vender activos en los mercados financieros de Estados Unidos. El objetivo es imponer un estrangulamiento económico que creará condiciones tan intolerables para las masas que el Gobierno colapsará o será derrocado por los militares.
La hiperinflación está destruyendo los niveles de vida de la mayoría de los trabajadores, y la tasa de inflación, que no se registra oficialmente, se estima en 110 por ciento solo en el mes de mayo.
Mientras las protestas de capas más privilegiadas de la clase media contra el Gobierno de Maduro han disminuido, y la oposición derechista se ha mantenido en gran medida inmóvil, con sus líderes esperando una intervención estadounidense, las luchas de los trabajadores han estallado en todo el país, incluyendo una huelga nacional de enfermeras que exigen aumentos salariales y la provisión de suministros esenciales por parte del Gobierno.
Desde la reelección de Maduro en mayo, en una votación denunciada por Washington y sus aliados en América Latina como "ilegítima", el Gobierno ha seguido imponiendo toda la carga de la crisis económica sobre las espaldas de la clase trabajadora, al tiempo que ofrece concesiones a los capitalistas y financistas venezolanos, muchos de los cuales han visto su fortuna expandirse a través de la especulación financiera.
El Gobierno continúa confiando en los militares como su principal base de apoyo. El miércoles, unos 17.000 miembros de las Fuerzas Armadas Nacionales Bolivarianas (FANB) recibieron promociones en una ceremonia celebrando su "lealtad al presidente constitucionalmente elegido por el pueblo". Las promociones siguieron informes de que varios oficiales militares habían sido arrestados por cargos de traición en conexión con supuestos complots golpistas.
No es solo la ideología derechista de Donald Trump la que está detrás de la amenaza de una intervención militar, sino que intereses geoestratégicos.
Pese a que Washington intenta socarle la soga al cuello de la economía venezolana, China le ha proporcionado un salvavidas parcial al Gobierno de Maduro. El ministro de Finanzas de Venezuela, Simon Zerpa, emitió un comunicado después de las reuniones en Beijing esta semana, indicando que el Banco de Desarrollo de China y la Corporación Nacional Petrolera de China acordaron invertir $250 millones en la asediada corporación petrolera estatal venezolana PDVSA, la cual vio caer sus niveles de producción a un récord mínimo este año. Además, informó que China estaba preparada para extender un "préstamo especial" de $5 mil millones "para inversión directa en producción".
Si bien en el pasado Venezuela exportaba el 40 por ciento de su petróleo al mercado estadounidense, se ha desplazado cada vez más hacia China, cancelando préstamos con petróleo crudo. El sector petrolero venezolano, sin embargo, sigue dependiendo de EUA para la importación de tecnología, crudo ligero y otros productos necesarios para mezclarse con el petróleo pesado venezolano para la exportación.
Al tener Venezuela las mayores reservas comprobadas de petróleo del mundo, el papel de China en apuntalar al Gobierno de Maduro proporciona una motivación adicional, más allá de los intereses de las ganancias de los conglomerados de energía de Estados Unidos, para que Washington intervenga.
Estos motivos han sido detallados en la estrategia nacional reciente y los documentos de defensa emitidos por la Administración de Trump y el Pentágono, los cuales definen a Rusia y China como "poderes revisionistas" que buscan desafiar la hegemonía global de EUA y traza preparativos para conflictos entre “grandes potencias".
Venezuela y América Latina en su conjunto serán una arena para estos conflictos. Las exigencias de Trump de saber por qué es que Estados Unidos no puede simplemente invadir a Venezuela no son simplemente los disparates de un demagogo derechista en la Casa Blanca, sino que representan una advertencia de lo que está por venir.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 5 de julio de 2018)